En agosto la actividad suele ralentizarse acompasada a las temperaturas y la templanza se transmite al ánimo con el que transcurre la vida. Es lo que nos pide el cuerpo aunque hay quien se empeña en mantenernos irracionalmente crispados, Trump nos bombardea con lapidarias amenazas de diluvios de "furia y fuego", Maduro con anuncios de acudir a las armas para conseguir lo que no se pudo con los votos. Y nos tratan de convencer que atacando a personas y recursos se consigue proponer un turismo sostenible y respetuoso con la ciudadanía y entornos habitables.Hay alguien interesado en este disparate para que no hablemos de otras cosas, de lo importante, de los problemas sociales, de los servicios públicos, de la financiación de las administraciones, del funcionamiento de nuestras instituciones. Necesitamos inteligencia y templanza, tal como definía hace años un dirigente sindical: "hay quien piensa que el conflicto se crea olvidando que es preexistente porque existen intereses contrapuestos. Nuestro papel es justamente aflorarlo, atemperarlo y dirigirlo a ese extraño territorio donde la parte más débil tiene algo que ganar", en batallas a campo abierto siempre vence el poderoso.Penoso es que tanto infantilismo consiga que los que cuestionamos la cultura del 'pelotazo turístico', el abuso en precios y calidades, las condiciones de trabajo inaceptables, seamos acusados fácilmente de 'turismofobia', cuando exigimos democracia se nos llame 'imperialistas' y si pedimos justicia social nos tilden de bolivarianos. 'Ganancia de pescadores' que desvían la atención haciendo su 'agosto'. En Jerez poca templanza se está demostrando al tratar del equilibrio entre descanso y espacios de ocio, no vale la inhibición porque Jerez debe ser una ciudad habitable y habitada, tener un modelo de ciudad es responsabilidad del gobierno municipal..

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