BALANCE Primer aniversario de las protestas en las calles de la capital

Un año en Huelva de indignación

  • El 15M entona el cumpleaños feliz recordando que su espíritu "no muere en la acampada". Caceroladas, manifestaciones, asambleas y recogidas de firmas visibilizan su tarea · El colectivo hace autocrítica tras bajar la participación en los actos conmemorativos y busca dar "una vuelta de tuerca más".

Fue por pura casualidad, como casi siempre suceden las cosas interesantes. Un día de febrero de 2011, mientras navegaba en internet, un estudiante de Humanidades de la Universidad de Huelva llegó a una página web que atrapó toda su atención. Planteaba un cambio social radical a nivel estructural para "dejar de ser partícipes del juego económico y financiero al que, de forma inconsciente, estamos sometidos". La página también responsabilizaba de la situación a la clase política, "tan a merced de los bancos debido a las deudas que con ellos mantienen".

Unos días después, José Ángel Vázquez descubrió en uno de los hilos una convocatoria que partía de un grupo de jóvenes que se habían reunido en la Complutense. Habían estado hablando de política y querían alzar sus voces el 15 de mayo. Entonces se dijo: ¿Por qué no hacerlo en Huelva? ¿Por qué no organizar una pequeña concentración o cacerolada para catalizar el ambiente crítico de la ciudad? Pasaron unas horas y recibió respuesta de un joven. Fran Rodríguez le dijo que estaba "dispuesto a hacer lo que hiciera falta".

La semilla del 15M en Huelva se plantó cuando estos jóvenes intercambiaron sus teléfonos por internet y se citaron en el campus del Carmen, en el edificio Jacobo del Barco. Volviendo la vista atrás, el colectivo ciudadano al que pertenecen ha vivido muchas experiencias aunque, entre los momentos clave del primer año de vida del 15M en Huelva destacan la primera manifestación (15 de mayo de 2011) y la posterior acampada a las puertas de Hacienda, que se prolongó durante más de 20 días.

El movimiento, con una intensa actividad asamblearia desde el inicio, se hizo visible también gracias a la cacerolada del 29 de mayo de 2011, a la que "asistieron más de 1.000 personas"; la manifestación del 19 de junio, en la que más de 4.000 personas dijeron "no al Pacto del Euro"; o en el "emocionante" reencuentro que supuso la primera asamblea de septiembre.

Además de la presencia de los onubenses en las asambleas nacionales, que también son recordadas, el colectivo cree que la participación en la manifestación mundial del 15 de octubre, la primera convocatoria a gran escala, fue otro de los hitos. Unas 1.051 ciudades de 90 países se sumaron a la movilización, pensada y promovida durante las protestas organizadas por ¡Democracia Real YA! en el país y preparadas en su fase final junto a otros colectivos coincidiendo con el movimiento Occupy Wall Street. Las protestas tuvieron una amplia difusión a través de Twitter.

La resistencia ante los desahucios es uno o de los orgullos del colectivo, que en sólo un año -junto a la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH)- ha parado decenas de desalojos en el país. Sin embargo, aunque los indignados de Huelva han estado en contacto con algunos afectados, aseguran que éstos aún sienten "vergüenza y cierto reparo" a la hora de pedirles ayuda. Y eso que dos familias onubenses son desalojadas cada día de sus hogares por orden judicial.

No obstante, los indignaron trataron de ayudar, por ejemplo, a Camelia Vlaicu, una mujer que fue desalojada el pasado septiembre por orden judicial del piso tutelado del Torrejón que había sido cedido por la Empresa Pública de Suelo de Andalucía (EPSA) a Cáritas para dar cobijo a los beneficiarios del programa de Atención a las familias en riesgo de exclusión. El colectivo optó por dar un paso atrás cuando se percató de que "no ha había una base que sostuviera el asunto", si bien no dudó en asistir a la afectada.

A pesar de la poca perspectiva que proporciona un año, el feedback del movimiento ciudadano guarda también momentos menos visibles pero necesarios. Son los correspondientes al trabajo que hay detrás y que, sobre todo, fue arduo en los inicios. ¿Cómo vivieron estos instantes? José Pablo vuelve la vista a febrero de 2011 y recuerda aquel momento inicial en el que, junto a Fran, contactó con los colectivos y organizaciones de Huelva que, a su juicio, luchan por cambiar la sociedad.

Mandaron e-mails a grupos ecologistas, grupos políticos, sindicatos de estudiantes, a los propios sindicatos y las asociaciones de vecinos y, aunque la respuesta fue pequeña, dos docenas de personas trabajaban ya en la red aunque sin conocerse entre ellos. Decidieron hacer una asamblea -la primera- en un aula de la UHU y en ella participaron doce personas. La semilla quería germinar. Tras visitar la web de la que partió todo, los jóvenes plantearon la posibilidad de hacer un nodo en Huelva, de tomar la iniciativa en la propia capital. Se vieron capaces de organizar aquella primera manifestación aunque la repercusión era incierta.

Y durante dos meses realizaron asambleas todos los miércoles en el Galileo. Bajo las siglas DRY (¡Democracia Real Ya!) hicieron carteles, encontraron los puntos en común y el viernes 13 de mayo de 2011 celebraron la asamblea previa a la convocatoria. Sentían "miedo" por la expectación generada, aunque les reconfortaba ver que en otras ciudades el movimiento tomaba forma.

Activistas del 15M recuerdan a la perfección aquel domingo de la manifestación. Treinta y cuatro grados en la capital y a las seis menos cuarto apenas había un pequeño grupo en Pío XII. Pero la gente empezó a llegar a los aledaños del antiguo estadio. Entre "2.500 y 3.000 personas" participaron en la marcha, que constató que "Huelva no estaba tan muerta". En el pacífico recorrido se oyeron las primeras consignas: "Alebote, banquero el que no bote", "Ya estamos cansaos de tanto aprovechao", "No es una crisis, es una estafa" o "El pueblo unido, gobierna sin partidos".

Ya por la noche se percataron de que también en otras ciudades había salido mucha gente a la calle. En Madrid algunas personas decidieron continuar la protesta hasta el día siguiente, acampando en Sol. Aquello acabó con palos de la policía y 19 detenidos, lo que provocó un efecto rebote. Doce o trece personas lo tuvieron claro en la capital onubense. Se quedaron en la calle, a las puertas del edificio de Hacienda y al día siguiente se incrementó la presencia. Tenían claro que el movimiento debía ser apartidista, abogar por la desmilitarización, la defensa de la sanidad y educación y "la eliminación de los privilegios de la casta política". Partidarios de efectuar cambios en el mecanismo electoral, los jóvenes, como base, exigían un cambio estructural: una banca nacionalizada "para que el Estado no especule".

Durante los 23 días de acampada delante del Ayuntamiento, unos 30 fijos pernoctaron allí junto a otros indignados que iban y venían. El día de las elecciones municipales la Junta Electoral Central declaró ilegales las concentraciones. Pero en Huelva, al igual que en otras ciudades, los indignados decidieron quedarse, convocando una jornada de vigilia previa a los comicios. No hubo incidente alguno.

El día de la vigilia se respiró "algo extraño" y en la jornada electoral "cada uno decidió qué hacer", al igual que en las dos siguientes citas electorales. Sobre los resultados, los jóvenes consideran que intentar sacar conclusiones en un movimiento tan heterogéneo sobre los resultados electorales "es erróneo". Aunque lo que sí tienen claro es que "la trampa es el sistema".

En Huelva, por ejemplo, destacan que "sólo dos de cada diez con derecho a voto respaldaron al PP", aunque tuvo mayoría absoluta. Por eso consideran que no les representan, si bien "los otros tampoco". Algunos indignados vieron "un golpe duro" en el cambio político tras el 20-N, aunque otros han considerado que el reto de cambiar las cosas es más necesario que nunca, por lo que la labor de difusión debe ser "mucho más intensa".

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