Huelva

Un cofrade con sentido rociero

  • Fernando de la Torre aunó su devoción al Nazareno con su cariño por la Virgen del Rocío y el Pastorcito Divino · Los asistentes consideran apoteósico el final de su exposición

Si en el ánimo de todo pregonero de Semana Santa se encuentra el conseguir encender los corazones de los cofrades de cara a las inminentes salidas procesionales, Fernando de la Torre lo ha logrado y con creces. La Plaza Alcalde Coto Mora bullía de sentimiento y alegría una vez concluido el acto del pregón oficial de esta Semana Santa de 2012.

Los corrillos de hermanos mayores, personalidades e invitados en general se resistían a deshacerse mientras que el pregonero, visiblemente emocionado y casi superado por la intensidad de los momentos que le estaban tocando vivir, recibía las felicitaciones de todos los presentes y daba posteridad al día, fotografiándose con sus seres queridos y amigos.

En todas las opiniones expresadas a la salida del Gran Teatro, había varios conceptos que se habían quedado fuertemente grabados en las mentes de todos los que habían escuchado a De la Torre: emotividad y sentimiento. El pregonero ha gustado por varias cosas. Una de ellas, que ha sorprendido el cambio en el hilo conductor del texto, dejando a un lado el tradicional relato de días de la Semana Mayor, con sus respectivas cofradías. De la Torre se ha saltado la tradición y ha optado por recorrer los distintos templos. Tampoco ha pasado desapercibida la mención a su padre, no hace mucho fallecido, y como no podía ser de otra manera, todos los asistentes se han llevado la confirmación de que los grandes amores de su vida se reparten entre el mundo cofrade y el mundo rociero, con las respectivas devociones que conllevan. Sus referencias a la Virgen del Rocío y al Pastorcito Divino por una parte y a los diferentes titulares de las hermandades pero con referencia especial al Nazareno, por otra.

No se sabe si lo mejor lo quería dejar para el final con el ánimo de intensificar el buen sabor de boca, pero la verdad es que el colofón sorprendió a todos los presentes. La mayoría de ellos no escatimó elogios y el que más se escuchó fue el de apoteósico.

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