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"Le dije al arzobispo que necesitaba la ayuda de Dios y de alguien más"

  • Mercedes Antúnez. Historia personal convertida en causa colectiva. 'Mater et Magistra' atiende discapacidades intelectuales y pone su intelecto en organizar un concierto benéfico

Mercedes Antúnez, en la oficina de Discos Senador.

Mercedes Antúnez, en la oficina de Discos Senador. / Belén Vargas

Hija predilecta de Mairena del Aljarafe y de San Juan de Aznalfarache, los municipios en los que está Mater et Magistra, asociación para personas con discapacidad intelectual de la que Mercedes Antúnez (Zalamea de la Serena, Badajoz, 1946) es presidenta "y chica de los recados".

-¿Cuál fue el detonante?

-Mi hijo Rubén, el cuarto de los cinco. Nació el Jueves Santo de 1975 a las tres de la tarde. Le pusieron la vacuna de los tres meses y en lugar de crearle anticuerpos le produjo lesiones cerebrales irreversibles. Encontré un grupo de padres que compartíamos hijos con problemas y falta de recursos. ¿Dónde estaban los niños? En su casa metidos.

-¿Por qué 'Mater et Magistra'?

-Ángel del Barrio, que ya falleció, decía que para trabajar con esos niños había que tener el conocimiento de una maestra y la dulzura de una madre. Eran tiempos de encíclicas.

-¿La vida también es maestra?

-Yo hice Magisterio y esto es un aprendizaje continuo. Ellos son nuestros maestros, aprendes tanto. Tengo para siete Quijotes.

"EL CARDENAL NOS CEDIÓ LOS TERRENOS Y EL ALCALDE DE SAN JUAN DECÍA QUE ERAN BUENOS PARA UNA GASOLINERA"

-¿Cómo empieza su historia?

-Con la generosidad de Carmen, dueña de la finca Valparaíso, en Gelves, dicen que allí estuvo don Juan Tenorio. Alquilábamos locales para una Unidad de Estancia Diurna, Taller Ocupacional. Nos dio una carta para el arzobispo, había terrenos para un colegio y en San Juan ya había tres.

-¿Con la Iglesia no toparon?

-Me preguntaron que con qué medios contábamos. Les dije que con personas con discapacidad, sin un centro donde ir y con ganas de luchar por conseguirlo. Ésos eran nuestros medios.

-¿Encontraron apoyo?

-Tuve una segunda entrevista con Bueno Monreal, ya viejito. Nos iba a ceder un terreno por cien años para que con la ayuda de Dios hiciéramos el centro. "Monseñor, de Dios y de alguien más", le dije al cardenal.

-¿Dónde encontró esa ayuda?

-No fue fácil. El que era alcalde de San Juan, Antonio Pérez, me dijo que ese terreno era buenísimo para una gasolinera.

-¿Vencieron ese obstáculo?

-Fue decisiva la ayuda de Antonio Pacheco, que era director de Cáritas. Debajo de los terrenos estaban los hermanos Hernández Barea, los dueños de la arrocería Herba. Sólo vive Elías, yo hice muchísima amistad con Telesforo, el mayor. Lo primero que hizo fue mandarnos dos economistas, teníamos más trampas que una película de chinos.

-¿Otro ángel de la guarda?

-Tenían previsto hacer una obra social con Revilla, el de los chorizos, que era del mismo pueblo de Soria que ellos. Le dije que por qué no lo hacían aquí al lado. El 6 de noviembre de 1999 se puso la primera piedra y justo un año después se inauguró. Estuvo hasta Botín, que era amigo de ellos. Telesforo nos dio las llaves y no llegó a verlo. Murió antes.

-¿Se quedaron sin mecenas?

-Contamos con la ayuda de su viuda, Rosa. Ni un solo año han dejado de llamar de Ebro Puleva, nueva sociedad arrocera. Siempre hay cosas que arreglar. Los baños, el aire acondicionado, queremos hacer un programa europeo para robotizar el centro.

-¿A cuántos atienden?

-A 150 personas. 40 viven en el centro. Contamos con 93 puestos de trabajo, hay usuarios que necesitan de tres personas.

"A Pepa se le fueron tres hijos aquí y con 80 años viene todos los días desde Coria, está en la cocina, cose ropa"

-¿Cómo llegó a Sevilla?

-Porque me casé con un sevillano. De niña conocí a los padres de mi marido en un balneario, le pedí a su madre un tebeo y me dijo que no tenía tebeos, pero sí un niño guapísimo para casarse conmigo. Yo tenía 12 años, él 14.

-¿Cómo surge el concierto?

-Por una visita a nuestro centro de Pablo, de Discos Senador, y Pilar. Mater impresiona.

-¿Qué música le gusta?

-Aunque no nací aquí, soy hija predilecta de dos pueblos y madre de cinco andaluces. Me gusta Ecos del Rocío, 27 años haciendo el camino con niños de Mater. Me gusta Medina Azahara. Mi sueño es ir al concierto de Navidad de Viena, los valses de Strauss. A Rubén le encanta Vivaldi.

-¿Han cogido el testigo?

-Mi hija Beatriz, que nació después de Rubén, es una de las primeras tituladas de Dependencia. Trabajan muchos hermanos y sobrinos de usuarios. Hace falta gente con vocación de servicio, con empatía, que los ponga en su lugar sin quitarles su sitio.

-Desigual batalla, como el Quijote...

-Nos matan cada vez que se nos van. A Pepa, que tiene ochenta años, se le fueron tres hijos cuyo caso lo estudió el Instituto Pasteur, y ella viene todos los días. Está en cocina, cose ropa, le echa la bronca a las limpiadoras.

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