Huelva

La apreciada brisa de los abanicos

  • La primera ola de calor del verano incide favorablemente en la venta de este objeto inventado en el siglo VIIl saludable y ecológico El abanico produce un aire fresco sin conservantes ni colorantes, generado por una fuente de energía siempre renovable

A pesar de los años en el candelero, - más de 14 siglos- los abanicos plegables siguen estando de moda. Es más, hoy en día y a pesar de su dilatado periplo vital, son los únicos instrumentos que aseguran y ofrecen un soplo de aire fresco en el mismo momento que se necesite o requiera. No dependen de nada, sí de alguien, para provocar su apreciada brisa. No están a expensa de endesas, ni de gases natural. No contaminan, ni provocan la legionela. Su aire es limpio y puro, virtuoso, y, a la par, ecológico, puesto que la energía que utiliza para generarlo, más renovable no la han inventado aún.

El ventilador y el aire acondicionado lo han intentando quitar de en medio. Sin embargo, aunque ambos aparatos han hecho mucho bien por la humanidad desde que se inventaran, -el primero allá por el 1891 - ninguno de ellos puede competir con la versatilidad y movilidad de los abanicos. Los aires y los ventiladores son muy hogareños, es lo que tienen. Sufren de agorafobia, es decir les da miedo los espacios abiertos. A lo más lejos que han llegado fuera de casa son a las oficinas públicas y privadas, pequeños comercios y medianas y grandes superficies. A muchos de estos lugares, los aires acondicionados les ha elevado a la calidad de 'No frost', es decir, a espacios donde no te congelas pero que llegas a pasar un frío del polo norte para arriba.

Frente a este descontrol y para evitar estos permanentes y nada saludables cambios de temperatura, nada mejor para combatir las calores del estío que echar mano de un tradicional abanico. "Si se hace un buen uso de ventiladores y aires acondicionados puedes pasar mejor las calores típicas del verano, pero lo que de verdad te refresca, allá donde estés, es un buen abanico", argumenta José Simón Ortega, dueño de una de las tiendas con más solera de la capital y especializa en abanicos, entre otras muchas cosas.

La sombrerería Simón Vidosa, cuando la calor se acerca, despeja de sombreros su escaparate para poner en su lugar un impresionante y espectacular océano de abanicos. Colocados con una envidiable precisión, ofrecen una estampa que con solamente verla, el rostro refresca. De todos los colores posibles, con dibujos, estampados, conservadores, liberales, clásicos, de espíritu moderno... pero con una única silueta: la de una media luna, que se ha convertido en su mejor carta de presentación.

"Contamos con más de 10.000 ejemplares en la tienda", asegura Antonio, quien añade, muy oportunamente, que "una vez plegados, ocupan poco espacio".

Al contrario de lo que pudiera parecer, este comerciante asegura que ahora es cuando más abanicos se vende. "De unos años para atrás, su venta se ha disparado entre los onubenses", dice con orgullo y especial alegría.

Una de las razones de este incremento en las ventas puede recaer en el hecho de que este ancestral instrumento ha ido evolucionando con el paso de los años. "Ahora los hay de todo los gustos y sabores y, por supuesto, cada ocasión requiere un abanico distinto", destaca Simón.

Para las bodas de primavera y verano, recomiendan a las novias llevar abanicos blancos de 'novia; en las romerías, nada mejor que acompañar a los múltiples complementos con un abanico de atractivos colores y con lunares. Para las cenas, comidas o celebración especial, abanicos de nácar o ébano; para cualquier momento del día, los de tela o palo santo.

Con dibujos, o sin ellos. "La mayoría cuentan con adornos florales o detalles de pinturas románticas, representado así el abanico clásico. Pero también los hay con ilustraciones típicas de la tierra, -que vienen muy bien como regalo o souvenir- y otros con líneas más acordes con los tiempos que corren".

Tiempos, en que los hombres ya son capaces de orearse con un abanico en mano sin miedo al que dirán. "Los masculinos suelen ser más pequeños y sin ilustraciones. Destacan por su sobriedad".

Asimismo, la venta de este objeto se ha visto igualmente beneficiada por numerosas asociaciones de vecinos que imparten talleres sobre la construcción de abanicos o de pintura sobre ellos. "Disponemos del varillaje y demás elementos para montarlos, así como abanicos para ser pintados".

La variedad también recae en su precio. En esta tienda, fundada en la capital desde 1880, ofrecen encontrar ejemplares de abanicos desde 3 euros hasta los 300. Pero ya esto depende del calor y color que se tenga en la cartera.

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