Huelva

La mañana del Corpus se vistió de fiesta en Huelva

  • El obispo hizo una defensa de la vida desde el nacimiento y pidió la solidaridad para los más necesitados, "donde veamos la vida marginada, rota y destrozada"

El de ayer fue un Corpus tempranero, no se repetía en esta fecha desde 1913, y la mañana nació fresca pero en el desojar de las ventanas se veían que las nubes aunque estaban ahí se escuchaba el trinar de las golondrinas sobre la alta torre de San Pedro dejaban diluir la amenaza que sobre esta procesión tenía la lluvia. Las calles se empezaban a vestir para la Fiesta del Corpus, se esparcían los helechos y el romero desde los camiones del Ayuntamiento, impregnándose de ese aroma para el día en el que Dios sale a la calle.

A las puertas de la Santa Iglesia Catedral el presidente del Cabildo, Juan Mairena Valdayo, recibía al obispo de Huelva, monseñor José Vilaplana Blasco, al que ofrece el agua bendita para asperjar a los fieles; le acompañaba el obispo emérito, monseñor Ignacio Noguer Carmona. Tras la visita al sagrario todo esperaba ya a su inicio. Llegan los últimos, aquellas representaciones más retrasadas. El problema volvía a ser que las hermandades y asociaciones tenían que esperar en la calle al inicio de la procesión, nuestra Catedral no tiene espacio para más.

El fandanguillo del reloj de la catedral daba las horarias de las nueve aun pendiente del inicio de la ceremonia religiosa cuando sonaba el órgano y se iniciaba los cantos del pueblo con 'Hacia ti morada Santa' . Por la linterna de la catedral se iba filtrando la luz de un sol deseoso también del Corpus que iba tranquilizando la mañana. Un día tan inquieto en el tiempo que obligó a la Hermandad de las Cadenas a no poder montar el altar de Nuestra Señora de la Merced, pero quedó expuesta en el interior en una de las capilla del templo catedralicio.

La jornada de ayer tuvo algunos matices que le dieron un tono especial, fueron sencillos pero gratos de captar. Una homilía la del obispo de Huelva en la que terminó con unos versos de Góngora que recitó de memoria o ese deseo manifiesto de monseñor Vilaplana en el que invitaba especialmente a los niños de Primera Comunión a ser ellos los que recibieran la comunión de manos del propio prelado. Se dirigió así especialmente a los niños que venían acompañado por vez primera al Corpus, "a ellos que son custodia que llevan al Señor en su pecho, en nuestras calles, en sus casas, en esta fiesta del gozo y de la vida".

En su homilía destacó que el Corpus Christi es "una fiesta para contemplar a Jesús, a Jesús como el pan de nuestras vidas, es el Señor de la vida, el que ha querido quedarse con nosotros en la Eucaristía". Habló de la aspiración del hombre "de ser Dios, sin serlo", pero "con Cristo compartimos su divinidad; no basta toda la vida para contemplar este misterio", y dijo que "la vida eterna comienza con Cristo en la Eucaristía". Monseñor Vilaplana resaltaba que "la Eucaristía nos incorpora a Cristo, es la expresión de amistad de Cristo que llega al culmen con la Eucaristía". "Seguid a Cristo es encontrarse con la vida, la Eucaristía es escuela de vida, nos enseña a vivir con Cristo, por eso a la fiesta del Señor se le une el Día de Caridad, porque debemos vivir como defensores de la vida , ayudar a vivir en plenitud, defendiendo la vida desde el nacimiento". Una atención que el obispo invita a los cristianos a tener también ante los marginados, donde está la vida rota, destrozada, "nada puede quedar sin nuestra mirada". Al mismo tiempo puso de relieve que la Eucaristía es "fuente de unidad, es el pan de la unidad" y se alegró de que en la Merced estuviera "prácticamente aquí toda la ciudad" e invitó a todos a que hagan posible la unidad como fuente del bien común. Buscando en el árbol de la unidad agarrarse al tronco con la seguridad de Cristo, "Jesús es el pan para el camino, la Eucaristía es fuente de fortaleza".

Concluyó su homilía recitando el poema de 'El Buen Pastor', de Luis de Góngora.

La procesión del Corpus se iniciaba desde la puerta del paseo de la Independencia por donde se iban incorporando todos los participantes para salir por la puerta principal de la Catedral, y ya se escucha a la Agrupación Musical Cristo del Amor.

Otro de esos detalles especiales, sencillos pero profundos, incorporados en este Corpus fue el traslado solemne que se hizo desde el altar mayor a la Custodia procesional. Lo portó el obispo e iba bajo palio, siendo los hermanos mayores de las sacramentales los que llevaban los varales. Se iniciaba así una procesión festiva, en la que se honra a Dios, como se encargaba de recordar el canónigo Antonio Bueno a las hermandades de gloria que llevaban varas y no cirios. Una jornada de banderas extendidas, como ondean las asociaciones eucarísticas o como la de Estudiantes y la Sacramental de la Salud. De insignias hay que destacar, como siempre, el lábaro de Pasión y esos guiones de las sacramentales que con sus campanillas se unían a ese sonido de las Custodia. Salía a las 10.30 de la mañana cuando todo el cortejo estaba en la calle, la gente de esta mañana formaba en la procesión, con representaciones muy numerosas. La Banda Municipal de Música de Huelva, tras interpretar el Himno Nacional tocaba la marcha 'Triunfal' con la que recorría la Custodia el porche mercedario. Tras el obispo, acompañado por el presidente del cabildo, Juan Mairena, y el vicario general de la Diócesis, Baldomero Rodríguez, se situaba el Ayuntamiento de Huelva presididos por el alcalde Pedro Rodríguez y los concejales del partido Popular y este año también se incorporaron los concejales socialistas encabezados por su portavoz, Manuela Parralo. Le acompañaron también representantes de la Guardia Civil, Policía Local y Comandancia de Marina.

Así discurría la procesión quizás con cierta frialdad en la calle ya que todos iban participando en el cortejo, hasta que los fieles que esperaron en el interior de la Catedral para salir con la Custodia le arropó durante todo el camino incorporándose ya en la plaza. Ofrecían también ese sentido más íntimo y popular con los cánticos eucarísticos que se intercalaban con la Banda de Música. Así la procesión en esta mañana, que jugaba con las nubes, despertaba al sol que se adentraba cuando estaba por el cruce de la calle La Palma, para iluminarla donde la parroquia de San Pedro le recibe con su repicar de campanas. La mañana avanza y se iba sintiendo más ambiente, como entorno a la parroquia de la Concepción, donde repicaban sus campanas y la Hermandad de la Inmaculada se encargó del altar con la Virgen del Rocío, que al final fue vestida de reina. Aquí se notaba cómo la gente se agrupaba para presenciar el paso de la Custodia y es que elementos como estos, los altares del Corpus, tienen mucho que aportar para la recuperación de esta fiesta como elemento vivo de la ciudad.

La procesión se fue adentrando por San José y el paseo de la Independencia hasta la plaza de la Merced. Son esas estampas esperadas siempre en el Día del Corpus, regada de belleza entre sus palmeras, es la frondosidad que se une al aroma del romero en un día que es también de los sentidos.

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