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John Cage, el inventor

  • Las obras de la década de 1940 recogidas en este CD de ECM representan bien el espíritu iconoclasta del americano.

Cage: As It Is. Alexei Lubimov, piano Natalia Pschenitschnikova, voz ECM (Diverdi)

1935. John Cage asiste a los cursos de Arnold Schoenberg en la Universidad de California del Sur, pero las enseñanzas del maestro del dodecafonismo no parecen estimularlo, así que cuando se pone a probar con las series, estas no resultan ser demasiado convencionales. "Usted no será compositor, pero sí un inventor genial", le dice Schoenberg. Años después, un periodista se interesa por la cuestión: "¿Qué ha inventado usted?". "He inventado la música".

Pasados cien años de su nacimiento en Los Ángeles y veinte de su muerte en Nueva York, sobre la figura de John Cage siguen pesando algunos tópicos surgidos a menudo de una deficiente información, que lo convierten en una especie de experimentador abstruso e incomprensible. Puede que esa imagen parta en buena medida de las históricas sesiones de la primavera y el verano de 1952 cuando Cage inventa junto a algunos compañeros y amigos (el pianista David Tudor, el bailarín Merce Cunningham, el pintor Robert Rauschenberg) los happenings artísticos, en el transcurso de uno de los cuales presenta su emblemática 4'33'', una secuencia de cuatro minutos y treinta tres segundos de silencio, respuesta a los lienzos en blanco del propio Rauschenberg.

Para entonces, Cage había ideado ya innumerables artilugios musicales, especialmente percutivos, el más influyente de los cuales es el piano preparado, que consiste en la inserción entre las cuerdas del instrumento de todo tipo de materiales (tornillos, pernos y otros objetos metálicos, trozos de papel, monedas, piezas de madera...) según un plan estricto. Para el piano preparado Cage compuso multitud de obras (incluido un concierto) sobre las que penden igualmente infinidad de prejuicios, pero cuando el oyente neófito se sienta a escucharlas, donde esperaba una insoportable sucesión de sonidos metálicos y disonantes se encuentra con una música de una simpleza y una dulzura subyugantes.

Tanto en sus gestos performativos, tan vinculados al dadaísmo, como en su desdén por la tradición occidental, que lo llevó entre otras cosas al empleo del azar mediante la práctica adivinatoria china del I Ching (Libro de las mutaciones), hay en Cage una postura iconoclasta que no está lejos de la de su admirado Satie y su idea de la música mueble. Este disco con obras de los años 40 representa bien esa actitud: incluye piezas para piano, para piano preparado y para voz (los textos son de James Joyce, Gertrude Stein y e. e. cummings) en las que domina la sencillez de una sucesión de sonidos (y silencios) libres de ataduras, jerarquías y reglas, en las que uno debe prepararse para cualquier sorpresa, olvidándose de los sustentos principales de la tradición europea: tensión/distensión, repetición/variación, desarrollo, forma… para dejarse llevar, de la mano del pianista Alexei Lubimov y la voz de Natalia Pschenitschnikova, por una música que parece en efecto un arte recién inventado.

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