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El mejor ejemplo de sensatez y naturalidad

  • Escolares del Safa-Funcadia asisten a un encuentro en Aqualon con expertos en tsunamis de 'La gran ola'.

Profesores del colegio Safa-Funcadia y alrededor de 280 escolares atienden a la charla del profesor de la Onubense Juan Antonio Morales, que participa en el documental La gran ola.

Profesores del colegio Safa-Funcadia y alrededor de 280 escolares atienden a la charla del profesor de la Onubense Juan Antonio Morales, que participa en el documental La gran ola. / josué correa

¿si hay un edificio muy alto, podemos subir a la azotea para salvarnos? ¿Si llega un tsunami a Punta Umbría, llegará también a Huelva? ¿Si nos coge en la calle, qué hacemos? ¿Qué probabilidad hay de sufrir un tsunami en los próximos 50 años? ¿Cuál es el mayor de la historia? ¿Y si no hay un sitio elevado para ir en millones de kilómetros, qué hacemos?

Las preguntas vienen de escolares de 11 a 14 años. De la curiosidad que despierta en ellos la amenaza de tsunami que hay en la costa de Huelva. Estos días la ha traído a la actualidad un documental, La gran ola, que pretende alertar del riesgo para informar y formar a la población. Y en los escolares ha calado el mensaje, exhibiendo su curiosidad innata con naturalidad, sin miedo ni alarmismo. Con una sensatez pasmosa de la que bien pueden tomar nota las autoridades y el resto de la población.

Unos 280 alumnos del colegio Safa-Funcadia, de sexto curso de Primaria y los dos de Secundaria, asistieron por la mañana a un interesante encuentro en los cines Aqualon con expertos en tsunamis que colaboran con la película del director onubense Fernando Arroyo. Y se fueron de allí con alegría, entusiasmados con lo aprendido, deseando llegar a casa, decían, para explicarles a sus padres la importancia de estar preparados.

Una niña británica de 10 años salvó a su familia y a un centenar de personas que estaban en ese momento en la playa de Maikhao, en Tailandia, cuando el 26 diciembre de 2004 reconoció los indicios de la llegada inminente del tsunami, por las explicaciones que había recibido en clase de su profesor. Esa playa fue una de las pocas de Phuket donde no hubo muertos ni heridos de gravedad, tras comprobar cómo la marea bajaba de manera repentina y que el agua "se pusiera rara".

La historia saltó a los medios internacionales esos días y ayer la recuperó el geólogo de la Universidad de Huelva Juan Antonio Morales, uno de los mayores conocedores de la incidencia histórica de tsunamis en la provincia, como ejemplo de "lo bueno que es prestar atención en clase". La interpretación más seria: la necesidad de saber qué hacer cuando se produzca el fenómeno. "Con educación entre la población y un buen sistema de respuesta seríamos capaces de superar la catástrofe", subrayó.

Claro que no pretendía alarmar este foro a los pequeños. Tampoco el documental de Arroyo, con calificación para todos los públicos para su exhibición en salas. De hecho el profesor Morales convirtió la sala 5 de los cines en un gran aula de física, de geología, para responder, de antemano, cuestiones que muchos se plantean.

¿Por qué hay olas de 15 metros todos los días en Nazaré (Portugal) y no pasa nada, y en cambio hay tsunamis con olas de 15 metros tan mortales? La diferencia viene de la longitud de onda, de la distancia entre olas generadas, mayor en la catástrofe, que le hace desplazar mucho más volumen de agua: 75 hm3 frente a los 0,15 de una cresta típica que disfrutan los surferos. Por ello, "la energía del tsunami es 100 millones de veces superior a esas olas diarias que se ven en la costa de Portugal".

Más cuestiones de física: "El tsunami se comporta más como fenómeno de marea que como ola". Si una pleamar tiene 6 horas, en este caso entra el agua en 20 minutos.

Antonio Nogales, miembro de la organización Bomberos Unidos Sin Fronteras y responsable de la Unidad Canina del Ayuntamiento de Huelva, desplazada a medio mundo para rescates en este tipo de catástrofes, aportó más datos para la prevención, en base a su experiencia en Sri Lanka. Primero, una recomendación básica: no ir a la costa a ver cómo ha bajado el nivel del agua o cómo ha quedado todo tras la llegada de la primera ola, "porque la segunda y tercera son mucho peores".

Más actuaciones claves: marcharse a un sitio elevado. Sí, vale un edificio alto, una azotea, pero es necesario educar a sus propietarios de que deben abrir las puertas, como ya se está conviniendo en los grandes hoteles de Lagos, en el Algarve. En Huelva sirve el Conquero, o subir hasta el Instituto Rábida. También hay soluciones para lugares sin elevaciones naturales ni edificaciones, creando torres artificiales para resistir el embate de las aguas. Y tener claro que debe haber un punto de encuentro para la familia, sin necesidad de tener que buscarlos antes: "La prioridad es ponerse cada uno a salvo".

Los niños salieron con dos certezas: habrá un tsunami y es posible salvarse si se está preparado.

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