exposición | panorámica a un creador único

América a mordiscos

  • El Museo Picasso inagura 'Dennis Hopper. En el camino', una mirada a la contracultura

Lo que ocurrió en la esfera cultural de EEUU durante los años 60, o más bien después de que Jack Kerouac publicara su libro On the road en 1957, termina pareciéndose a un cajón en el que caben muchas cosas: allí anidaron el cine independiente, el Pop art, el Underground, la Generación Beat, el nuevo periodismo y otras ocurrencias más o menos felices. Lo que muchos consideraron ya entonces una auténtica revolución cultural tuvo su inmediata respuesta en la contracultura, un fenómeno que en realidad constituía la otra cara de la misma moneda y que, al contrario del borrón y cuenta nueva que los gurús de turno preconizaban, no rechazaba los símbolos ni los rasgos más propios de la genética norteamericana adobándolos, eso sí, a su gusto. Pocos guías pueden resultar más eficaces para moverse por esta selva que el cineasta, actor, escritor, fotógrafo, pintor y coleccionista de arte Dennis Hopper (Dodge City, Kansas, 1936 - Venice, California, 2010), a quien el Museo Picasso de Málaga dedica su exposición Dennis Hopper. En el camino, inaugurada ayer, comisariada por el director de la pinacoteca, José Lebrero, y producida por el propio museo. La muestra, multidisciplinar donde las haya, podrá verse hasta el 29 de septiembre y sirve una mirada integral al Hopper creador, pero también, con más intención si cabe, un ambicioso viaje casi en clave de exégesis a todo lo que dio de sí la partera llamada América en los 60.

Dennis Hopper atesora en su biografía muchas de las contradicciones de su siglo. El mismo artista que en los años 50 actuó junto a James Dean en Gigante y Rebelde sin causa, figuró en los 60 en repartos de títulos emblemáticos como La leyenda del indomable y Cometieron dos errores y cerró la década en 1969 de manera genial con su debut como director, Easy Rider, fue el mismo que en los 70 supo del ostracismo de Hollywood (sólo suavizado por rescates de amigos como Wim Wenders en El amigo americano, de 1977, y Francis Ford Coppola en Apocalipsis Now, de 1979) mientras caía rendido a las adicciones más tenebrosas. En los 80, sin embargo, supo sobreponerse a través de su trabajo como actor en otras películas tan representativas como Terciopelo azul de David Lynch (1986) y Hoosiers, más que ídolos (del mismo año), que le valió una nominación al Oscar. En los 90 recuperó gran parte de la popularidad perdida gracias, sobre todo, a los papeles de malo en blockbusters como Waterworld y Speed, aunque también participó en trabajos más selectos como el Basquiat de Julian Schnabel. En todo este tiempo, además, Hopper mantuvo su dedicación a la fotografía (y, en menor, grado, a la pintura) hasta ganarse el respeto y la proyección de algunas galerías de prestigio en Europa y EEUU, por más que, en su caso, la imagen fija funcionara como una escuela previa a la realización cinematográfica. Su colección de arte también creció hasta hacerse considerable y admirablemente representativa del Pop art y el Underground. Tal y como recordó ayer José Lebrero, Hopper ya estuvo con algunos de sus compañeros de generación en la primera exposición de Marcel Duchamp que se celebró en EEUU, en Pasadena, en 1962; y, paradójicamente, Andy Warhol no celebró su primera exhibición en Nueva York, sino en la misma galería de Los Ángeles en la que Hopper ya había mostrado algunos trabajos. En realidad, cine y arte forman parte en el director de The last movie del mismo carisma, fraguado a mordiscos. Y por eso la exposición del Museo Picasso es, más que una aproximación distribuida en facetas, una causa común en la que asoman el cine, la fotografía, la pintura, la escritura y la música.

Organizada con la colaboración de The Dennis Hopper Art Trust, la Cinémathèque Française y la Fundación Almine y Bernard Ruiz-Picasso para el arte (FABA), Dennis Hopper. En el camino se estructura en cuatro etapas. La primera y más amplia presenta 141 fotografías en blanco y negro realizadas por Hopper entre 1961 y 1967, algunas inéditas. En ellas, el cineasta, que decidió hacer fotos después de que su esposa le regalara una cámara, retrata los paisajes comunes a su trayectoria vital, sazonados de carreteras perdidas y publicidades urbanas. Pero también demostró ya en aquellos años su particular facilidad para estar en el lugar apropiado en el momento oportuno, y así su objetivo se posa en ídolos del cine como Paul Newman, Jane Fonda y John Wayne en pleno rodaje; artistas como Marcel Duchamp, David Hockney y Andy Warhol en los albores de la Factory (Hopper acudió en los 60 al Actor's Studio neoyorquino para estudiar junto a Lee Strasberg y allí entró en contacto con el Underground); y un sinfín de seres anónimos que pueblan sus rincones predilectos. La segunda, de carácter más audiovisual, incluye fragmentos de algunas de sus películas, la proyección de algunos screen tests realizados por Warhol en 1964, curiosidades como una grabación de audio en la que se escucha a Hopper recitar el poema de Rudyard Kipling If, verdaderos hallazgos como una copia mecanografiada y con anotaciones del guión de Easy Rider y también música, a modo de banda sonora, con canciones de Ike & Tina Turner, Neil Young, The Byrds y James Brown (en este tramo se incluyen otras fotografías deliciosas, como una en la que aparece Brian Jones tocando el sitar). La tercera sección, más breve, está dedicada a la obra pictórica de Hopper, y la cuarta a algunos de los artistas a los que admiró y coleccionó, con obras de Rauschenberg, Ruscha, Lichtenstein, Oldenburg, Warhol y Wesselmann. Además de todos estos contenidos, una auténtica Harley Davidson, wroom wroom, recibe a los visitantes a las puertas del museo.

La presentación de la exposición contó ayer con la presencia de Marin Hopper, hija del cineasta, que hizo de anfitriona con José Lebrero, Bernard Ruiz-Picasso, la secretaria general de Cultura de la Junta de Andalucía Montserrat Reyes y el delegado de la Junta en Málaga, José Luis Ruiz Espejo. Hopper explicó que su padre "empezó a hacer fotos a modo de storyboards porque no estaba seguro de sus posibilidades como cineasta". Su película, ésta, aún perdura.

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