Una de las primeras codificaciones españolas del Canto de la Sibila, la conservada en un leccionario gerundense del siglo XII, cierra un disco que se dedica en su mayor parte a recoger conductus y motetes a dos y tres voces de los siglos XIII a XV, procedentes de monasterios y catedrales catalanes. El intenso tono teatral que Magraner imprime a la Sibila se extiende a prácticamente todo el disco, interpretado con una polémica mezcla de voces e instrumentos (flauta, fídula, laúd, guitarra, órgano, percusión), lo que le otorga una muy apreciable variedad.
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