aromas y sabores

La apasionante relación entre vino y arte (II)

  • Historia. Una relación que durante milenios ha llegado hasta nuestros días, con el vino compartiendo protagonismo o siendo el elemento central de las manifestaciones artísticas

La apasionante relación entre vino y arte (II)

La apasionante relación entre vino y arte (II)

Decía la semana pasada que, tras la Edad Media, en el siglo XV y con el impulso de las escuelas neoplatónicas llegamos al periodo llamado Renacimiento, recuperando la cultura grecorromana. En este periodo aumentarán las excavaciones arqueológicas y el coleccionismo de obras de la antigüedad. Inspirados por el espíritu de la nueva era, del Hombre nuevo, los artistas resucitan a los dioses y héroes griegos, que volverán a poblar la iconografía europea. Por ejemplo, el gran Miguel Ángel esculpirá el "Baco Ebrio", un Baco adolescente, embriagado, levantando una gran copa, con una figura a sus pies que está comiendo de las uvas que el dios tiene en la mano.

Pero tras el Renacimiento, la serenidad y el equilibrio en el arte barroco se convertirán en movimiento, emoción. Quizá se deba a esto que Dionisos sea uno de los dioses preferidos de la época. Asociado al vino, el frenesí y la embriaguez, esta representación estará presente en numerosas obras de arte del periodo. Pensemos, por ejemplo en La bacanal de Tiziano, que ilustra el tema mitológico de la llegada del dios del vino a la Isla de Andros por cuyos sus ríos corría vino en vez de agua. En el cuadro, sus habitantes esperan la llegada de Baco dedicados a la fiesta del vino, en la que junto a una mujer desnuda camina, tambaleándose, ¡un niño borracho!

Hablar de vino en el arte es hablar de fiesta y desenfreno, pero también hay religión

En el Siglo de Oro español, Velázquez pintará por su parte El triunfo de Baco, también conocido como Los borrachos. El dios aparece rodeado de personajes del pueblo llano, con los rostros enrojecidos por el alcohol. En este caso, como suele suceder en las obras mitológicas del genial pintor sevillano, el dios es representado destacando del resto de los personajes y sin presentar evidentes signos de embriaguez. Caravaggio, por el contrario, pintará al dios con el rostro un poco enrojecido y los ojos entrecerrados. Sin embargo, en su Baco enfermo, podemos contemplar al pobre dios pálido, con una tonalidad casi verdosa, ojeroso y con los labios blancos, víctima de la resaca causada por los efectos del vino. Desmitificación completa.

El Baco de Rubens es casi caricaturesco. Fiel a su estilo, el pintor flamenco representa al dios bien entrado en carnes, con un sileno a su espalda y una leona a sus pies.

En el siglo XVIII español el vino estaba muy presente y Goya llevará a sus cuadros la temática vinícola. Es el caso de La Merienda, un cuadro en el que se ven unas cuantas botellas de vino en el suelo, junto a los platos. Dos de los majos brindan con vino en vasos de cristal. También de Goya, El Otoño, también conocido como La Vendimia muestra eso, una vendimia moderna.

Si saltamos al impresionismo, Renoir es uno de los pintores que con más frecuencia daba cabida al vino a sus cuadros. Tal es el caso de El almuerzo de los remeros, un ejercicio del más fino de los bodegones con el vino como protagonista absoluto.

En el post-impresionismo, Van Gogh también llevará el vino a sus cuadros, como por ejemplo en su Naturaleza muerta con botella y dos vasos o en El viñedo de Arlés, donde el pintor recoge el momento de la vendimia en un atardecer otoñal. También Cézane dio un importante protagonismo al vino en alguno de sus cuadros, como es el caso de su obra Los jugadores de cartas, en la que aparece una botella en el centro de la escena.

En el caso del cubismo, el genio de Picasso incluirá en sus celebérrimas Señoritas de Aviñón un racimo de uvas a sus pies. Por su parte, La bouteille de vin es un ejemplo claro de la presencia vinícola en la obra del autor malagueño.

Marc Chagall, gran artista ruso-francés, recibió una gran influencia del cubismo francés y del expresionismo ruso y su obra gira en torno al surrealismo. Muchas de sus pinturas otorgan al vino un gran protagonismo, como Doble retrato con vaso de vino.

Arte y vino, placeres suplementarios. Vino, arte que se bebe.

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