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El candelabro retoma su peregrinar

  • El candelabro farola tiene grabada la fecha de su fundición en 1886; por su singularidad en la ciudad fue catalogado, en 1999, por el Ayuntamiento dentro de los elementos de interés del Plan del Casco Histórico

El candelabro farola vuelve a su destino itinerante por la ciudad. Con la sustitución del pavimento de la calle Concepción el Ayuntamiento ha decidido quitarlo de este emplazamiento, donde se sabe que estuvo a finales del XIX y al que regresó en los ochenta del siglo pasado.

La razón de este cambio, según la Gerencia de Urbanismo, obedece al proyecto para dejar más diáfano todo el entorno de la parroquia de la Concepción, declarada Bien de Interés Cultural. A la que se han ido agregando a lo largo del tiempo elementos como un buzón de correos, cabina telefónica o el kiosco de prensa. Que ya han sido trasladados a otros puntos cercanos a excepción del kiosco que lo hará próximamente, a la esquina de la calle Méndez Núñez y Mora Claros, en el espacio de acera ganado a la carretera. También se eliminan de esta zona los contenedores de basuras y el pequeño espacio de carga y descarga. Elementos, sin duda, todos discordantes con este espacio. Un saco en el que acaba también metido el candelabro farola a pesar que ha marcado este lugar integrándose en el mismo, tras ser recuperado como una seña de identidad de la ciudad hace veinticinco años, pero ahora se tiene que marchar de aquí. El pasado mes de octubre aparecía en la calle Concepción un camión del servicio de alumbrado público para proceder al desmontaje del candelabro. Sencillamente quitarlo y subirlo a un camión, sin más protección que el esmero de los trabajadores que hicieron el trabajo; mientras que, por ejemplo, las nuevas farolas que se descargaban para la Gran Vía eran apiladas envueltas en mantas para evitar su deterioro.

Pues aunque el kiosco tenga su lugar destinado antes de ser desmontado, de la futura ubicación del candelabro farola nada se sabe. Se especuló que pudiera volver a su lugar de siempre, pero la finalización de la nueva pavimentación viene a confirmar que, por ahora, no se piensa en esto. Desde la Gerencia de Urbanismo se ha dicho que estará ubicado en el centro de la ciudad, sin especificar en dónde. El candelabro, sin duda, ha marcado este entorno muy especialmente desde su vuelta y es que la gran reforma del pavimento de la calle Concepción, que se encarga al arquitecto municipal Alfonso Martínez Chacón, tiene como eje central el candelabro. Se le construye un basamento de mármol blanco que lo realza y se diseña a modo de banco. Así que no sólo se va a convertir como siempre en lugar de cita, sino que va a ser útil para descansar. De esta forma el candelabro va a articular el pavimento de la calle, gracias a un dibujo geométrico que entroncaba en este espacio irregular, buscando el eje más acertado para introducirse en la calle Concepción. Ahora, por el contrario, al eliminarse el candelabro, según proyecto de la arquitecto municipal Águeda Domínguez Díaz, todo parte desde el tramo de la calle Concepción entre Rico y Rascón, de ahí la irregularidad de la misma lo desvía de manera provocada hacia la zona frontera a la parroquia, y junto a esta se crea un espacio circundante con mármol de distinto tipo y color.

Con anterioridad a este candelabro hubo otro en el mismo lugar, como se observa en la colección de fotografías realizadas por J. Laurent de nuestra ciudad, hacia 1880-82. Era más sencillo, pero también con bastante elegancia. El candelabro que ha llegado hasta nuestros días es de 1886, así aparece en la firma del mismo, realizado por Antonio Pérez Hermanos en Sevilla. Se trata de un candelabro de fundición con ricas ornamentaciones. Tiene siete brazos, dispuestos tres en un nivel inferior, otros tres intercalados y menos alejados del mástil y el último como coronación del conjunto. Tiene base triangular con tres alegorías femeninas que lo sujetan a modo de ménsula.

Hay que decir que de este tipo de candelabro probablemente existieran dos en Huelva, al menos hay quien así lo entiende al verlo situado en otros puntos de la ciudad. En postales fechadas entre final del siglo XIX y principios del XX hay un candelabro en la plaza de las Monjas, probablemente fuese uno distinto que además se va a completar con otro candelabro sencillo como el que había en sus inicios en la cabecera de la calle Concepción. Existe un acuerdo municipal de 11 de julio de 1886 en el que se decide "adquirir un candelabro de gran elevación para siete luces potentes, a fin de colocarlo en el paseo de las Monjas".

Probablemente desde aquí se podría haber trasladado hasta la Concepción o ser otro el que aquí se instala. De cualquier forma el candelabro inicia una nueva etapa en su peregrinar al ser trasladado hasta la plaza de San Pedro en 1911, donde se habían realizado reformas. Con el tiempo en los años sesenta será trasladado hasta la plaza delantera del antiguo cementerio de San Sebastián, desde donde cambiará de ubicación y es colocado en el de la Soledad, desde donde retornará hasta su lugar de origen en la calle Concepción. Hay otros lugares que igualmente estuvieron iluminados por este tipo de candelabro de gas, en la calle Puerto y en la plaza de San Francisco, aunque parece que serían más pequeños.

El deterioro del candelabro itinerante en su último emplazamiento fue denunciado en las páginas de este periódico el 7 de febrero de 1984. El interés en la ciudad por recuperar el candelabro fue creciendo notablemente, llevando a nuevas reivindicaciones. Será un grupo de alumnas del instituto Diego de Guzmán y Quesada las que piden al Ayuntamiento la recuperación y su vuelta a la calle Concepción. Así lo manifiestan en junio de 1984 al alcalde de Huelva, José Antonio Marín Rite, quien vio acertada la propuesta y aplaudió el interés de los jóvenes onubenses por su patrimonio histórico artístico. Volvería el candelabro a su lugar de origen, convertido aún más en seña de identidad de Huelva en un espacio muy característico.

Más tarde el candelabro llegará a ser catalogado por el Ayuntamiento de Huelva en 1999 dentro del Plan Especial del Casco Histórico, por su valor singular. Se incluyó junto a otros elementos característicos de la ciudad, como el muro de la parroquia de San Pedro, la palmera de Quintero Báez o el Museo al Aire Libre.

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