Héctor Alterio. Actor

"Cuarenta años acá son toda una vida, no tengo rencores"

  • Su inteligencia, dramatismo y humor impregnan a Andrés, protagonista de 'El Padre'. La obra llega hoy al Gran Teatro.

El veterano actor argentino Héctor Alterio se entrega en cada palabra. Lo hace con la sencillez de quien tanto ha vivido, con la prudencia que le otorgan los años y con la naturalidad que le concede su carácter afable y cercano. Ya hace mucho que dejó atrás la pesadilla de la represión de la dictadura argentina y no centralizan su vida las amenazas de muerte de la Triple A que recibió. Porque su vida se desarrolla en España, donde puede presumir de ser el patriarca de una saga de actores y donde anda enfrascado en un nuevo proyecto que hoy mostrará en Huelva. Esta noche (21:00) se subirá a las tablas del Gran Teatro dando vida a Andrés en El Padre, la aclamada obra del francés Florian Zeller, bajo la dirección de José Carlos Plaza. El Padre es calificada por su propio autor de farsa trágica y ahí radica su dificultad. Aborda un tema espinoso: la pérdida de la realidad debido a la vejez, colocando al espectador en la perspectiva de una mente confusa o, quizá, confundida por los intereses de quienes le rodean. La incógnita está servida.

-Antes de entrar en materia, tengo entendido que usted es merengón. Felicidades por la Champions.

-¡Lo soy, sí, sí, sí! Soy merengón desde hace muchos años. Estamos muy contentos con el resultado.

-¿A usted qué le queda por hacer?

-Ahora mismo terminar la nota contigo y nada más (risas). Después, ofrecer una rueda de prensa en Huelva y la función. Eso es lo más inmediato que tengo.

-¿No hace planes a largo plazo?

-En absoluto. Aunque quisiera, no podría.

-Tras el arrollador éxito del 'Estanque Dorado', ¿qué tiene 'El Padre' para que le haya dado el sí quiero a Plaza?

-La oferta, en principio, me la trajo Cimarro, que es el productor de Pentación, la empresa en la que trabajo yo y José Carlos Plaza también. Recibí una traducción no muy firme de esta función pero aún así me impactó mucho cuando la leí y le di el ok en diciembre del pasado año a Cimarro. Tuvimos un par de reuniones y le sugerí que me gustaría que José Carlos la dirigiera. Él tiene un conocimiento muy profundo del francés y nos la tradujo, adaptándola sin desviar lo que el autor escribió. Hizo una versión estupenda y a partir de ahí trabajamos juntos. El personaje, que es el protagónico, me sedujo enormemente desde el principio. Y la colaboración de José Carlos fue el inicio de una nueva aventura pero con la seguridad absoluta de estar protegido tanto en la parte empresarial como en la directiva. Como todos los jugadores, apostamos a un número a ver si salía. En este caso salió.

-¿Qué hace especial a Andrés?

-Está acosado por una enfermedad terrible, que es el alzhéimer. La sufren más los que están alrededor que él mismo. La obra está hecha con respeto y profundidad y está siendo un éxito en todos los lugares. En estos momentos se está representando en Buenos Aires o Nueva York. El autor enhebró un finísimo humor que parte del personaje y entonces esa tragedia deja de ser ceremoniosa y terrible para convertirse en una oferta muy humana y agradable. Yo me divierto mucho, tengo compañeros realmente estupendos que me apoyan, y la dirección de José Carlos es espléndida. Pero estamos en la parte embrional, estamos gozando mucho y puliendo mucho también. Ustedes van a ver la séptima función. Las seis anteriores fueron muy bien recibidas.

-Con centenares de representaciones y de películas a sus espaldas, ¿el interés por el trabajo y la diversión se mantienen?

-No reflexiono mucho sobre eso. Ni me gusta, ni está en mi. Yo vivo de la oferta y la demanda y si tuviera otro trabajo que me pudiera sostener en los espacios que se producen entre una oferta y otra quizá estaría agradecido, pero eso no sucede. Desde que tengo siete u ocho años trabajo en esto. Sucede que a medida que pasan los años las ofertas se van produciendo acorde a los años que uno tiene. Ya no puedo hacer lo que hacía hace 30 años. Ahora mi personaje padece alzhéimer y el anterior que hice, en el Estanque Dorado, también tenía algo de eso. Espero que cuando lo tenga en serio no me lo crean.

-¿En algún momento de su trayectoria se planteó colgar las botas? Creo que le habría gustado viajar.

-Mucho. Pero no me lo puedo plantear porque no sé de qué manera viviría. Esto me lo plantearía si tuviera la suerte de recibir un premio en metálico bastante importante. Pero como eso no sucede y es una lotería, lo dejo de lado. Por ahora trabajo porque estoy bien físicamente, porque puedo afrontar este tipo de trabajo, puedo memorizar, que es fundamental, y me entretiene y divierte. Y si encima tengo la suerte de que el público me agradece con su apoyo y presencia la oferta que le hago, entonces seguiré haciéndolo. En algún momento esto se tiene que parar, pero no sé cuándo será.

-¿Tiene ganas de volver al cine?

-Mientras esté trabajando no. De lo que tengo ganas es de tener una continuidad de trabajo, que la estoy teniendo. Así que los proyectos de deseos no van más allá del trabajo en si mismo. Y yo deseo que esto que estoy haciendo siga por estos derroteros y que tengamos suerte. En principio mi compromiso es hasta julio del año que viene. Fíjate, tenemos plazas cubiertas por un año, ¿qué puedo pedir más? Seguir teniendo salud, nada más.

-¿Cómo se lleva eso de ser el cabecilla de una familia de actores?

-Mis hijos entraron en esto ya de muy pequeños porque prácticamente nacieron con la familia ya en activo y cuando yo me iba de gira me acompañaban y jugaban con los trajes del vestuario de los teatros. Me di cuenta de que los tiros iban por ahí pero yo no estaba muy conforme y traté de que no se dedicaran a esto. Hasta que yo pude. Cuando ellos tuvieron la decisión propia de la edad, cuando pudieron determinar o elegir su destino, lo eligieron y yo solo me encomendé a que tuvieran suerte. La tuvieron y nos están dando a mi y a mi mujer muchas satisfacciones y tranquilidad, porque están haciendo su trabajo con honestidad. Ellos están trabajando mucho con una función con la que recorren España, como yo, en otras plazas. La obra se llama ¡Atchúusss! y les está yendo muy bien.

-Lleva más de 40 años en España. Con la perspectiva que dan los años, ¿se puede llegar a perdonar? ¿Se llega a olvidar una circunstancia tan dura como la que vivió y que le hizo marcharse de su tierra?

-De cualquier manera, trato de que eso no se olvide, lo que no implica olvidar como venganza. Evidentemente el tiempo hace su función y esto se va alejando de tal manera que a veces, cuando cuento estas circunstancias que me han tocado vivir, parece que estoy contando algo que le pasó a otro. Pero no va más allá, no me afecta mucho. Cuarenta años son muchos, es la mitad de lo que he vivido allá y no tengo rencores ni tengo nada. Me siento tranquilo cuando se producen situaciones como la que pasó en mi país, cuando condenaron a todos los militares y a todos los que crearon estas situaciones. Bueno, está bien, han tenido su merecido y espero que esto no se repita. Pero no es una obsesión ni un caso que centralice toda mi vida. No, mi vida está desarrollándose acá, tranquilamente. Encuentro en las situaciones límite de cualquier ser humano detalles que me conmocionan, como lo que me tocó vivir cuando tuve que radicarme definitivamente en España. La vida sigue su curso.

-¿Nunca pensó en volver para instalarse definitivamente en Argentina?

-No. Pero de cualquier manera estoy yendo por trabajo bastante y eso va en cierta medida puliendo la nostalgia. Hay muchos adelantos tecnológicos. Antes era desesperante conseguir un periódico argentino. Cuando lograba tener en la mano alguno, aunque fuera atrasado, era una alegría. Hoy aprieto un botón y lo leo al acto.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios