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Un 'Mesías' ante una misión imposible

  • Peso pesado en Europa, el candidato que despertaba emociones ha sido incapaz de empatizar con el electorado

Un 'Mesías' ante una misión imposible

Un 'Mesías' ante una misión imposible

Amparado por su tono combativo y elocuente, Martin Schulz asumió las riendas del Partido Socialdemócrata (SPD) para enfrentarse en las elecciones de hoy a la "eterna ganadora" Angela Merkel en un momento en el que una Alemania polarizada se dejaba seducir por el populismo y la ultraderecha.

Era el mes de enero. Hasta entonces presidente del Parlamento Europeo, Schulz, de 61 años, llegaba a su país presentándose como un ciudadano más, un hombre corriente dispuesto a batallar por la justicia social. Él, que durante 23 años como eurodiputado perteneció a la élite de Bruselas y Estrasburgo. Constituye una figura atípica en el ámbito político: en su biografía confluyen diferentes elementos que, a priori, no harían pensar que se convertiría en uno de los representantes públicos más destacados de Alemania. De joven soñaba con ser futbolista profesional. Su futuro se vio frustrado por una lesión que lo llevó a caer en una depresión y en la adicción al alcohol. Según contó a la prensa, en esa época bebió todo lo que pudo. "Estuve en uno de los peores momentos de mi vida. Tenía buenos amigos y una familia que me ayudaron y tuve suerte. Quizás mi vida pueda animar a otros a encarar su adicción", dijo.

Autodidacta y políglota, Schulz, antiguo librero, es un apasionado eurófilo

Ayudado por su hermano, recuperó la ilusión gracias a la lectura. Ejerció la profesión de librero y contrajo matrimonio con una discreta arquitecta paisajista con la que tuvo dos hijos. De formación autodidacta y sin ningún título universitario, es un apasionado eurófilo y habla seis idiomas (alemán, inglés, francés, español, italiano y holandés). Entre sus hobbies está la Historia, y asegura preferir la playa a la montaña como destino de vacaciones.

Es miembro del Partido Socialdemócrata Alemán (SPD) desde 1974 pero no fue hasta 1987 cuando ocupó un cargo público, al convertirse en alcalde de la pequeña localidad de Würselen, cerca de Aquisgrán. En este puesto se mantuvo hasta 1998, compatibilizándolo con sus responsabilidades en Bruselas. En la capital europea adoptó un fuerte perfil en política exterior y enseguida llamó la atención entre los periodistas por su franqueza a la hora de decir lo que opina. La fama internacional le llegaría en 2003 tras un tenso enfrentamiento con el entonces dirigente italiano Silvio Berlusconi, quien durante una sesión parlamentaria en la Eurocámara le espetó que encajaría a la perfección en el papel de un supervisor de un campo de concentración.

Hace tres años vio frustradas sus expectativas de asumir la presidencia de la Comisión Europea y se mantuvo como presidente del Parlamento Europeo, donde destacó por sus fervorosos alegatos y una incansable labor a favor de la unión comunitaria, que le valieron el Premio Carlomagno de 2015.

A final de 2016, cuando anunció que abandonaría su puesto para regresar a la política en Alemania, dijo que no le resultó fácil tomar la decisión porque consideraba un honor ser presidente de la Eurocámara. Nueve meses después de su desembarco en Berlín, Schulz ha pasado de ser el Mesías del SPD a convertirse en el rostro de las derrotas en cadena. Con él como número uno, su formación sumó este año tres fracasos consecutivos en elecciones regionales que desinflaron definitivamente su efecto en la antesala de la gran cita con las urnas. El candidato que despertaba emociones no era capaz de empatizar con el electorado. Tampoco acertaba a la hora de apretar las cuerdas a una escurridiza Merkel, a quien ha acusado durante la campaña electoral de no querer debatir sobre el futuro de Alemania.

Atrás queda la euforia que le permitió erigirse presidente socialdemócrata con el apoyo del cien por cien de la militancia, un hito que quedará soterrado hoy cuando el "avezado europeo" curtido en gestión de crisis sucumba ante el pragmatismo de la canciller.

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