Por nuestras calle y plazas un fragante perfume inunda el aire, la flor del naranjo nos deleita con su aroma. Jerez huele a algo clásico, tradicional, ancestral… Escribía hace tiempo es esta misma página que los olores evocadores de mi infancia eran el olor del mosto en otoño y el del azahar en primavera. El primero, desgraciadamente, ya ha desaparecido de nuestras calles, pero el segundo, afortunadamente, no. Otro recuerdo de mi infancia es la exquisita mermelada de naranja que se hacía con las naranjas agrias.

Naranjos , limoneros y toronjos producen flores de azahar. Los naranjos fueron traídos a España por los árabes, que a su vez lo importaron del sureste asiático. En las descripciones medievales del Jerez almohade se destacaban las fuentes de las huertas y las higueras, olivos, vides, y naranjos, entre otras frutales. El nombre parece provenir del árabe hispánico azzahár y este del árabe clásico az-zahr, que significa flores.

El azahar se emplea en perfumería, como planta medicinal (es un magnífico relajante) . Ahora el frío y el viento son sus principales enemigos, pero previsores ellos, tienen una carga de flores suficientes para asegurar una buena cosecha. En estos días ventosos nuestras calles parecen alfombradas de blanco con una suave fragancia esparcida por doquier. La naranja con su forma esférica, su color llamativo y su sabor dulce y ácido a la vez, la convierten en el fruto del deseo, de las pasiones. Sus numerosas pepitas hablan de un amor fecundo.

Las flores, sin embargo, son símbolo de nobleza, virginidad y pureza. En muchos países se regalan a la novia en las bodas un ramito de azahar. Aprovechemos pues este regalo de la Naturaleza en estas fechas, no por ser gratuito tiene menos valor. Y a regalar azahar a los seres queridos…

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