ENTREVISTA A ALEJANDRO JIMÉNEZ

"Las humanidades son fundamentales"

  • El profesor de la Universidad de Jaén lidera el mayor proyecto público español en Egipto

  • Cree que en España "el investigador nunca ha sido profeta en su tierra"

  • Defiende el estudio de las humanidades para conseguir ser individuos críticos.

Alejandro Jiménez, investigador de la Universidad de Jaén.

Alejandro Jiménez, investigador de la Universidad de Jaén.

Alejandro Jiménez imparte Arqueología en la Universidad de Jaén. También realiza campañas en Egipto desde 2008. Su proyecto fue creciendo hasta convertirse en el más importante que España realiza allí. Hace unos días acudió al museo del Louvre, en París, para contar su trabajo en la única conferencia sobre egiptología que ha organizado en 2016 la pinacoteca francesa. Charlamos con él para entender la importancia de su labor y conocer más detalles sobre sus investigaciones.

¿Cómo le fue en el Louvre?

La conferencia fue un éxito, ya que asistieron más de doscientas personas, algunas de las cuales eran prestigiosos investigadores franceses. Fue todo un honor haber sido el elegido para impartir la única conferencia de egiptología este año en el Louvre. En ella me centré en el trabajo que hemos hecho en los enterramientos de la familia de los gobernadores. Sus tumbas fueron reutilizadas más tarde, 200-300 años después: cuando la gente necesitaba enterrar a sus difuntos y no tenían capacidad para costearse sus propias tumbas, utilizaban otras ya hechas y se beneficiaban también de las ofrendas realizadas a esos difuntos. Llevamos ocho años trabajando allí que dan para mucho, así que podríamos estar mucho tiempo hablando. De hecho, estuve en Barcelona haciendo un monográfico hace un par de años de cuatro días.

¿Tiene más relevancia su labor en España o fuera?

En España el investigador nunca ha sido profeta en su tierra. Pero sí que es cierto que, cuando realizas descubrimientos inusuales, la gente se convierte rápidamente en tu amiga. Es como lo que ocurrió a los investigadores de Atapuerca: a nadie le importaba nada el paleolítico en España hasta que han hecho sus grandes descubrimientos y a partir de ahí sí que interesa... La pena es que haya muchos proyectos tan interesantes como el nuestro o más pero que, quizás, no tengan hallazgos tan visuales y por eso no se les apoya. En Egipto se conservan muy bien los objetos, como los ataúdes que tenemos que son totalmente obras de arte y eso es una suerte; pero hay proyectos centrados en la península ibérica que, desde el punto de vista de la aportación histórica, son tan interesantes o más que el nuestro.

El sur es muy rico en historia...

Probablemente la zona más rica arqueológicamente de toda la península ibérica. Es muy rica desde el punto de vista de las minas de metales y, lógicamente, eso se convirtió en un polo de atracción para muchas culturas que necesitaban esas materias primas. Y desde, al menos, el comienzo del primer milenio, comienzan a llegar poblaciones de todo el Mediterráneo que están más desarrolladas culturalmente: tienen estado, escritura o una administración compleja, cuando todavía se está discutiendo si en esta zona había estado o no en la época... Llegan con escritura y las fuentes escritas son las que te permiten conocer unas pinceladas y te ofrecen un paisaje mucho más que la realidad que la que te pueden dar sólo la arqueología.

¿Por eso apostó por la zona de Qubett el-Hawa para su trabajo investigador en Egipto?

En realidad es una zona muy interesante porque es fronteriza entre Egipto y el África negra y tiene muchas posibilidades de trabajo desde el punto de vista de la interacción de las diferentes culturas. Sobre todo porque la ciudad Elefantina, la capital egipcia de la zona, era un puerto de llegada de materiales y objetos del África negra, pero también de personas e ideas, así que era un lugar muy jugoso.

¿Y cómo llega hasta Egipto con la Universidad de Jaén?

En 2003 salió una convocatoria de la Junta de Andalucía para el retorno de doctores a centros de investigación andaluces. Yo estaba en la Universidad de Londres y con ganas de volver. Solicité el proyecto, me lo concedieron y también 12.000 euros para iniciar mi investigación. Con ese dinero pude hacer contactos con las autoridades egipcias y empezar también a trabajar con un proyecto italiano en la necrópolis de Qubbet el-Hawa, pero un desencuentro entre unos y otros hizo que los italianos decidieran no trabajar más. Entonces, las autoridades locales me propusieron trabajar allí: que buscase una tumba y si estaba bien el proyecto, me apoyarían. Y así fue.

¿Cómo ha evolucionado hasta convertirse en un proyecto de referencia a nivel mundial?

Los inicios en 2008 fueron horrorosos por el inicio de la crisis. Pero empezamos a trabajar con ilusión y poco a poco hemos ido creciendo en cuanto a número de investigadores así como a las ambiciones del proyecto, de tal manera que está convertido en el proyecto público de investigación español más grande que hay en Egipto.

¿Quiénes forman su equipo?

Pues por medio centenar de personas, pero no todos vamos todos los años, depende de los intereses de cada investigador. El año próximo iremos unos 38 investigadores de diferentes nacionalidades: Francia, Bélgica, Chequia, Alemania... Es el año que más personas vamos. Es un equipo muy diverso y complejo, pero también de mucho interés. En él hay personal investigador en química inorgánica, antropología forense, arqueozoología, antracología, topografía, restauración, arqueología, egiptología, ingeniería... El equipo es completísimo y es una oportunidad muy interesante para todos porque al final te permite aprender cosas que en tu campo de investigación no puedes. El intercambio de información y metodologías resulta siempre muy interesante.

¿Qué hallazgos ha realizado en estos años?

Son muchísimas cosas... Hemos tenido la oportunidad de excavar con metodología moderna el enterramiento de un gobernador, algo que no se había hecho desde hace más de cien años. Y hemos podido hacerle un análisis antropológico al difunto, algo bastante interesante ya que, por ejemplo, mientras tenemos estatuas de ese individuo con una espalda fuerte y recia, hemos visto que sufría una gran escoliosis, realmente era jorobado. Para mí ha sido una victoria conocer esto. También hemos hallado el cáncer de mama más antiguo, con más de 4.000 años de antigüedad. Es interesante porque los anteriores eran de época romana y en el caso que hemos descubierto vemos parámetros que aún se dan en la actualidad: mujer rondando los 40 años y que sufre una metástasis brutal y que durante más de un año es cuidada por sus familiares. Es de la clase acomodada pero no dirigente, pero en la investigación se han podido comprobar una serie de factores desde el punto de vista humano que son muy interesantes, como ese cuidado de personas con enfermedades graves durante mucho tiempo. También, claro, descubrir cámaras intactas... Cada una en sí es un triunfo. Es muy difícil resumir todo lo que hemos hecho desde 2008.

El año que viene afronta una nueva campaña, ¿cuál es su objetivo esta vez?

Iremos desde mediados de enero a mediados de marzo, tenemos dos meses de campaña. La primera fase, que se desarrollará durante las primeras semanas, será la de estudiar el material de la última campaña. Posteriormente, seguiremos las excavaciones en cuatro zonas diferentes de la necrópolis. Primero en la tumba que ya empezamos en 2008, que parece que no tiene fin y que nos ha dado muchas alegrías: allí hemos encontrado cuatro cámaras intactas y no es común que alguien tenga tanta suerte. Luego vamos a culminar un proyecto con una de las tumba más antiguas. Además, el año pasado encontramos una tumba prácticamente intacta donde encontramos una matriarca, pero ahora no nos quedar averiguar quiénes son los dos individuos que hay también allí enterrados.

¿Qué expectativas tiene para esta nueva misión?

Sinceramente, las expectativas es mejor no ponérselas. La arqueología tiene que cuando esperas que salgo alga, sale siempre algo diferente más o menos grande, mejor o peor... Pero otra cosa. Y se te queda cara de tonto, aunque siempre te sale también la sonrisa, claro.

Las zonas fronterizas son siempre muy ricas.

Sí, el objetivo del proyecto era analizar no solamente la arqueología funeraria de Egipto en la época faraónica, sino también ver qué intercambios había entre poblaciones egipcias y las del sur. Ver qué novedades se creaban como caldo de cultivo fronterizo.

¿Y qué han descubierto en ese sentido?

Hay una cuestión que yo no me esperaba y que es fruto de la formación que recibes y que a la larga tiene algunos axiomas presupuestos que no son así. Por ejemplo, siempre nos esperábamos que los gobernadores fuesen de etina blanca, mediterránea; y nos hemos dado cuenta que esa gran familia que está gobernando en Asuán, en Elefantina, hace 4.000 años, está formada por personas blancas, pero también negras. Es decir, que. La formación a veces nos da visiones colonialistas que las aceptas sin plantearte la realidad... Y por eso es muy importante estudiar este tipo de cuestiones.

"En esa época el color de la piel no era un elemento discriminador, sino que se entendía que el egipcio era todo aquel que hablase egipcio"

En esa zona fronteriza... ¿Había muros como los de hoy?

En la época en la que están viviendo los gobernadores que estamos excavando, sí que se construye un muro, pero era para protegerse de las incursiones de las poblaciones seminómadas de los desiertos que solían atacar los cargamentos comerciales del interior de África cuando llegaban a través del puerto, pues eran objetos golosos porque podían revenderse si los capturabas. Por eso los egipcios construyen un muro en el camino que va desde el puerto donde se desembarca hasta la zona protegida, unos seis o siete kilómetros. Pero muros que separasen culturas, existirían mucho más mentalmente que otra cosa, no tanto físicamente. Entre otras cosas porque Egipto, más allá del Valle del Nilo, es desierto.

Entonces parece que ahora pensamos de otra manera cuando llegan personas inmigrantes...

Bueno, no tanto. Cuando las poblaciones seminómadas tenían problemas de abastecimiento por sequía o cualquier otro problema, recurrían a las poblaciones sedentarias, en este caso los egipcios. Hay un papiro que refleja cómo un grupo de estas poblaciones, que podríamos denominar inmigrantes, llegan a un fuerte egipcio pidiendo comida porque el desierto, literalmente, se muere de hambre... Lo que no sabemos es si los aceptaron o no les ayudaron...

¿Por qué es importante conocer esa historia y la de Egipto? ¿Qué nos aporta?

Básicamente, cualquier proyecto de investigación busca responder preguntas que nos hacemos como personas. En nuestro caso, el proyecto es arqueológico, pero lo que pretendemos es escribir historia. Necesitamos saber de dónde venimos y en ese sentido Egipto forma uno de los pilares a partir de los que se construye nuestra civilización. Es cierto que nosotros, por ejemplo, tenemos más de Grecia y Roma. Sobre todo de Roma: de hecho ahora estamos conversando en un latín evolucionado. Pero claro, Roma no se puede explicar sin entender el Mediterráneo oriental, ni Grecia; así que para saber cómo Roma llega a ser Roma, hay que entender los pasos previos, como Egipto.

¿Y qué permite entender cómo eran ellos?

La formación en otras culturas es importante porque básicamente puedes emplear interpretaciones o reconstrucciones históricas que se han hecho en otras zonas del Mediterráneo y las puedes aplicar en tu zona de trabajo. Pero sobre todo, en el mi caso, en mis clases de Arqueología, la mayor formación que reciben mis alumnos es en arqueología peninsular y en ella las fuentes escritas son muy escasas hasta que comienza Roma. Y no se les da tanta importancia, quizá, como se les debería dar. Así que desde mi punto de vista lo que trato de ofrecer no es una clase sobre objetos, sino recordar al alumnado que hemos de compatibilizar el estudio de la cultura material, el objeto, con las inscripciones. Éstas son muy importantes no solo por lo que dicen, sino también por lo que callan. Ese juego es lo que trato de aportar yo al alumnado.

¿En qué nos ayudan los estudios de humanidades como la arqueología y otras disciplinas?

En primer lugar, hay que resaltar que las sociedades más desarrolladas en la actualidad invierten tanto dinero en las humanidades como en las nuevas tecnologías, porque al ser seres humanos necesitamos el conocimiento trascendental o espiritual, es algo que nos ayuda a entender cómo somos pero también a ser individuos críticos. Las humanidades lo que ofrecen es la capacidad de desarrollarte como un individuo crítico y por eso son fundamentales: Filología, Historia, Filosofía... Todo es, al fin y al cabo, entender qué somos como seres humanos y no tanto qué podemos hacer como seres humanos. Yo estoy muy de acuerdo con el desarrollo tecnológico, pero no debemos olvidar que somos seres humanos y que debemos seguir cultivando nuestro espíritu y nuestra capacidad crítica.

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