El Gobierno del primer ministro israelí, Ehud Olmert, planea retomar las demoliciones de casas palestinas como medida de castigo después del atentado que el miércoles costó la vida a cuatro personas en el centro de Jerusalén, según publicaron ayer medios de comunicación judíos.

"Si hay que destruir casas, destruiremos casas; si hay que suprimir las ayudas sociales, suprimiremos las ayudas sociales", insistió Olmert en un discurso ante una conferencia económica en Eilat, a orillas del mar Rojo.

Fuentes citadas por la prensa israelí aseguraron que Olmert ha ordenado a sus ministros que adopten las medidas necesarias para retomar dicha práctica, en desuso desde que en 2005 un informe militar concluyera que no ayuda a combatir la violencia de manera efectiva.

"Si un terrorista sabe que después de un atentado su casa y la casa de su familia van a ser destruidas, entonces se parará a pensar dos veces si vale la pena", manifestó el ministro del Interior, Meir Shitrit.

También el jefe de la oposición y ex primer ministro, Benjamin Netanyahu, exigió actuar con una política de "puño de hierro" tras el segundo atentado perpetrado desde principios de año por un palestino residente en un barrio árabe de Jerusalén Este .

En reacción al atentado, el viceprimer ministro israelí, Haim Ramon, exigió que se aíslen con vallas los pueblos palestinos del Este de Jerusalén y amenazó con retirarles los carnets de identidad.

En medio del debate generado, el ex juez del Tribunal Supremo, Mijail Jesjin, rechazó la medida al considerarla un castigo colectivo contra los familiares de los terroristas.

Las autoridades aseguran que Jabr Duwait, autor del atentado, actuó en solitario y no pertenecía a ninguna organización armada palestina.

Según el abogado de la familia, Shimon Kokos, el agresor no era ningún terrorista, sino que actuó en un momento de locura ya que padecía de una enfermedad mental y en el pasado había estado dos años en la cárcel por delitos de drogas, robos en casas y por violar a una israelí.