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Los conservadores se impondrán de nuevo en las europeas de junio

  • Las formaciones socialistas se muestran incapaces de recoger en su favor el descontento por la crisis económica · La abstención puede alcanzar un nuevo récord con tan sólo el 34% de participación

A un mes de los comicios al Parlamento de la UE, los conservadores, que ya ostentan la mayoría en el hemiciclo, parten como favoritos ante una izquierda que no logra levantar cabeza, pero la gran protagonista de las urnas podría ser una abstención histórica.

Los sondeos difundidos hasta ahora coinciden: los conservadores del Partido Popular Europeo (PPE) obtendrían en los comicios del 4 al 7 de junio la mayoría de los 736 escaños del Europarlamento, única institución comunitaria elegida por sufragio universal.

El PPE renovaría así su mandato como primera fuerza de un hemiciclo cada vez más poderoso desde hace 30 años, pese a que su labor es mucho menos visible que la que ejercen las dos otras instancias de decisión de la Unión Europea (UE), la Comisión y el Consejo Europeo.

Sus decisiones, que se aplican a los 27 países miembros del bloque y cubren desde la protección de los consumidores al cambio climático pasando por las tarifas de las llamadas telefónicas, incumben cada vez más a la vida cotidiana de los 500 millones de europeos.

Si bien la crisis se anuncia como el principal caballo de batalla de la campaña electoral, ningún instituto de sondeo prevé que beneficie a la izquierda ni a su principal partido, el Partido Socialista Europeo (PSE).

Los socialistas seguirán representando la segunda fuerza del Parlamento, a la luz de las encuestas, pese a sus esfuerzos por atribuir a los conservadores la responsabilidad de la crisis económica.

Los euroescépticos podrían "ganar algunos escaños" y aumentar su peso tras la partida del PPE de varios conservadores británicos y checos principalmente, explica Julia de Clerck-Sachsse, del Centro de Estudios de Políticas Europeas de Bruselas.

En estas condiciones y a falta de rivales, la reelección -por parte del Parlamento- del portugués conservador José Manuel Durao Barroso al frente de la Comisión Europea se da casi por descontada.

Su confirmación, prevista en principio a mediados de junio, sería una de las primeras decisiones del hemiciclo. Pero la gran incertidumbre es la abstención. Un sondeo europeo realizado a principios de año apunta que únicamente el 34% de los europeos tiene pensado votar, lo que constituiría un nuevo récord después del 45% de 2004.

"Nuestro primer combate es la lucha contra la abstención", declaró la semana pasada el ministro francés de Agricultura, Michel Barnier, candidato a un escaño en el Parlamento.

La amenaza de la abstención planea tanto en los antiguos miembros de la UE como en los nuevos, como en Polonia o República Checa, debido a la lejanía que perciben los ciudadanos respecto a Estrasburgo (Francia) y Bruselas, sedes del Europarlamento, según el eurodiputado rumano Daniel Daianu.

El origen de este desinterés de los electores es múltiple, explica Andreas Maurer, un experto del Europarlamento en el Instituto Alemán para Asuntos Internacionales.

Entre las causas, Maurer cita el desconocimiento público de las prerrogativas del Europarlamento, la realización de debates clave a puerta cerrada o la ausencia de verdaderos temas europeos en las campañas de cada país, abocadas por lo general a ser un espacio de contienda política sobre problemas nacionales.

Pese a que soplan vientos a su favor, con una crisis financiera que ha devuelto al Estado un papel fuerte en la economía, la izquierda europea sigue sin imponerse a los conservadores, en clara ventaja en los sondeos para las elecciones al Europarlamento del próximo junio.

En Europa "no ha habido un fenómeno Obama como reacción a la crisis económica y política", declara a la AFP el eurodiputado socialista español Raimon Obiols, en referencia a la elección del candidato demócrata.

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