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"La competencia genera actividad para todos"

  • Musicóloga y clavecinista, la valenciana Marian Rosa Montagut presenta al frente de su conjunto Harmonia del Parnàs su último disco, una selección de 'La Dorinda' de Corradini

Marian Rosa Montagut, hace unos días en Sevilla

Marian Rosa Montagut, hace unos días en Sevilla / Juan Carlos Vázquez

Reconoce que los siete años pasados en el CSIC, sin otra actividad que la investigación musicológica, "fueron maravillosos". "Podía ir a los archivos que quisiera, de España y el extranjero. Tengo material de Londres, Cambridge, Roma...". A Marian Rosa Montagut se le ilumina la mirada cuando habla de su pasión por los archivos: "Me gusta pisar el archivo, tener el papel, trabajar con la fuente de forma directa, tengo un ojo clínico desarrollado que me permite descartar sobre la fuente lo que me gusta y lo que no para mi grupo". Su grupo, Harmonia del Parnàs, fue creado entre 2003 y 2004 y presenta en estos días su sexto álbum, una selección de La Dorinda, drama pastoral de Francesco Corradini (c.1690-1769), un compositor veneciano que trabajó en Valencia y Madrid desde 1728 hasta la fecha de su muerte.

-Corradini aparecía también en su disco anterior, Bárbaro. ¿Hay una continuidad entre ambos trabajos?

-Claro. En Bárbaro hacíamos obras de dos compositores que coincidieron en Valencia: música sacra de Francisco Hernández Illana y profana de Francesco Corradini. Hernández Illana era maestro de capilla del Real Colegio del Corpus Christi cuando Corradini, que estaba al servicio del príncipe de Campoflorido, se instala en la ciudad en 1728. Después Illana fue llamado a la catedral de Burgos, porque de él se valoraba especialmente el conocimiento de la música moderna, es decir, italiana. En 1730 o 31 Corradini llega a Madrid y se convierte en máximo rival de Nebra en los teatros de la capital. Pero antes, aún en Valencia, había estrenado esta Dorinda. El manuscrito de la obra se encuentra en la Biblioteca Nacional.

-Ofrece una selección de la música, supongo que a causa de restricciones presupuestarias.

-En efecto. Nos hubiera gustado grabar la ópera entera y hacer una versión escenificada, pero es una obra en tres actos, que en su totalidad puede irse por encima de las cuatro horas de música; no teníamos medios para afrontar algo así. He seleccionado una serie de arias, las que me parecían más atractivas.

-La crisis ha afectado muy duramente al sector de la música. ¿Se nota en cosas como esta?

-Desde luego. Ahora se hacen proyectos muy pequeños. A veces tienes que hacer arreglos de las obras. Yo no estaba acostumbrada. Hemos pasado de hacer música con cuatro solistas, coro y orquesta a conciertos en los que a veces somos cuatro en total. Siguiendo nuestros discos se aprecia claramente: a partir del cuarto CD empezamos a bajar el número de músicos. En los tres últimos trabajamos con dos cantantes y una plantilla instrumental reducida. Y no tenemos más remedio que adaptarnos al repertorio que puede funcionar con esas plantillas. Eso te limita, porque tienes inquietudes que no puedes abordar. A mí me habría encantado retomar el Réquiem de Rabassa que grabamos en su día y creo que es una de sus mejores obras, este año que se cumplen los 250 de su muerte, pero con los medios actuales es prácticamente imposible hacer algo así.

-Aparte de la crisis económica, la competencia es cada vez mayor en España.

-Pero eso es buenísimo. Multiplica el trabajo. Genera actividad para todos. Los buenos grupos hacen que haya más conciertos y más festivales aquí, e internacionalmente abre muchas puertas a otros grupos españoles.

-¿En los 13 años de actividad de su grupo ha notado esa llegada de una generación joven de gran nivel?

-Yo no hablaría tanto de los más jóvenes, sino de la generación que ahora tiene entre 30 y 40 años, una generación de gente luchadora, que se buscó la vida fuera en condiciones no siempre idóneas, y que ha aportado y sigue aportando muchísimo. Pero lo cierto es que nuestro grupo partió ya con una base buenísima. Siempre trato de buscar los cantantes en función del repertorio, el estilo, pero empezamos ya con un grupo de cantantes estupendos, eso no ha cambiado.

-¿En qué sentido afecta su formación y trabajo musicológicos a la actividad del grupo?

-Hay una continuidad en el trabajo, tanto de conciertos como discográfica. Si coge los discos, ve que empezamos haciendo música de José Escorihuela, un autor que trabajé en mi tesis doctoral y que tenía muchos villancicos en la catedral de Tortosa; trabajamos sobre la festividad de la Virgen de la Cinta, que era la principal fiesta de la ciudad. En ese disco incluimos un villancico de José Pradas a la Virgen de la Cinta. Después hicimos un monográfico de Pradas y luego nos acercamos a Rabassa (su Requiem), que fue el sucesor de Pradas en la catedral de Valencia. Después continuamos con un disco que tenía obras de Rabassa y de su sucesor en la catedral, Pascual Fuentes. Y de ahí pasamos al archivo del Corpus Christi con Illana y nos metimos por primera vez en la escena con Corradini. Hay siempre un hilo conductor que parte lógicamente de mi trabajo musicológico, porque todo el trabajo de recuperación lo hago yo. A veces cojo trabajo de otros musicólogos, pero incluso en esos casos, me voy a la fuente y la reviso, y cuando la fuente está inaccesible lo repaso todo minuciosamente siguiendo mi criterio. Muchas veces te llevas sorpresas. He encontrado errores musicales básicos que se han ido arrastrando porque una edición estaba mal hecha, y la obra se ha grabado a lo mejor cinco veces por grupos de primer nivel y todas estaban mal. Mire, por ejemplo, el famoso Esperar, sentir, morir de Hidalgo tiene una estructura diferente a aquella con la que se editó. Y el editor lo dice en la introducción de su trabajo, pero parece que nadie lo leyó. Además en esa misma edición el texto está incompleto. Yo lo hice el año pasado con el texto completo. Para mí son satisfacciones enormes, poder llevar a un concierto obras que no se han hecho nunca o no se han hecho nunca como están escritas.

-Ahora que parece que vuelve a estar de moda el debate, ¿qué papel juega en todo esto el concepto de autenticidad?

-Es muy sencillo. Vale todo. Uno puede hacer una versión histórica o no. Uno puede hacer lo que quiera, porque se trata de arte, de música, y en esto, el criterio meramente artístico puede tener tanto valor como el histórico. Pero lo que no puede hacer es engañar. Yo sé cuándo estoy haciendo un proyecto con criterios históricos y cuándo no. No puedes ir de purista. Todos nos salimos muchas veces del rigor histórico. Cuando preparo la música veo que hay cosas que no funcionan y tengo que cambiarlas; a veces se trata de errores evidentes de los originales. ¿Los respetamos también?

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