música y músicos

Carlos Ferrer y el fundamento de la música

Sus comienzos están ligados a los de la Asociación Música Fundamental. Considera que ese principio fue como el de todos, duros, solo y sin ayuda de nadie: lo hacía todo por sí mismo. Pegaba los carteles por la noche, repartía las publicidades y hasta tenía que hacer algún que otro diseño, no muy ejemplar ni de tanta calidad como los de ahora. Ha pasado momentos muy complicados, pero precisamente no de trabajo sino difíciles para vender proyectos musicales y música independiente. Aparte, tuvo que ir convenciendo a las administraciones en producirlo bien y no de cualquier forma. La idea, en principio, era fácil, ya que consistiría como si cogiéramos a un niño y lo educáramos en hacer una serie de cosas, para después tenerlo como costumbre. Este era el objetivo que pretendía Música Fundamental desde un inicio, que esas músicas llegaran a Huelva no de cualquier manera, no en un segundo plano, sino con la promoción y producción que se merecían. Para llegar al público hay que tener continuidad, sin parar de hacer este tipo de actividades, tener continuidad para educar los oídos de un público que crece en competencia y en exigencia.

Música Fundamental se creó para ayudar a los grupos que comenzaban e intervenir, en la medida de sus posibilidades, para que muchos artistas onubenses salieran adelante. A día de hoy esto es una realidad, teniendo referencias editadas con gente destacada por la prensa nacional e internacional como José Mena, Jesús Corbacho y otros tantos. Y aunque son menos de los que quisieran, nos aseguran que seguirán trabajando duramente en ello.

La educación y la diversificación musical también son parte esencial de su trabajo. Realizar actividades formativas musicales para la juventud es muy importante, más que un concierto normal. Hay que dejarles un legado a las nuevas generaciones, aportándoles música para sus oídos como jazz, rock, hip hop, flamenco, músicas del mundo llegadas de Cuba, Marruecos, Francia, EEUU o Brasil. Parten de la necesidad de hacer más conocidos a la ciudadanía estos acordes generalmente no comerciales. Estos y otros estilos componen el amplio abanico de músicas que proponen y que por su variedad son válidos para todos los gustos. Además, llevar esta música a pueblos apartados cuyos habitantes tienen derecho a satisfacer sus inquietudes culturales, es una oportunidad de gran valor.

Del mismo modo, llevan a cabo proyectos de obra social, poniendo en marcha en colaboración con diversas instituciones diferentes proyectos para que la música de calidad salga de los escenarios habituales y llegue a todos. Así han tenido cabida proyectos específicos cuyos destinatarios han sido personas de la tercera edad o internos del Centro Penitenciario de Huelva.

Carlos piensa que la música está tirada por los suelos. A muy poca gente joven le interesa realmente. Sólo se escuchan a los superventas y de mala calidad, ya que no hay educación musical ni intención por que exista. Todo esto se debe, en parte, a los políticos y empresarios sin escrúpulos de bares y salas de conciertos. También a los programas basura que hacen creer que eso es música en buen estado. Nos venden en vez de música real marcas y forma de ser del rebaño. Afirma que es esta sociedad la que tiene la culpa de tal degeneración que diluye culpabilidades, pues nadie hace nada. La música ha quedado relegada a dos sectores. Uno de estos es el que verdaderamente ama la música, sean músicos o incondicionales, con un perfil de mediana de edad, que compran y consumen música original y van a conciertos. No ven televisión basura ni escuchan radio fórmulas de moda. El otro sector es el que se mueve según vengan las modas pasajeras traídas por la televisión y sus programas embaucadores, reality shows o similares. De edades jóvenes y no tan jóvenes, este sector no compra ningún tipo de música original ni está interesado en ello: se lo baja de internet o lo compra en el manta y cree además que es normal.

Por otra parte, está la industria discográfica con un comportamiento igual de censurable. Nos vende una marca, no un artista y su música. Importa más su forma de corte de pelo, sus pantalones caídos o con quién está prometido que su propia música. La música no es moda, es música y lo único que nos interesa ahora es vestirnos como ellos. Afortunadamente entre los más jóvenes también hay algunos en pequeñas minorías que consumen y disfrutan de la música de calidad. Hay auténticos diamantes por pulir, con estilos y pensamientos interesantes, tanto clásicos como innovadores.

Recapacita que el panorama de Huelva es el mismo que el de cualquier lugar. Podríamos sacar mucho más partido de lo que se cree en el sector musical. Tenemos muy buena base musical y buenos artistas, pero muchos de ellos tienen el problema de no querer salir a buscar ofertas fuera de Huelva, creyendo que es así. Comenta que para llegar a ser una banda o un artista profesional hay que buscar otros circuitos fuera de la provincia. Certifica que Huelva necesita aún mejores espacios escénicos, puesto que los que hay están en desuso, son muy inapropiados para determinados actos o están degradados culturalmente. Existen edificios históricos como el colegio ferroviario, la antigua comisaría de Policía o el Banco de España que están abandonados a su suerte o apunto de ser cedidos a la iniciativa privada para su explotación comercial.

Solicita que las administraciones confíen más en el criterio de sus técnicos, que sean más abiertas musicalmente apostando por nuevas tendencias y proyectos innovadores, no sólo a los artistas que destacan en los medios. Se comprende que el empresario cultural no apueste por programaciones que impliquen algún tipo de riesgo, pero la administración debe ofrecer una programación variada y para todos.

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