Con la venia

Lápidas

La reciente reinterpretación histórica de nuestras hermandades a veces nos confunde y nos introduce en falsas recreaciones del pasado a modo de ucronías. La generalización sin más argumentos que la moderna innovación de la historia cofradiera sevillana, con sus luces y sus sombras, no es la metodología más adecuada para el análisis crítico ni científico de las mismas.

Nuestras cofradías han sido y son diferentes, aun a pesar de la pretendida globalización emuladora. El "todos por igual" tan sevillano es una falacia. Pues en la diversidad radica la riqueza cultural y patrimonial de nuestras cofradías. En este sentido, en casi todas las basílicas, templo, iglesias, capillas, etcétera, sevillanas se custodian ejemplos del paso del tiempo en curiosas lápidas o losas sepulcrales, conmemorativas, ornamentales e informativas. Pocos son los cofrades que las conocen y las identifican hoy correctamente. Lástima. Pues en ella hay una parte de la historia de nuestras cofradías que nos participa del pasado, incluso del ingrato.

Aunque para muchos -cosas de una simulada modernidad- haya ahora que ocultarlas vergonzantemente, todas fueron fruto de su tiempo. Ni más ni menos. Mármoles vetustos que nos hablan de personajes históricos, de sus creencias cristianas y sus devociones. Otros de notables acontecimientos lejanos ya en el tiempo, relacionados, tal vez, con la fábrica de los templos, o visitas de monarcas, o de fundaciones pías. Y también hay criptas sepulcrales. Pero todas ellas manifiestan la mentalidad y la religiosidad popular de una época -a veces no muy lejana- y de unos cofrades determinados, que nos guste o no, formarán parte de nuestro patrimonio para siempre. Por eso debemos respetarlas. Inventariarlas. Conocerlas. Interpretarlas. Ponerlas en valor y -en nuestra modesta opinión- nunca corregirlas ni ocultarlas. La historia no se puede modificar porque todos somos los que fuimos. Y las cofradías también, con sus lápidas, que lo recuerdan.

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