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La primera película (jonda)

  • Nueva York, 1894: una de las primeras películas es un baile flamenco y la primera vez que se graba una mujer en movimiento

Carmencita Dauset. José Luis Navarro García y José Gelardo Navarro. Sevilla, La Hidra de Lerma. 151 páginas.

Les presentamos un documento de enorme importancia histórica que, sin embargo, viene envuelto en un ropaje modesto. Se trata de un librito con la biografía de una bailaora hasta ahora prácticamente desconocida. Eso sí, la edición es excelente, pues a la gran importancia de la información que contiene, expuesta de manera directa y articulada sobre los documentos originales de la prensa del momento, tanto de España como de París, Nueva York y Londres, se une la calidad de las reproducciones artísticas y fotográficas que contiene, pues dicha bailaora fue modelo de pintores, fotógrafos y pioneros de la cinematografía. De hecho aquí encontramos la clave de la que es primera grabación en imágenes del flamenco, y una de las primeros registros visuales del movimiento humano.

Si decide irse este agosto de vacaciones a Nueva York y hace una visita al Metropolitan, tal vez se sorprenda al contemplar un cuadro titulado Carmencita, firmado por el pintor local W. M. Chase y fechado en 1890. Se trata de una figura de mujer, bailando al son de unas castañuelas, que mira franca y confiada, de sonrisa enorme y profunda, al espectador. Es Carmen Dauset (Almería, 1868) bailaora que visitó Estados Unidos en esta época: Carmencita debutó en 1889 en el Niblo's y hasta 1894 bailó en el Teatro Koster & Bial's, Grand Opera House de Booklyn, el anfiteatro del Madison Square Garden (ante 12.000 personas), el Teatro Broadway y en otras ciudades norteamericanas como Long Branch (New Jersey), Chicago, Boston, además de una gira que llevó por la costa oeste. En marzo de 1894 mostró para el kinetoscopio recién inventado por Edison (la primera proyección pública data de mayo de 1893) su baile en movimiento, siendo la primera mujer filmada por Edison, es decir, en la historia del registro del movimiento humano, según el historiador de cine C. Musser. La grabación, que dura 23 segundos, está depositada en la Biblioteca del Congreso norteamericano y puede verse en este enlace. Les recuerdo que las primeras proyecciones públicas de los hermanos Lumiere tuvieron lugar en París en diciembre de 1896. Durante su estancia norteamericana, Dauset también fue maestra de bailes flamencos para las damas de la alta sociedad. Continuaba de esta manera una fabulosa carrera internacional que se había iniciado en París y que continuaría en Londres. Mantuvo una larga relación profesional con John S. Sargent y fue objeto de la pluma del poeta José Martí. Para sonrojar hasta la médula a los que hablan ahora de que "el flamenco ha logrado, al fin, situarse en el punto de vista internacional". El caso de Carmencita no es puntual, como demuestran las investigaciones de Rocío Plaza Orellana (Bailarinas de Andalucía en Londres y París: 1830-1850, 2005) y Gerhard Steingress (Y Carmen se fue a París, 2006). Este documento supone un desmentido inmenso a los que consideran al flamenco, tanto dentro como fuera de su campo, un arte reñido con las nuevas tecnologías y las innovaciones escénicas. Por el contrario, se trata de un arte "popular y moderno" que desde el primer momento se alía con las artes y la industrias culturales del siglo XX: el cine, la fotografía y los registros sonoros. El tópico del flamenco anquilosado y rancio es un invento reciente, fruto de la escasez de medios propia de la posguerra española.

De una de sus actuaciones privadas, en el estudio del pintor Beckwith, hay otro excelente documento visual de primera calidad, unas fotografías que se pueden consultar aquí, donde la vemos con sus guitarristas. El baile de Carmen Dauset, tal y como se desprende del único testimonio en movimiento que tenemos, es un prodigio de naturalidad y gracia y atesora las características de lo que más tarde se llamó Escuela Sevillana: braceo sensual, punteado elegante, juego de caderas, hombros, cabeza, rostro, brazos y manos, a los que suma una gran agilidad. Se desplaza de esta manera hacia el poniente andaluz uno de los hitos de lo jondo: no todo es el triángulo bajo-andaluz.

Carmencita posó para varios lienzos de Sargeant de la que probablemente fue amante. Protagoniza El jaleo (1882), uno de los cuadros más populares de su autor, además de los dos titulados La Carmencita, ambos de 1890, uno de los cuales está en el Museo de Orsay. El otro representa a la intérprete en el frenesí de su baile. Sargeant organizó, en estudios de pintores amigos y salones privados, recitales de Carmen con la intención de vender los cuadros de la bailaora.

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