ENTREVISTA

"¿Quién sustituiría la aportación de la AIQB si dejara de existir?"

  • Tras unos años en los que se viene denunciando la inseguridad jurídica en la industria por decisiones de las administraciones, las empresas del Polo siguen con inversiones récord en la última décadaPara el presidente de AIQB la realidad es que una empresa de este tipo no puede parar su actividad física en dos días, necesita mucho tiempo

Gerardo Rojas lleva año y medio al frente de la Asociación de Industrias Químicas y Básicas (AIQB) de Huelva y apenas le quedan seis meses para cumplir los dos años reglamentarios de mandato. En estos momentos no se plantea si va o no a seguir siendo la cabeza visible de un sector que en los últimos tiempos está pasando por momentos de conflicto, generados desde los despachos de las administraciones local y autonómica. Él dice no entender muy bien lo que pasa, y por qué está pasando, aunque sigue siendo optimista al ser un gran defensor de este tipo de industria.

-La industria de Huelva parece aferrarse últimamente a tiempos convulsos. ¿Cómo está en estos momentos el sector?

-Llevamos unos años con una situación de cierta inseguridad en el sentido de que una parte importante de nuestra actividad está sujeta a decisiones de las administraciones, que hasta que no acaben decidiendo dejan a las empresas en una posición poco clara para construir estrategias de futuro. Parte de esa incertidumbre se ha resuelto pero otra esta pendiente de un pronunciamiento final, que sigue manteniendo a Fertiberia en un ambiente de cierta indefinición de su futuro a medio plazo. Esta es la inseguridad jurídica a la que nos referimos. Una mala circunstancia que no ayuda a que los inversores tengan las ideas claras y claramente perjudica, ya que determinadas decisiones que iban a suponer mayor volumen industrial en Huelva se aplazan o se cancelan.

-Entonces, ¿se ha comenzado a notar en las cuentas de resultados?

-Afortunadamente hemos tenido un perfil inversor muy interesante en los últimos años y las previsiones que tenemos para los próximos siguen siendo muy importantes, muy superiores a la media que hemos arrastrando en décadas anteriores. Lo que no puedo afirmar es lo que hubiera sido en un clima más favorable. Las inversiones no se han alejado, pero podrían haber sido más numerosas. Hay casos concretos de inversiones que se han cancelado o incluso que se han realizado en otras factorías. Posibles ampliaciones que en vez de llevarlas a cabo en una industria de Huelva se han hecho en otro lugar. Podíamos haber crecido mucho más, sin duda.

-Por lo que está diciendo, el retroceso no se ha producido.

-No se ha retrocedido, en absoluto. Estamos hablando de inversiones superiores a mil millones de euros anuales de media. Esa es la realidad actual. En un periodo en que se produce la inversión de Cepsa, el mayor inversor en la provincia, que es quien está subiendo la media. Exactamente, desde 1990, 3.000 millones, y en los últimos cuatro años, 1.600 millones. El récord en 2004 fue 550 millones. En 2006, del orden de 450 millones. Y hay otros 2.000 millones en el horizonte de 2007-2010. Tres mil millones de 1990 a 2007, pero más de la mitad de ellos en los últimos cuatro años.

-El empleo que han generado esas inversiones, habrá subido.

-La realidad tangible es que a pesar de que las tecnologías nuevas requieren menos mano de obra, sin embargo ésta, que es la que realmente hace falta para que las fábricas funcionen, ha crecido, concretamente en el año 2006, en 343 trabajadores. En la actualidad trabajan en las empresas de AIQB 6.748 trabajadores de forma directa, llegando a más de quince mil si tenemos en cuenta los empleos indirectos e inducidos

-La industria, entonces, se salva de la tendencia a la baja que se ha producido en otros sectores en la provincia.

-A mí me gustaría resaltar un valor de esta industria, y es que con sus altibajos ha sido una industria tremendamente estable en cuanto a empleo se refiere desde hace décadas y que a pesar de todos los avatares y la inseguridades que desaniman en determinada medida a la inversión, seguimos siendo un sector creciente. Es cierto que si finalmente en algún momento algunas empresas cesan su actividad, en esos años vamos a ver un descenso, tanto del volumen de negocios y del valor añadido que se genera para la provincia, como del empleo. Y esto es lo que nos preocupa.

-Cómo ve la posibilidad de que en un futuro PGOU se plantee como fecha límite para las industrias del Polo el año 2023.

-El PGOU a largo plazo puede condicionar el futuro industrial de Huelva si se decide que las concesiones administrativas para la utilización de los terrenos tiene su plazo de finalización. Entonces si hay un proyecto urbanístico que pueda acoger a las mismas instalaciones u otro que rechace que el territorio se utilice para otra actividad supone tanto como pensar que a partir de 2023 tengamos que poner término a esta actividad. Esto es una barbaridad, pues las tecnologías van avanzando y los procesos son más compatibles con la actividad diaria de una ciudad, además de que la economía de Huelva necesita de la presencia de la industria básica como generadora de una actividad que ejerce un efecto multiplicador de valor incalculable para los territorios y donde es lógico y normal que existan ese tipo de industrias donde hay una implantación, una cultura industrial y supongo un valor a conservar, no un activo a dinamitar. Totalmente compatible.

-¿No ve alternativa alguna para la industria química en un caso extremo?

-Lo que no tiene sentido es empeñarse en ocupar para otras cosas los espacios industriales que existen. Esa manía persecutoria de querer ocupar el espacio que ocupa la industria nos parece una gran irresponsabilidad y, valga la expresión, matar una de las gallinas de huevos de oro que, todo hay que decirlo, no sobran mucho en Huelva. No sé quién sustituiría las aportaciones de AIQB si por arte de magia dejara de existir a corto plazo. Empleo, rentas, no hay actividad inversora alternativa. No obstante, hay un hecho cierto: los ayuntamientos tienen hoy una enorme capacidad para favorecer o dificultar, e incluso oponerse, a una determinada actividad desde el punto de vista de la administración del territorio.

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