huelva de ayer A hoy

De LA PALMERA como seña de identidad onubense

  • El chequeo El estado de la palmera se revisa cada seis meses por su longevidad, de 120 a 130 años, con una altura de 26 metros

  • Los técnicos dicen que está en buenas condiciones

Huelva a lo largo de generaciones ha ido marcando sus señas de identidad en elementos que le son identificativos. Los más duraderos son aquellos que los propios onubense hicieron suyos, a veces sencillos, cotidianos, que les son amables y cercanos. Una ciudad donde no destaca la grandiosidad de monumentos, sí supo encontrar esas referencias necesarias que le llegan al corazón.

Son puntos referentes en el día a día que por mucho que los veas, los sientas o te tropieces con ellos, no se vuelven monótonos, sino incluso necesarios. En ocasiones se ven influenciados por un entorno cambiante, que no les es beneficioso; a veces implacable, por el cambio al que la ciudad está sujeta y obligada a modernizarse. Por eso cuando estos elementos se mantienen, se hacen más obligados en la relación del hombre con su ciudad, siempre necesitado de puntos de referencias, un halo de cercanía que le traslada a otra época sin perder la realidad actual.

Encontrar esas referencias en una sociedad cambiante constituye algo con lo que evocar recuerdos del ayer que no se desea que se evaporen, porque difuminarlos es perder un origen.

Huelva supo a lo largo de su historia hallar esas señas de identidad, muchas de ellas se mantienen a pesar de los zarandeos urbanísticos de distintas épocas.

Es el caso de la palmera de la actual Plaza Quintero Báez, que a lo largo del tiempo ha conseguido mantenerse enhiesta y desafiante en la encrucijada de calles que le abrieron en su entorno.

La documentación histórica que hay sobre esta palmera la sitúa en una de las casas que existían aquí. En una manzana que expropió el Ayuntamiento en 1908 para el ensanche de la zona, y que al quedar en la plaza se mantuvo hasta la actualidad. Es la antigua plaza de la Cruz del Vizcaíno, la de Saltés, de Quintero Báez, pero al final quedó el nombre popular, primero la del Bacalao -por su forma- pero se mantuvo el de La Palmera. Desde el proyecto de apertura de la calle Puerto a la Vía Paisajista de 1965 aquí hubo muchos cambios e ideas: un monumento a Alonso Sánchez o un pórtico en columnas de hormigón; e incluso se hizo un mosaico -hoy desaparecido- con evocaciones precolombinas. Pero siempre quedó la palmera.

Esa cercanía a elementos identificativos lleva necesariamente obligados un cuidado y mantenimiento periódicos, esta semana le tocó revisión a la palmera por los servicios municipales de jardinería.

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