Hojas de acanto

Servidores

En las hermandades existen una serie de personas, muchas de ellas anónimas, que son servidores de las mismas, su colaboración y ayuda es imprescindibles para el devenir diario de nuestras cofradías. Aunque para muchos de ellos es su modus vivendi, nuestras corporaciones significan mucho más y su dedicación es digna de consideración. ¿Cuántos Santizos, Mudos de Triana, Urracos… han trabajo por y para nuestra Semana Santa?

Un claro ejemplo lo viví un Miércoles Santo en un servicio en la Puerta de San Miguel de la Catedral como miembro del Consejo de Hermandades y Cofradías. Es impresionante ver entrar a las hermandades provenientes de distintos barrios y lugares de la ciudad.

Una de las pocas personas que estaba allí sentado al lado del Cabildo Catedral era el Mudo de Triana, ya envejecido por el paso de los años y cojeando con la ayuda de una muleta. Allí, sentando en un rincón, vio pasar las cofradías una tras otra. Él, que tantas insignias y cruces parroquiales había portado en numerosas estaciones de penitencia, El Mudo que por avatares de la vida ya no podía hacerlo, pero allí estaba en la Catedral viendo su Semana Mayor, quizás estuviera recordando tantas vivencias y experiencias vividas.

Casi al final de la tarde-noche vi al Mudo dejar la muleta apoyada en la pared y con toda templanza, propia de las limitaciones de la edad, pero con la suficiente anticipación, se puso un alba y un ropón para llevar la cruz parroquial de su querida Hermandad de la Siete Palabras, la llevó desde la Puerta de San Miguel despacio, muy despacito, pero con gran cariño luchando contra el tiempo, con la fuerza que da el querer y la fe de tantos y tantos años portando la cruz, símbolo de nuestra fe y de nuestra identidad. Tras llevarla a la Puerta de los Palos, hecha su misión, con la misma parsimonia con que se había recubierto, se desvistió y con gran esmero dobló su ropón y se marchó lentamente.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios