Impulsar a las personas con discapacidad no sólo como espectadores a los que ha de llegar un espectáculo, sino también como productores de los mismos es una de las claves a la hora de implicar a este colectivo en la gestión cultural.

Así se pone de manifiesto en las conclusiones de las Jornadas sobre Gestión Cultural del Patrimonio y Discapacidad celebradas recientemente en Cortegana, organizadas por la GECA. Según han explicado fuentes de la organización, pese a admitir que es mucho lo conseguido hasta ahora en materia de inclusión, esto "no representa un punto de llegada, sino que aún queda un largo camino por delante hasta lograr que las personas con discapacidad tengan pleno acceso al trabajo, la educación, el patrimonio, el ocio y la cultura".

Por ello, además de esa concepción como productores y no sólo como espectadores, se ha pedido por parte de los organizadores, que los proyectos que implican cultura y discapacidad tengan proyección en el tiempo, para que la continuidad y periodicidad garanticen unos resultados de calidad. También han solicitado que dichos proyectos no se midan por su resultado inmediato y queden como experiencias aisladas, sino que empiecen a constituir un referente social asumido por toda la población. En las jornadas se pudo debatir sobre el diseño, las normas de accesibilidad y el entorno de un bien patrimonial, de un equipamiento cultural o de un espectáculo público. En este sentido, apuestan "no sólo hay que derribar las barreras físicas, sino también las psíquicas y las burocráticas, que a veces suponen mayores obstáculos".

Se considera que es necesario adoptar medidas que van desde la creación de cursos prácticos sobre trato a personas con discapacidad al fomento de la importancia de la cultura como recurso económico y laboral en el mundo de la discapacidad, pasando por la necesidad del disfrute del patrimonio monumental y natural por parte de todos. Estas conclusiones han sido volcadas en un Decálogo de Buenas Prácticas para Gestores Culturales.