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El trauma del 13-N late en París un año después

  • Bataclan abre sus puertas en un concierto de Sting en la víspera del primer aniversario de una tragedia que aún no ha superado

La elección de la fecha es simbólica, una reivindicación de la vida. Bataclan reabrirá sus puertas hoy con un concierto de Sting en la víspera del primer aniversario de los ataques terroristas en París. Esta histórica sala fue renovada durante meses para eliminar los rastros del ataque de los islamistas el 13 de noviembre de 2015. El concierto simboliza un nuevo comienzo en tiempos de tristeza y recuerdos. La ciudad colocará placas en los lugares de los hechos para recordar a las 130 personas que murieron en los atentados terroristas.

Francia no ha superado ni de lejos el trauma. Es el atentado terrorista más devastador que ha sufrido desde la Segunda Guerra Mundial, una "agresión a nuestro país, contra sus valores, contra su juventud, contra su estilo de vida", según dijo el propio presidente, François Hollande.

A las 21:19 de aquella noche decenas de miles de fans del fútbol escucharon un estallido en el Stade de France durante el Francia-Alemania. Un terrorista suicida se quitó la vida fuera del estadio. Otros dos lo harían poco después. Seguidamente tres comandos del Estado Islámico atentaron con armas automáticas y cinturones de explosivos. Tres hombres consiguieron matar a decenas de personas en terrazas de bares al este de la capital. Pero el mayor baño de sangre lo perpetraron en el concierto del grupo The Eagles of Death Metal en Bataclan, donde abrieron fuego de forma indiscriminada y tomaron rehenes. Sólo en la sala mataron a 90 personas.

La serie de atentados de los últimos dos años ha sacudido fuertemente a Francia, donde se debate intensamente sobre la forma correcta de combatir el terrorismo, pero también sobre su propia forma de verse a sí misma. En este sentido, las consecuencias de los atentados han sido más dramáticas que el ataque contra la revista Charlie Hebdo y un supermercado judío en enero de 2015. La política cambió de tono. "Francia está en guerra", dijo Hollande. Su Gobierno impuso el estado de excepción, el país amplió sus ataques aéreos a las posiciones del EI y la ley antiterrorista se endureció.

"En principio hubo un llamamiento a la unidad nacional, que se tradujo en un giro a la derecha del Gobierno", dijo el sociólogo francés Michel Wieviorka sobre las consecuencias del 13-N. Pero la unidad no duró. Como concesión a los conservadores, Hollande quiso ampliar las disposiciones para retirar la nacionalidad a los terroristas, lo que condujo a reproches en sus propias filas y la reforma de la Constitución fracasó. Y a ello se sumó que los planes antiterroristas no pudieron impedir que otras personas murieran, sobre todo en el ataque de Niza, donde 86 personas perdieron la vida.

En la precampaña electoral en la que está inmersa el país, la seguridad es el tema estrella. La situación económica y la crisis social quedan en segundo plano. Y regularmente el Gobierno advierte que puede volver a pasar. Wieviorka ve en el acalorado debate un conflicto entre dos conceptos diversos de Francia: entre los que lo apuestan todo a la seguridad y los que quieren un país abierto. "No creo que el terrorismo pueda influir significativamente en los valores, pero cuestionarlos, seguro", señala.

honra a los soldados.Francia conmemoró ayer el armisticio que puso fin a la I Guerra Mundial con una ceremonia en los Campos Elíseos presidida por François Hollande, quien rindió homenaje a los caídos y lanzó un mensaje de unidad, en las vísperas del aniversario del 13-N, ante los retos que se avecinan.

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