Serrat

Para mí es obvio que lo que soporta el referéndum se asienta sobre la insurgencia a la Ley que nos hemos dotado

Hace unos días le escuché al Sr. Serrat unas declaraciones acerca del conflicto independentista que se está viviendo en nuestro país. No me extrañaron las obviedades que dijo porque, a pesar de no conocerlo, de la imagen que me llega, lo tengo por una persona prudente y razonable. Para mí es obvio que lo que soporta el pretendido referéndum, por mucho que se intente arropar de una legalidad "ius naturale", en caso de los más atrevidos, o "ius Gentium" para los que lo son un poco menos, se asienta sobre la insurgencia a la Ley que todos nos hemos dotado.

Pero no voy a quedarme con lo que ahora ya todo el mundo ha escuchado y comentado. A mí me interesó mucho más la segunda parte de su discurso, ese momento desapercibido en el que de forma jocosa intentó endulzar el ambiente. Sostuvo el cantante algo así como que, aunque él está a favor de las urnas, no cabe votar en un referéndum que se va a celebrar sin garantía alguna, que ha sido auspiciado por unas leyes que se han aprobado pasando por encima de los derechos de la oposición en pleno: el PSOE, Ciudadanos e incluso el PP. Y fue aquí donde, dejando escapar una sonrisa, o cuando menos así lo intuí al otro lado del transistor, indicó que eso era lo único que realmente le molestaba de todo esto, coincidir con la Derecha en semejante asunto.

Y así es. Tengo la impresión que la Izquierda de este país se compadece de una forma complicada con las ideas, propuestas o intenciones que provengan, sean compartidas o asumidas por la Derecha. Incluso en aquellas en las que se coincide por cuestiones ajenas a la ideología se ha de buscar la excusa o la coartada para justificar esa confluencia. Tras la sombra de la gran recesión, de la profunda crisis que ha desolado nuestra economía y, ahora observo con tristeza que quizá nuestra sociedad también, han emergido grandes redentores, inmaculados predicadores envestidos de la razón que se arrogan como emanada del pueblo, voceros que procuran trajinar con todo aquello que les permita cuestionar el orden de que nos dotamos en el 78. Por eso es precisamente ahora cuando más necesitamos que la Derecha y la Izquierda, sin rubor alguno, sin fisuras, abracen una causa común, un fin que bien merece el encuentro. Porque si premiamos a quien incumple las normas y, por el contrario, afeamos la conducta de quien vela por su cumplimiento, estaremos abocados a vivir en una eterna revolución.

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