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Releyendo a Bach

  • Contrastes Records ofrece un sorprendente trabajo para dos guitarras del alemán Joachim F. W. Schneider titulado 'Goldberg', una mirada hacia Bach.

Imagen promocional del CD 'Goldberg' publicado por Contrastes Records.

Imagen promocional del CD 'Goldberg' publicado por Contrastes Records. / royds fuentes-imbert

Pocas figuras más incontestables en el mundo artístico occidental que la de Johann Sebastian Bach. El compositor de Eisenach se ha convertido en una especie de tótem al que se rinde culto no sólo desde el terreno musical. Artistas plásticos, literatos, cineastas, fotógrafos, incluso arquitectos y diseñadores de casi cualquier cosa que uno pueda imaginarse parecen encontrar inspiración en su rigurosa concepción del arte sonoro, en la que confluyen matemática y retórica, objetividad y subjetividad, equilibrio y emoción, orden y audacia, siempre, no debe olvidarse, con el culto a la divinidad como último y esencial objeto de su dedicación. Soli Deo Gloria ("Sólo la Gloria a Dios") era la divisa bachiana, y en ese punto alguno puede equiparar la eternidad de Dios con la de las reglas naturales de la armonía, una noción que arranca del ideal pitagórico.

Obviamente es, en cualquier caso, en el mismo campo de la música en el que Bach se presenta como un modelo inmarcesible, abierto permanentemente a todo tipo de relecturas y reinterpretaciones. El sello Contrastes Records presenta entre sus últimas novedades una de las más originales y elaboradas relecturas del arte de Bach que yo haya tenido ocasión de conocer en los últimos años, Goldberg, obra para dos guitarras compuesta entre 2011 y 2012 por el compositor bávaro Joachim F. W. Schneider (Feuchtwagen, 1970). En 1737 Johann Adolph Scheibe criticó a Bach en su Critischer Musikus por considerar su música poco amena, por sofocar su naturalidad con "un estilo ampuloso" y volverla oscura con "un arte demasiado grande". Johann Adam Birnbaum, profesor de retórica y amigo de Bach, salió en su defensa: "La verdadera amenidad de la música consiste en la unión y alternancia de consonancias y disonancias sin herir la armonía".

Las referencias a la obra bachiana atienden a la estructura profunda de la música

Schneider parece seguir el dictado de Birnbaum: funde y alterna consonancias y disonancias en una partitura cuyo referente es por supuesto el de las Variaciones Goldberg, aunque se trata de un referente meramente formal, sin que la obra original aparezca literalmente nunca. Como Bach, Schneider escribe un aria con 30 variaciones seguidas de la repetición del aria de inicio. Como Bach, Schneider estructura sus variaciones en serie de tres, de las cuales una de ellas es un canon, mientras para el resto usa diversos aires de danza (flamenco, ländler, vals), viejas formas clásicas (fugas, tocata, passacaglia) y piezas de bravura. Como Bach, Schneider varía sus cánones según un principio regular, pero si Bach lo hace aumentando la distanca de los intervalos (el primero es al unísono, el siguiente a la segunda, etc.), Schneider procede mediante la reducción de las proporciones rítmicas (7:6, 7:5, 7:4... hasta el 1:1). Como Bach, también Schneider escribe la variación 30 como un Quodlibet. Es decir, las referencias a la obra bachiana atienden a la estructura profunda de la música y no a aspectos melódicos, rítmicos o de color de las notas.

Schneider enlaza también con el pensamiento bachiano otorgando especial relevancia al contrapunto, al distribuir por la obra cuatro fugas que parten de cada una de las cuatro secciones en que se estructura el aria. En las guitarras de Jürgen Ruck y Petri Kumela, que registraron la partitura en Múnich en 2015, las Goldberg de Schneider se alzan como una forma de diálogo fértil entre el arte actual y los grandes clásicos del pasado. Una manera no sólo de releerlos sino de hacerlos aún más clásicos, extrayendo de ellos posibilidades que sus autores no pudieron contemplar. El disco, del máximo interés para los curiosos, se completa con seis piezas bachianas para órgano en transcripciones (esta vez, literales) de Jürgen Ruck para las dos guitarras.

Coincide esta publicación con otro par de lanzamientos del sello de raíz sevillana con residencia londinense: en uno de ellos, registrado en los estudios que Contrastes tiene en Burguillos, el francés Judicaël Perroy recoge bajo el tan verdiano título de Paris une solitude peuplée, obras de Villa-Lobos, Scriabin, Ponce, Takemitsu y Sor; en el otro, el ucraniano Marko Topchii ha incluido piezas de Sainz de la Maza, Ruiz Pipó, Giuliani, Gerhard, García Abril, Lauro, Moreno Torroba y Barrios Mangoré bajo el título de Van Gogh Fire.

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