Cultura

Argentina: una intérprete de oro

  • La cantaora onubense llevó ayer al Lope de Vega sevillano 'Un viaje en el cante' · Hace un recorrido y tributo a los palos en desuso · Su voz, grave, deliciosa, se muestra en su mayor esplendor

Cante: Argentina. Guitarra: Eugenio Iglesias, José Quevedo. Palmas: El Bobote, El Torombo. Percusión: José Carrasco. Coros: Los Mellis. Lugar: Teatro Lope de Vega. Fecha: Jueves, 15 de marzo. Aforo: Lleno.

Anunció la milonga con el apellido de "argentina" cuando es de oro. De Pepa de Oro en concreto, que fue su compositora. Lo mismo pasa con ella: aunque su nombre aluda a la plata, esta cantaora está tocada por una estrella de oro. De luna es el tono mate de su voz, benéfica en cuerpos y almas. Pero la alegría, el entusiasmo que trasmite es oro de muchos quilates. Una intérprete tocada por una estrella.

Gustó mucho el nuevo disco de Argentina, a tenor de la puesta en escena que vimos anoche. Poque se construye sobre la tradición flamenca: nada de canciones ligeras, ni de estribillos, ni de tanguitos, ni de bulerías ligadas. La melodía clásica y también la medida clásica en cuanto a la letra: cuartetas octosílabicas, seguidillas. Porque se habla mucho del ritmo musical y muy poco del ritmo lírico de los cantes. Aquí es donde pongo la única pega, aunque no en la medida sino en el contenido: las letras de nueva creación son tan vanas como tópicas. Es una pena, con la de autores de nuevas letras interesantes que hay por ahí. La falta de interés por la métrica flamenca también hace que cualquier cantaor o guitarrista se sienta poeta. Y eso no es así: la literaria es una parte fundamental de la tradición flamenca. Ni uno de los cantes que hizo está fuera del repertorio actual. Y en los discos de pizarra como en los cilindros de cera hay cantes que no se han interpretado en cien años, esa es la verdad. Aunque es cierto que algunos son poco transitados en la actualidad, como aseguraba el programa de mano. Lo que más me gustó fue la malagueña de Baldomero Pacheco con todos sus avíos de fandangos lucentinos, jaberas, etc. En ocasiones el turbión rítmico de las palmas me apabullaba pero aquí me gustó el arreglo de verdiales de la jabera. Siendo como es el Bobote uno de los músicos flamencos más importantes e influyentes de hoy, así hay que decirlo, a veces me pesa en las presentaciones de esta cantaora ese turbión rítmico. Por eso: qué felicidad para los pulmones, no sólo la malagueña, también la murciana y la soleá trianera. Y es que los muchos matices de esta voz grave, deliciosa, se muestran en su mayor esplendor cuando cesa la tenaza del ritmo. Hay una cantaora que me recuerda a la protagonista de un cuento que me contaba mi abuelo. Sólo que esta Estrellita de Oro jamás ha tenido que fregar sartenes. Y, si lo ha hecho, no se le nota. Tal es el brillo que tienen sus manos, su garganta.

En las horas previas a su actuación, Argentina recordaba que Un viaje al cante es un tributo a "esos cantes olvidados" "Peteneras, serranas, cañas, polos, garrotín, tangos del Piyayo, tientos tangos, murcianas...", enumeraba la onubense sobre esos cantes que ha rescatado del repertorio tradicional y "de Youtube, que me ha servido mucho", apunta sobre una labor de investigación cuyo reto más grande ha sido aprender "la cabal del Serna", "un cante muy difícil, que ha sido todo un reto".

Además, anunció alguna otra sorpresa para el comienzo del espectáculo, la cantaora interpretó catorce cantes tradicionales y uno nuevo: Pasajes en el tiempo, una bulería "preciosa" de Fernando Terremoto, incluida en su disco póstumo. "Mi productor, José Quevedo Bolita, el mismo que el de Terremoto, me propuso cantar este tema. Y es una manera también de rendir homenaje a Fernando, al que he admirado y admiro mucho", dijo la intérprete sobre el jerezano.

Este Viaje por el cante, aseguró, está concebido como un "espectáculo tradicional", con un espíritu comprometido con el arte que aprendió de la mano de maestros de la Fundación Cristina Heeren, ligados al devenir de algunos de los valores más sobresalientes de las nuevas generaciones del flamenco.

"La mayoría de cantes los conocía por mis maestros: de José de la Tomasa aprendí la caña, de Paco Taranto la bambera y la soleá de Triana, que es un cante que se hace muy poco", recuerda la intérprete, que prometió para su recital "en el que se intercalarán los temas alegres con otros más serios, con guiños que el aficionado sevillano, que es muy conocedor, sabrá reconocer".

Para su primera aparición en el Lope de Vega, y tras la excelente acogida que tuvo en el Central en la Bienal de 2010, Argentina se rodeó de un elenco cómplice: Bolita y Eugenio Iglesias a la guitarra, Bobote y Torombo a las palmas, Los Mellis en los coros y palmas también, José Carrasco a la percusión y Alejandro Cruz al piano.

La madurez artística de Argentina se refleja también en la calidad de sus colaboraciones. Bajo la dirección de Antonio Najarro, que tomó el relevo del maestro José Antonio, el Ballet Nacional ultima estos días los ensayos de ÁngelesCaídos y Suite Sevilla, la nueva producción que se estrenará el próximo día 22 y estará en el Teatro de la Zarzuela de Madrid hasta el próximo 1 de abril. Será la coreografía de Suite Sevilla, con música del maestro Rafael Riqueni, la que tendrá a Argentina como artista invitada. Una experiencia que abre las puertas a la onubense al diálogo entre disciplinas que cultivan algunos de los más interesantes intérpretes flamencos: "Colaborar con una institución como el Ballet Nacional es una responsabilidad enorme... Y aquí me hacen hasta bailar. Estoy muy contenta de colaborar con ellos porque es un espectáculo precioso, que recrea la historia de Sevilla, sus tradiciones, la Semana Santa, la Feria, sus jardines... Todas las cosas buenas que tiene la ciudad".

La onubense, nacida Argentina María lópez Tristancho en 1984, presentó anoche en el teatro Lope de Vega, un espectáculo con el que está recorriendo parte de la geografía española. Por delante le queda Córdoba, Málaga, Santander, Madrid... Allí oirán cantes en desuso, infrecuentes de escuchar en un escenario en directo, palos que recuerdan a una época en la que el flamenco se desplegaba en la complicidad de la noche.

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