VOCESDEHUELVAvíctor pulido. artista plástico

"Si no te emociona, el arte está vacío"

  • En la capacidad de abstracción y la versatilidad tiene a sus mejores aliados

  • El incombustible y polifacético creador exhibe en Cádiz y Niebla dos de sus grandes proyectos: 'Tetralogía' y 'Legado'

Cuando Víctor Pulido habla del arte, abstrae lo sublime y lo coloca a ras del suelo. Pero no por ello deja de ser excelso. Al pan, pan y al vino, vino. La cercanía de su personalidad es la misma que infunde a cada creación que alumbra. El artista quiere comunicar, que su obra se entienda, y la única presunción que cabe -si acaso- es la de la una pícara inocencia.

El artista no para. Hace unas semanas culminó con éxito la campaña de micromecenazgo que lanzó en internet para financiar la fabricación e instalación de Imago, el ambicioso proyecto escultórico que representa a una gran libélula como metáfora del crecimiento y de las etapas vitales de cualquier ser vivo. Lucirá en la fachada de uno de los edificios de la Universidad de Huelva, en el campus de El Carmen.

Mi carácter no me permite seguir en una línea. Tengo que hacerlo de un modo distinto y, por supuesto, mejor"

Tras recoger en la Casa de Iberoamérica de Cádiz el Premio Iberoamericano de Creación Artística contemporánea Juan Luis Vassallo (encuadrado en los Premios Cortes de Cádiz) por su obra escultórica La Política, ahora expone en el Centro de Creación Contemporánea de Cádiz hasta septiembre la gran muestra -Tetralogía- de la que forma parte esta obra. Así, por primera vez, se muestra no sólo la serie Vida Perra, de la que forma parte, sino también Seres y Estares, Pares Anónimos y Enanos de Jardín al completo. Por si esto fuera poco, en la Casa de la Cultura de Niebla Legado luce Legado, una muestra enmarcada en el XXXIII Festival de Teatro y Danza Castillo de Niebla, y en la que revisa cuadros clásicos barrocos y renacentistas.

-Compagina su carrera artística con su trabajo, desde ya 20 años, en el departamento de diseño de la Diputación. ¿Cómo casan ambas vertientes?

-Debo tener un bicho dentro o algo porque lo hago a base de voluntad, esfuerzo y dinero. Entre los niños, mi madre y la Diputación tengo varios flancos abiertos y saco tiempo de donde no lo hay. Y luego tengo mucha capacidad de abstracción, soy muy versátil e improviso mucho. Esa capacidad de improvisación me permite adaptarme al momento. Hay gente que es meticulosamente ordenada y es incapaz de hacer ese tipo de cosas por mucho que se organice, de modo que cuando falla algo, se les viene el mundo encima porque se les cae la estructura.

-¿Qué lugar ocupa la inquietud?

-Yo soy muy obsesivo. Soy como un martillo pilón y aunque esté agotado, ya no puedo dormir y tengo que ir. Y entonces voy. A veces no haces nada porque no puedes y otras haces mucho. Pero el caso es que vas.

-¿La repercusión de su obra sería mayor si se marchase de Huelva?

-Eso es seguro. Es evidente que si exhibes tus exposiciones en México, en Miami, en Nueva York o Madrid la repercusión sería otra. Pero a mi no preocupa. Vivo en Huelva por mis circunstancias y ahora menos que nunca me puedo ir por mi situación personal. Vivo aquí, soy un afortunado, tengo mi trabajo que a veces es más o menos bonito y que siempre tiene tintes políticos, pero yo vivo y dejo vivir y no me meto en nada.

-¿Se siente libre?

-Tengo mis ideas lógicamente y por supuesto no tengo ningún tipo de pudor a la hora de opinar y de pensar. Soy una persona totalmente libre, pero tengo un trabajo que es diseñar desde campañas a programas culturales principalmente y me divierto mucho haciéndolo.

-¿Nunca han tratado de cortarle las alas?

-No. Siempre he tenido libertad. Lo que pasa es que alguna vez los diseños no han colado. Pero es normal. Es como si te dedicas al diseño de forma privada y al cliente no le gusta lo que haces.

-¿De qué se nutre?

-Me gusta leer, aunque cada vez tengo menos tiempo. También me gusta mucho el cine y la música, no puedo estar sin ella. Siempre que trabajo la tengo puesta. Y, al hilo de mi exposición en Niebla, es evidente que me encantan los maestros de la pintura. La muestra se fundamenta en el arte antiguo, barroco y renacentista. Pero es verdad que a mi la copia en sí no me interesa, lo que me interesa es el aprendizaje. Aparte hay otras cosas: las experiencias vividas y la memoria. Porque yo suelo trabajar siempre de memoria. Tetralogía, por ejemplo, es un ejercicio de memoria y de rebuscar en las tripas. No tengo referencias fotográficas ni nada. Yo lo que hago simplemente es dejar que fluyan todos esos fantasmas, duendes y demás que tengo dentro y que van saliendo. Dibujo mucho, pero siempre sale todo desde la memoria. Hace poco leí que ninguna cara que se pinte es inventada, sino que la has visto. Dicen que la mente humana es incapaz de inventarse una cara.

-¿Lo suyo es un ejercicio de catarsis, de necesidad o de liberación?

-Es todo al mismo tiempo. Es como una enfermedad, una cosa que tienes ahí toda la vida y de la que no te puedes librar. Ni quieres. Es una forma de ser, como tener los ojos de un color u otro.

-¿Hay arte bueno y malo?

-Hombre, claro. La diferencia está en la comunicación, en que te llegue o no. Algo puede estar muy bien pintado y, sin embargo, hacer que no sientas nada. El arte es el terreno de las emociones y yo me muevo en él. Si no te emociona, está vacío. Si no te mueve algo, si no te hace reír o llorar o emitir algún sentimiento en torno a eso...

-¿Qué es lo más complicado?

-El vacío. A veces tienes ese vacío y no sabes por dónde vas a tirar. Pero tengo muy pocos momentos así porque me surgen constantemente ideas nuevas. Lo que no tengo es capacidad para desarrollarlas todas.

-¿El arte es un asunto de élites? -No, mucha gente lo cree y esa es una de mis principales batallas. A mi me gusta acercar a todo tipo de público al arte contemporáneo, que no tiene que ser una cosa seria, antipática o que no se entienda. Puede ser un factor de divertimento total y, de hecho, con Tetralogía en Cádiz lo he conseguido. Es interesante que llegue a todo el mundo. Puedo contar muchas cosas pero a través de un lenguaje que llegue a todo el mundo.

-¿Todo el mundo está capacitado para entender el arte?

-Pienso que sí, el problema es la falta de información y el hecho de que el arte debe partir de la base, que son las escuelas. Si los chavales van a los museos e interactúan con el arte no van a tener ningún problema y lo verán cercano. Si van a ver un partido, ¿por qué no van al museo? Es como el deporte, que parece que solo existe el fútbol pero hay muchos más. Mira lo que ha pasado con el bádminton a raíz de Carolina Marín. Siempre tiene que haber un detonante.

-¿Cuál fue el que provocó que usted se dedicara al arte?

-Todos tenemos la capacidad de dibujar y de modelar. Todos los niños dibujan. Todos.

-Permítame que lo ponga en duda.

-Bueno, igual tú serías un activista vienés (risas). El problema es que a partir de los ocho o diez años dejan de dibujar. Pero otros seguimos.

-Usted lo tuvo claro, ¿verdad?

-Sí. En el mismo momento en que Cascales, un alumno de cinco años que era mi compañero, me quitó el pajarito que había pintado y para el que hicimos una jaula con plastilina. Me pegó el cambiazo.

-Igual estamos aquí por el pajarito.

-Mira que se lo dije: Pero tío, si este pajarito no es el mío. Y recuerdo también haber hecho un elefante de barro con un papel celofán. Eso lo recuerdo perfectamente, así como cuando modelaba con plastilina los personajes de la serie Érase una vez el hombre. Las tardes de domingo jamás salía, me encantaba estar en casa haciendo estas cosas.

-¿Le viene de familia la faceta artística?

-Dicen que al abuelo de mi abuelo le decían Murillo, pero yo creo que era porque le gustaba mucho el vino. Murillo cayó de un andamio borracho. Y mi padre de chico dibujaba algo, aunque a él le gustaban mucho las matemáticas y la historia. Tenía una gran memoria. Pero el suyo era un dibujo más lineal, era facultativo de minas. Yo soy un caso único en mi familia. Mi hermano me regaló un caballete a los 16 años y es uno de los principales culpables de que esté aquí. El veía que yo tenía esa gran inquietud y que dibujaba mucho, así que siempre me animaba. Yo iba a ver todas las exposiciones que se hacían en Huelva. De Pepe Caballero, las de la Caja Postal, las del Banco Bilbao Vizcaya o la Caja de Ahorros. E iba religiosamente a ver un cuadro de Pepe Guevara que tenía en la calle Puerto.

-¿Qué obra era?

-Un gran mural que me encantaba. Yo iba a verla como un devoto ante la Virgen del Rocío y me quedaba maravillado. Intenté buscar esa técnica e incluso intuitivamente le metí fuego a algún cuadro, pero nunca conseguí hacer eso. Cuando lo conocí y vi su exposición en el Museo en el 2004 o 2005, se lo conté. Y con el tiempo entablé una amistad entrañable con él. Curiosamente en el Giraldillo anuncian mi exposición Legado con una foto de él. Es un homenaje a los maestros de la pintura y él es mi maestro, de modo que me encantó. ¡Qué perla más buena!

-¿De dónde parten la acidez e ironía de sus creaciones?

-Supongo que están en mi carácter. Los andaluces somos muy visuales, hablamos con imágenes. Y tenemos un gran sentido del humor. Un chiste no es otra cosa que una imagen graciosa.

-¿Cuál es su reto?

-Pienso que todavía no he hecho nada para lo que tengo que hacer. Ese es siempre mi estado de ansiedad. Soy un puto inconformista, no puedo conmigo y pienso que esto no es nada.

-Pero, ¿no se siente satisfecho con lo que ha logrado hasta ahora?

-Hombre, estoy contento y satisfecho. Y también agotado. Pero no he hecho nada. Tengo la memoria muy frágil. Y, ¿ahora qué? Pues a empezar otra vez.

-¿Esto es un problema o un acicate?

-Bueno, hay gente que se conforma con coger una línea y seguir. A mi no me lo permite mi carácter, no puedo hacer lo mismo de la misma manera. Siempre tengo que hacerlo de una forma diferente y, por supuesto, mejor. Mira, llevo 20 años haciendo el cartel del Festival de Teatro y Danza de Niebla y por eso cuando me encargaron hacer una exposición para que el festival crezca me encantó, ya que todos los años tengo el mismo problema: hacer un cartel mejor. No siempre lo consigo. Ya el año pasado metí a Caravaggio (no al presidente de la Diputación, sino al pintor italiano) y abrí otra vertiente con los maestros de la pintura. Y este año, con más motivo, lo vi claro. Me construí una maqueta, que está incluida en la exposición, y que es la maqueta del cartel. También rodamos un vídeo con un travelling. Antes estaba en el departamento de Comunicación pero después me largaron al de Cultura, justo después de exhibir la valla publicitaria con el mensaje "Vota a Nadie. Nadie te ayudará". ¿Sería casualidad?

-¿Hay muchas envidias en el mundo del arte en Huelva?

-Supongo, esto es un pueblo y es normal que las haya. Cuando una persona suena demasiado se levantan las ampollas, las cagaleras y las almorranas.

-¿Usted la ha padecido?

-Yo nunca he sentido envidia. La tengo de Velázquez, de Picasso e incluso de algún contemporáneo. Es lógico. Pero siento admiración y no envidia. La envidia es el deporte nacional. Hay gente que no hace nada y se dedica a criticar que todo lo hace un tío. Pero, vamos a ver, haz tú algo. ¿Lo has intentado realmente? Porque yo no paro de intentarlo y no aquí, sino en todos lados. Es verdad que me considero profeta en mi tierra porque la gente me suele tratar bastante bien y eso es un puntazo. Yo me dejo querer.

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