Para el secretario ejecutivo de la Asociación Provincial de Hoteles de la Federación Onubense de Empresarios, Rafael Barba, los establecimientos rurales se enfrentan a una importante oferta clandestina a la que difícilmente van a poder hacer frente. Este estima que, al menos, el 70% de la oferta que está a pie de calle no está reglada. "En el fondo es un problema de economía sumergida que perjudica gravemente al sector porque en líneas no se cumplen los requisitos mínimos de habitabilidad y no es posible competir en precios", explica el representante empresarial.

En esta línea la empresaria Dolores López explica que "la mala calidad de las casas ilegales hacen que el turista no regrese a la zona. Una mala impresión es muy difícil de cambiar por eso la calidad y el servicio son tan importantes; cuando el turista se siente a gusto, repite".

Sin embargo también reconoce que la administración debería flexibilizar las normas porque "no es igual adaptar una estructura antigua que hacer una edificación nueva". Y explica que el aspecto rústico y entrañable que aportan las viejas casas chocan con los inconvenientes de las dimensiones que, a veces, se exigen; no sólo respecto al espacio habitable sino también en relación con las ventanas, puertas o accesos a minusválidos. "Frente a tanta exigencia luego encuentras cuadras con techo de uralita de dudosa habitabilidad", puntualiza.

Otra asignatura pendiente para el sector es la señalización de los senderos, Dolores López asegura que el turista rural es amante de la naturaleza y de los paseos largos "pero no se arriesga a meterse en un camino que no vaya a estar bien señalizado, no quiere perderse y no todo el mundo está preparado para manejarse con un mapa".

Aunque reconoce que se ha avanzado mucho en los últimos años en la señalización de senderos, sin embargo reclama a la administración una mayor dedicación.