A Marta Sánchez, que vive en Miami, le dio por cantar el himno nacional con letra propia al final de un concierto. Alguien la grabó, lo colgó en la red y se hizo viral. La que le ha caído; le han dicho de todo menos guapa. La izquierda radical y parte de la civilizada se enerva con estas cosas; para los Iglesias y Colaus de la España cutre pachanga y fachosa, los Évoles de guardia y los que se arrogan la representación exclusiva de la "cultura", lo patriótico es el dogma de lo público, la pobreza energética y que les digo yo, este mes la libertad de unos tipos a los que llaman presos políticos. Ese es un discurso bastante falso. Lo que tienen es alergia a la nación porque creen que eso es de derechas; no se enteran de que España no es patrimonio sólo de unos, es de todos, de ellos también, y que cada uno la vive y siente como le viene en gana. Los himnos tienen un componente esencial de identidad emocional, de ponerte la piel de gallina. Y da igual que sea la bandera o el himno de un país que la de una causa. Estos progres de la nada que critican nuestros símbolos comunes- no les quitaré yo ese derecho- se licúan con otros que a mí no me dicen nada, pero respeto. Cuando los veo con el puño en alto cantando la Internacional creyéndose los más solidarios del planeta, no me pongo como loco porque ensalcen una ideología que ha dejado un reguero de cien millones de asesinados que nadie busca; mantengo la calma. No los veo enfadarse con los independentistas cuando se apropian de "Els Segadors", ni aluden por ello a las desigualdades sociales en "Catalonia". Les parece normal que los franceses canten la Marsellesa con la mano en el pecho, pero les revienta la bandera rojigualda, porque como dice Iglesias "perdimos la guerra y ya no nos sale decir España". Maldita guerra, a ver si nos dejan terminarla de una vez.

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