A Pedro Martínez le arrebataron la vida "a traición y por la espalda" el pasado miércoles, tal y como confirmó su hija, Rocío Martínez, ayer a este diario. Además, la data de la muerte se remonta a varias horas antes de que encontraran el cuerpo en la madrugada del jueves, concretamente a las 22.00 horas del miércoles 17 de diciembre, según el informe del juez que realizó el levantamiento del cadáver. Sus amigos aseguraron asimismo haberle dejado en el lugar en el que falleció en torno a las 21.30 horas. Es la última vez que le vieron con vida.

Su padre, al que ella le había perdido prácticamente la pista hace cuatro años, vivía en la calle y se ganaba la vida vendiendo rosas sentado en uno de los umbrales de la calle Concepción. "Le mataron mientras él estaba haciendo sus necesidades, de varios golpes en la cabeza" y con un objeto "contundente y esquinado" cerca de los soportales de la Plaza de la Soledad en los que se disponía a pasar otra de las frías noches de este otoño que parece invierno.

Con el dolor lógico y la rabia contenida, Rocío Martínez aseguró que "no voy a permitir que la cosa se quede así y que el que haya matado a mi padre se vaya de rositas porque él no se merecía esto".

De otro lado, decenas de onubenses que conocían a Pedro, que le estimaban y le compraban las rosas rojas que solía vender en el centro de Huelva, han ido depositando flores y velas en el portal en el que él solía sentarse mientras se ganaba la vida. Y es que el hombre de los inmensos ojos azules se había ganado a fuerza de educación y buenos modos el cariño de esta ciudad en la que finalmente ha perdido trágicamente la vida.

Su hija agradeció las muestras de cariño de los onubenses y manifestó que "no me cuadra que le haya pasado esto porque mi padre era una buena persona y todo el mundo le quería". Los restos mortales de Pedro Martínez ya están en Badalona, donde reside su familia, y recibirá sepultura hoy, a las 11.30 horas, en el cementerio de Pomar de Badalona.

Su familia pretende ofrecer la próxima semana una misa en su memoria en la ermita de la Soledad de la capital onubense, a la que volverán a desplazarse para seguir de cerca la investigación del caso, que sigue en este momento bajo secreto de sumario.