ANÁLISIS

Un año sin Mandela

  • Doce meses después de la muerte del ex presidente sudafricano, el país vive un clima político cambiante y fragmentado a raíz del descarrilamiento del Congreso Nacional Africano, partido que lideraba.

Sudáfrica cumple este viernes un año sin su ex presidente Nelson Mandela, con un panorama político cambiante que al padre fundador de esta República democrática le costaría reconocer. Sin referentes morales de la talla de Madiba ni su carismático liderazgo, el bloque oficialista comienza a fragmentarse en un fenómeno de consecuencias imprevisibles para el país. 

Pese a haber revalidado su habitual mayoría de más del 60% en las elecciones de mayo, el Congreso Nacional Africano (CNA) partido que lideró Mandela, ha visto irrumpir en el Parlamento a una nueva fuerza política, Luchadores por la Libertad Económica (LLE), de naturaleza y recorrido inéditos. Surgida de sus propias filas, con el que fuera líder de las juventudes del CNA Julius Malema como cabeza y corazón, el LLE pesca con éxito en los caladeros del oficialismo con un similar lenguaje de movimiento de liberación, que además se ocupa de temas olvidados como la corrupción o la pobreza. "Por primera vez, los votantes del CNA tienen adonde ir", dice el analista político Mondli Makhanya, quien destaca la energía y la juventud de Malema (de 33 años) y augura gran proyección a su formación, la tercera en número de parlamentarios tras la Alianza Democrática (AD). Además de amenazar muchos feudos del CNA en las municipales de 2016, el LLE se ha convertido en una molesta piedra en el zapato del poder, con sus coloridas y a menudo antirreglamentarias protestas parlamentarias contra los abusos del presidente Jacob Zuma abriendo diarios e informativos de televisión todos los días. 

Pero no acaban ahí los cambios de paisaje y los problemas para un CNA que ha perdido el favor de muchos compañeros de lucha de Mandela que combatieron en sus filas en los años de clandestinidad. Las críticas del sindicato metalúrgico NUMSA a Zuma han provocado su expulsión de la central sindical COSATU, actor histórico de la resistencia al apartheid y parte del conglomerado de poder del CNA. El reconocimiento de la obra política de Mandela -cuya lucha contó siempre con la solidez de COSATU como punto de apoyo indispensable- parece ser lo único que comparten las facciones enfrentadas en la organización. NUMSA es, con más de 300.000 afiliados, el mayor miembro de COSATU (que cuenta con más de dos millones de miembros), y su salida costará al partido de Gobierno buena parte de su capacidad de movilización social.  Además, NUMSA planea la creación inmediata de un partido a la izquierda del CNA, el Frente Unido (FU), que podría estar dirigida por el carismático líder rebelde de COSATU Zwelinzima Vavi y articularía reivindicaciones relacionadas con la corrupción, la autocomplacencia y el abandono del mensaje social del oficialismo. 

"Qué triste sería decirle a Mandela que la organización en la que confió (COSATU) camina hacia el colapso", dijo esta semana Vavi, que lamentó que los líderes sudafricanos actuales piensen más en ellos mismos que en el país. El FU se perfila como un grupo mucho más sólido política e ideológicamente que el del populista Malema, y cuenta a su favor con las estructuras sobre el terreno de NUMSA y los sindicatos de COSATU para que le sigan en su aventura de reclutar afiliados y atraer simpatizantes y electores. Al contrario de lo que piensan otros analistas, Makhanya no cree que la aparición del LLE y el FU empuje necesariamente al CNA a políticas más radicales y populistas de izquierda. "Es algo positivo, porque dará relevancia y legitimidad a la oposición, obligará al CNA a revisar su actitud arrogante", explica. 

Veinte años después de la liberación, con los objetivos de democracia, convivencia y confianza internacional que promulgó Mandela relativamente bien asentados, las urgencias de las masas pobres y sin formación, aún mayoría en Sudáfrica, parecen colocarse en el centro del debate político. Lo hacen de la mano del descarrile de un CNA acechado por la corrupción, el desprecio de la oposición y el Parlamento, la ineficacia en la gestión de los servicios públicos y su fracaso a la hora generar perspectivas de prosperidad a buena parte de la Sudáfrica excluida por siglos de dominio racista blanco. 

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