Respons(H)abilidades

Las empresas también pueden ser emocionalmente inteligentes

  • Adaptar y aplicar a la gestión empresarial las habilidades intrínsecas a la inteligencia emocional es una poderosa guía para obtener numerosos beneficios tangibles e intangibles

Tengo claro que las organizaciones compuestas por personas, como las empresas, son entidades vivas que tienen sus propios procesos vitales. Nacen, crecen, algunas hasta se reproducen y otras mueren, o no mueren, pero están en constante transformación o cambio. Como todos nosotros. Por eso, cuanto más conozco, practico y compruebo los beneficios de las habilidades de la inteligencia emocional para gestionar ese inexorable cambio en aras del bienestar y la salud de las personas, más útil me parece aplicar las equivalencias de esas habilidades a la gestión de las empresas, para conseguir exactamente lo mismo. Y eso es lo que quiero compartir hoy, las habilidades que las empresas pueden poner en juego para ser emocionalmente inteligentes.

Ha sido el tema que he desarrollado esta semana en una formación para un colectivo profesional al que tengo mucho cariño ya después de numerosos talleres compartidos: el personal de Administración y Servicios de la Universidad de Huelva. Ellos me han ayudado a enriquecer y completar las cuatro habilidades principales que en mi opinión diferencian a las empresas con visión de futuro.

Cuatro habilidades imprescindibles en personas y en organizaciones

Para identificar las equivalencias entre la inteligencia emocional de las personas y la de las empresas, les propongo que tomemos como referencia dos verbos: sentir y hacer. Porque identificar lo que sentimos, entenderlo, y ser capaz de gestionarlo para hacer algo con esos sentimientos que nos beneficie, eso es ser emocionalmente inteligente. No hay inteligencia emocional sin sentir, y tampoco la hay sin acción.

La segunda guía que les propongo usar es diferenciar lo que sentimos y hacemos en nosotros mismos de lo que sentimos y hacemos en los demás. De esta forma podemos identificar claramente las cuatro habilidades fundamentales de la inteligencia emocional de las personas, y hacer una correlación desde el sentido común con la de las empresas.

Sentir en mí: Autoconocimiento

Sentir en uno mismo es el autoconocimiento, primera habilidad y pilar imprescindible de nuestra inteligencia emocional. El autoconocimiento es la capacidad para identificar nuestras emociones, el estado de nuestro mundo interior, y entender por qué nos sentimos así para marcarnos objetivos hacia cómo queremos estar.

Lo que una empresa siente en sí misma se puede equiparar al clima laboral, el más claro exponente del estado de su mundo interior, que son sus personas. Así que la primera habilidad de la inteligencia emocional de las empresas sería estar muy pendiente de identificar qué valores mueven las conductas de sus trabajadores y cómo se sienten. Entender por qué la plantilla se siente de esa forma y marcarse objetivos sobre cómo necesita la empresa que se sienta es una eficaz forma de conseguir sus metas más importantes, que no son otras que su Misión y su Visión. Así con mayúsculas. Son dos conceptos que deberían ser compartidos por todos los que forman la empresa, de lo contrario pierden su eficacia como motor y se convierten en palabrería más o menos bonita de las webs corporativas.

Hacer en mí: Autogestión y Automotivación

La acción es inseparable de la inteligencia emocional. Quedarse mirando una emoción que sentimos es una forma de parálisis que sólo nos conduce al sufrimiento. El dolor es el precio de la resistencia. Por eso la segunda habilidad en las personas emocionalmente inteligentes es la capacidad de autogestionarse y poner en marcha conductas coherentes.

Desde esta visión, la segunda habilidad de la inteligencia emocional de las organizaciones debería ser la Gestión de Personas, así, también con mayúsculas. Hablamos de cómo las empresas trabajan la gestión del reto y del talento, el liderazgo, el desarrollo personal y profesional, la motivación, la alineación en valores, la focalización hacia objetivos claros y todo lo que suponga acciones coherentes desde el autoconocimiento, la misión y la visión que han identificado con la primera habilidad.

Sentir en los demás: Empatía

En las personas, elevar el grado de autoconocimiento y conciencia de uno mismo te hace mucho más hábil para ser capaz de entender y ver las cosas desde el prisma de los demás. Eso es la empatía. Te permite identificar sus necesidades, comprender sus conductas y encontrar más espacios de encuentro que de enfrentamiento.

En las empresas, esa empatía sería equiparable a su habilidad para entender y generar sinergias con sus públicos de interés, especialmente con los que son su razón de ser: los clientes. Pero también con el resto de públicos con los que se relaciona y afectan a su gestión, ya sean instituciones, proveedores, accionistas o la sociedad en general. Hablamos de las relaciones de la empresa y de su comunicación desde la escucha más activa.

Hacer en los demás: Habilidades Sociales

Las personas emocionalmente inteligentes se comunican bien, gestionan mejor los cambios, generan confianza y tienen relaciones de calidad. Las habilidades sociales son la cuarta competencia de la inteligencia emocional y con ellas se ponen en marcha las acciones para conseguir los objetivos desde el autoconocimiento, la autogestión y la empatía.

¿Y en las empresas? La mejor equivalencia que encuentro es la Responsabilidad Social Corporativa como la habilidad estratégica de las organizaciones con visión de futuro. Porque la RSC es la gestión que se basa en la Misión, la Visión, los Valores y el Propósito de la empresa, en su Autoconocimiento y en la Gestión de sus Públicos de interés para generar beneficios para todos. Eso es la inteligencia emocional empresarial.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios