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Las escalerillas del parque de la ESPERANZA

  • El control de los ingleses Los cabezos de la Huerta de la Esperanza eran suyos y desde una caseta en uno de ellos lo controlaban todo, incluidos los depósitos de agua que les abastecían

La casa del guarda de la Compañía de Río Tinto marcaba todo el frente de los cabezos. Centinela en un lugar prácticamente despoblado, aparece por encima de las Escuelas Municipales de la Esperanza. Desde el cabezo de la Horca lo controlaba todo, incluido el cabezo colindante, donde se encontraban los depósitos de agua a cielo abierto de la propia compañía que abastecían todas sus propiedades. Los ingleses lo tenían todo: deposito de agua, la Casa Colon como hotel para vivienda del staff, el hospital y el barrio para los obreros. El Hotel Colón resultó ser en su inauguración, en 1883, uno de los mejores en su estilo de España; otra de las grandes cosas proyectadas por Sundheim que ya pensaba en acoger en él a los visitantes del IV Centenario del Descubrimiento de América en 1892. En aquella época sorprendía por detalles como el tener baños de agua dulce y salada.

La primera piedra de las Escuelas de la Esperanza se colocó en terrenos cedidos por la compañía inglesa al Ayuntamiento en el mes de agosto de 1911 y dos meses más tarde el pleno municipal concede autorización para la construcción de una casa para guarda del huerto de la Esperanza, que era como se le conocía a toda esta zona. Se inauguraron en el año 1917 y están en uso hasta los años sesenta, de cuando es la imagen.

La fotografía recoge un espacio singular para la ciudad. Es la última etapa de las Escuelas de la Esperanza, pero la zona continuaría siendo popular por la escalerilla que unía la parte baja con la alta a través del cabezo que estaba aterrazado. Desde la calle Cardenal Cisneros se llegaba hasta la que más tarde sería la Vía Paisajista, un nombre que hacía honor a la imagen hermosa que desde aquí se contemplaba de la Ría, hoy perdida entre tanta edificaciones. Se puede ver en la foto las casas tradicionales de la ciudad, en esta zona de no más de dos plantas.

La escalerilla comunicaba inicialmente con las Escuelas de la Esperanza para luego ser también camino frecuente no solo a las nuevas barriadas de la zona, como la del Barrio de las Bolas o Federico Mayo, sino camino del hospital Manuel Lois.

Un gran cabezo a cuyos pies se asentaba una ciudad que con las lluvias sufría el barrizal que se esparcía por todas sus calles hasta que ambas laderas se apantallaron. Primero la del parque de la Esperanza en los años setenta, con piedra de laja. La fórmula elegida para hacer lo mismo con el parque Alonso Sánchez tampoco fue muy acertada, quedó alicatada con los bloques de hormigón.

1962

2017

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