juicio por el doble crimen de almonte | duodécima sesión

Los peritos que analizaron las muestras del coche de Medina no hallaron sangre

  • Los psicólogos evidencian el doble trauma y el peligro de suicidio de Marianela Olmedo

La duodécima sesión del juicio por los asesinatos de Miguel Ángel Domínguez y la pequeña María tuvo ayer como intervinientes a los agentes del Servicio de Criminalística de la Guardia Civil que analizaron las muestras que los investigadores les remitieron procedentes de las distintas propiedades del acusado, Francisco Javier Medina, entre ellas un pantalón de chándal de color blanco y unas zapatillas Nike localizadas en la vivienda de la calle Cristo, o un par de guantes gris y rojo y un cuchillo con mango negro que guardaba en su taquilla del supermercado. Compararon estos indicios con una muestra de saliva del presunto autor de los hechos y concluyeron que sólo había sangre en el chándal y que ésta era del acusado; en las zapatillas deportivas encontraron varios perfiles genéticos, "ninguno compatible con Francisco Javier".

Uno de estos dos agentes del laboratorio analizó, además, las muestras que se recogieron en el Volkswagen Golf de color azul propiedad del acusado, donde previamente otros especialistas de la Guardia Civil, apoyados por un perro experto en la búsqueda de fluidos humanos, habían localizado "olor a sangre". El guardia civil indicó que, en efecto, estudió los hisopos remitidos por la Policía Judicial de Huelva, pero que ambos test dieron negativo: no encontraron sangre en esas muestras.

Una perito refrenda a Toxicología y cree que el ADN llegó a las toallas por transferencia directa

Los dos efectivos agregaron, además, que "tenemos constancia de que no se rompió la cadena de custodia" de todas las evidencias que fueron objeto de análisis en el Departamento de Biología del Instituto Armado.

En la sesión intervino por vídeoconferencia desde Estados Unidos la doctora en Biología, Genética y Antropología Sara Zapico, perito de la acusación particular, quien refrendó el informe del Instituto Nacional de Toxicología (INT) de mayo de 2014 en el que se señala que el ADN del acusado está en las tres toallas analizadas de dos baños del domicilio en el que se cometió el doble crimen y que los restos genéticos de Medina llegaron allí "por contacto directo" y no por transferencia indirecta, a través de su entonces amante, Marianela Olmedo, mujer y madre de las víctimas.

La experta, preguntada por las diferencias entre el primer análisis que realizó la Guardia Civil -donde no hallaron restos celulares de Medina- y el de Toxicología -en el que sí- señaló que, aunque los dos son fiables y están perfectamente homologados, el laboratorio del INT tiene unos recursos más completos que el primero.

En la sala se escucharon ayer los testimonios del psiquiatra y los dos psicólogos que han venido tratando a Marianela Olmedo desde que asesinaron a su marido y su hija, quienes achacaron los cambios que la mujer realizó en sus declaraciones a un "desbloqueo de la memoria" que se fue produciendo a medida que iban surtiendo efecto los tratamientos a los que está sometida.

El psiquiatra Antonio Rodríguez explicó que Olmedo ha sufrido hasta cuatro impactos potentes desde que el 29 de abril se descubrieron los cadáveres de María y Miguel Ángel: el de los asesinatos, el de la detención de su compañero sentimental en junio de 2014, el del convencimiento -tras mostrarle la Guardia Civil las pruebas contra Medina- de que quien había sido su pareja podría estar implicado en los crímenes y el del propio juicio.

La psicóloga Mercedes Cañadas explicó que Marianela "tiene tres duelos, por su marido, por su hija y por la pérdida de su pareja; y dos traumas, uno por los asesinatos y otro por la detención de Fran" como presunto autor de los mismos. Con la celebración de la vista oral "otra vez está con ideas suicidas", una circunstancia que se agrava, en opinión de la psicóloga, "por la presión social que recibe todos los días como dardos hirientes en las redes sociales". Cañadas añadió en este sentido que padece "fobia social por el acoso que sufre porque no cumple el rol característico de una sociedad machista".

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