Cultura

Cine de verano

Puerta Atlántico.- T.O.: 'Avatar'.- Producción: Estados Unidos 2009.- Duración: 162 minutos.- Dirección y guión: James Cameron.- Fotogfía: Mauro Fiore.- Música: James Horner. Montaje: James Cameron, John Refoua y Stephen Rivkin.- Intérpretes: Sam Worthington, Zoë Saldana, Giovanni Ribisi, Sigourney Weaver, Michelle Rodríguez, Joel Daid Moore, Wes Studi, Laz Alonso, Stephen Lang.

Finalizó esta fugaz programación de Puerta del Atlántico co uno de los grandes títulos de los últimos tiempos, con poderoso lanzamiento mediático y de "marketing", como corresponde a los pesos pesados de la industria del cine norteamericana que, por cierto, aún continua en muchas carteleras comerciales..

En su director, James Cameron, ahí está su ambiciosa filmografía, todo es grandilocuente y megalómano. Su afán por las costosas producciones parece casi enfermizo. Una vez más se ha empeñado en ello. Y muchos corifeos de ese cine desmesurado y acromegálico -en esta película más que evidente-, se apresuraron a afirmar que es la revolución del cine del siglo XXI, en esa verborrea hiperbólica de muchos, especialmente de la crítica deportiva, sobre todo en ciertas cadenas de televisión. Ya saben: "El mejor equipo del mundo", "el mejor jugador del mundo", "el mejor gol de la historia", etc. etc. Esa jerga excesiva, inmoderada, exorbitante, maximalista, disparatada e histérica del papanatismo que nos domina.

Para ese tipo de críticos, que también los hay en el cine, movidos por la inevitable publicidad superexcedida, Avatar, es el gran título donde todo es desmesura en medio de esa pretendida innovación tridimensional que quiere redimir al mundo cinematográfico de sus actuales carencias creativas y de la deserción del público de las salas cinematográficas. En esta especie de hipercine hay una realidad evidente que se relaciona con los grandes títulos de la ciencia-ficción en la que abunda una realización donde predomina lo espectacular, lo llamativo, con la barroca proliferación de hallazgos visuales y la exuberancia de efectos especiales de la más depurada calidad tecnológica.

Y todo ello para trasladarnos a un mundo alucinante adonde nos conduce un ex marine norteamericano parapléjico, que, recluido en una silla de ruedas, es reclutado para trasladarse al planeta Pandora en un lugar donde un consorcio corporativo extrae mineral con el que se resolverá la crisis energética que sufre la Tierra. El programa llamado Avatar intenta salvaguardar a sus enviados de la atmósfera tóxica de Pandora, por el que los humanos unen sus conciencias a un avatar, cuerpo biológico, controlado a distancia para sobrevivir en este espacio adverso, combinando el ADN humano con el de los nativos del lejano planeta. De esta forma Jake Sully es capaz de caminar de nuevo. Pero cuando se infiltra en los Na´vi surgen las dificultades.

Con un guión nada original nos cuenta una historia otras veces frecuentada por el cine. Nos devuelve a una estética ya conocida, notablemente espectacular pero con recursos que repite el género de continuo que en el caso de Cameron concita una especie de cosmogonía muy personal que trata de convertir, y muchas veces lo consigue, en un poderío visual hiperrealista dentro de la envolvente fantasía de esta historia en concreto.

Ello configura una especie metáfora sobre ciertas actitudes humanas y posturas políticas y bélicas de actual vigencia, además de las consiguientes lecturas morales, ecológicas, antimilitaristas y en suma pacifistas.

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