Cultura

Brincos medievales

  • El conjunto sevillano Artefactum presenta en el sello Pasarela su cuarto disco, un paseo por danzas del medievo

Llevan casi quince años frecuentando ambientes malsanos, recorriendo caminos polvorientos y calles enfangadas, frecuentando tabernas mugrientas y barrios de mala reputación, siguiendo las huellas de los juglares y los clérigos mundanos e incluso las cuerdas de los leprosos y las rutas mortíferas de los apestados, aunque también suele vérselos por palacios, castillos y escritorios monacales, animando los banquetes míticos de reyes y caballeros y las timbas espontáneas de tahúres y soldados, y sin embargo ahí siguen, frescos y lozanos, como si el tiempo no los tocara .

Son por supuesto los miembros de Artefactum, el conjunto sevillano que ha conseguido en este tiempo popularizar la música medieval en su entorno de una forma que sería digna de un estudio más profundo. Pocos conjuntos dedicados a un repertorio tan concreto, tan especializado, han logrado crear la expectación que Artefactum concita con cada actuación, con cada presentación de un repertorio nuevo. El ciclo de las Noches en los Jardines del Real Alcázar de Sevilla así lo ha reconocido este año, dedicándole seis sesiones, más que a ningún otro grupo de cualquier estilo musical, sesiones que se cierran con la del pasado lunes y la del jueves 4 de septiembre.

Los conciertos del Alcázar han servido para que Artefactum presente su cuarto disco, después de aquel heroico trabajo emprendido casi sin medios en 1996 (De la taberna a la corte), que los dio a conocer lejos de su entorno más cercano, de su colaboración con el sello Lindoro (Tempus est iucundum) y de su anterior trabajo (En el scriptorium), dedicado a las Cantigas de Santa María y grabado para Pasarela, la marca que también acoge este Saltos, brincos y reverencias, con el que el grupo más emblemático de la factoría Zanfoñamóvil parece querer regresar a sus orígenes instrumentales, pues se trata de un CD dedicado a danzas del Medievo, fundamentalmente centrado en el manuscrito catalogado como Additional 29987 en la Biblioteca británica de Londres, que recoge música del trecento italiano.

Aunque en el códice se incluyen también canciones polifónicas, es más conocido por sus quince estampidas y danzas monódicas, de las que este disco recoge siete (tres de los cuatro saltarellos, una de las danzas rápidas más típicas de la época; el trotto, especie de galop antiguo; La Manfredina con su Rotta, variación rápida del tema inicial; además de la Ghaetta y el Parlament, dos de las ocho estampidas que contiene el manuscrito londinense), completándose con una Danza inglesa del siglo XIII y el Amoroso y la Danza de Cleves, piezas francesas del XV.

En formación de quinteto (que incluye al colombiano Francisco Orozco, un habitual ya del conjunto hispalense), con pequeñas colaboraciones de otros tres instrumentistas, Artefactum es fiel a su estilo exuberante y vitalista, en el que la riqueza sensual y hedonista de los timbres y el vigor de la rítmica marcan un espíritu de joie de vivre que queda puntualmente contrastado con delicadas secuencias solísticas, como la que dibuja el organetto que abre la Manfredina. Armados con sus laúdes, zanfoñas, flautas, chirimías, arpas, cornamusas y todo tipo de artefactos percutivos, los miembros de Artefactum encuentran en este repertorio cortesano las rendijas por las que se filtran el aire y los sones populares de las calles, tabernas, sendas y caminos que recorren incansables para deleite de sus seguidores.

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