Huelva

Sólo se rezó la trece estación en la calle

  • El Cristo de la Expiración pudo ir hasta la capilla de las Hermanas de la Cruz en el Vía Crucis de las cofradías

La tarde no estaba de lluvia, al menos hasta las 20:25 aproximadamente, cuando comenzó a caer una leve llovizna. Con las puertas cerradas del templo de Santa María de la Esperanza, los muchos que esperaban el inicio del Vía Crucis de las hermandades en la calle se temían que se suspendiera. Se abrieron las puertas y quedó bajo el dintel la cruz alzada iluminada por dos ciriales. En el interior del templo sólo la luz de los cirios de los que iban a partir en el Vía Crucis. El Cristo de la expiración, a los pies de la Esperanza, en el altar mayor. Era un momento más de espera para ver qué se hacía. Al final se cerraron las puertas a las 20:40, era ya la señal inequívoca de que el Vía Crucis se rezaría en el interior del templo. Se volvieron a abrir las puertas y ya la cruz alzada miraba hacia la imagen del Cristo de la Expiración que permanecía tendido.

Comenzó el rezo del Vía Crucis en el interior, algunas de las personas que aguardaban en la puerta pudieron acceder al templo. La mayoría se quedó fuera, poco se escuchaba pero se estaba cerca del Cristo de la Expiración, aunque fuera a las puertas de su iglesia en este primer Lunes de Cuaresma de vía crucis del Consejo de Hermandades y Cofradías de Semana Santa.

En el interior había intimismo, todo el mundo de pie con los cirios encendidos. La música de capilla ofrecía un espacio apetecible a la meditación. La noche se había aguantado de lluvia, sólo aquellos primeros goterones que alertaron a los organizadores. Esta tregua del tiempo y el deseo siempre de estar cercanos a las Hermanas de la Cruz llevaron a decidir que se rezaría la trece estación a las puertas de su capilla. En este entorno se respira desde el mes de noviembre el aroma del centenario de las hermanas de la Cruz, incluso han puesto una banderola, al igual que la que tiene a las puertas del colegio en la calle San Cristóbal, otro en Padre Andivia en el lateral del convento. Y el Cristo de la Expiración salió bajo este lema de Cien años de Gratitud que mucho va a decir durante esta Cuaresma por la cercanía de las hermandades con las Hermanas de la Cruz. Salió el Cristo por su calle Padre Andivia hacia plaza Niña para rodearla y llegar de frente hasta la capilla de la comunidad.

Faltó tiempo para que ellas la abrieran de par en par y quedara frente a todos su sagrario; hubo quien se arrodilló, agacho su cabeza o simplemente tuvo una mirada de respeto. Un protocolo como estaba previsto, con los numerosos hermanos de San Francisco, los cofrades de las distintas hermandades, el guión de la hermandad del Miércoles Santo y junta de gobierno; el sacerdote Antonio Pulido tampoco se perdió el Vía Crucis a sus más de 90 años. La junta de Consejo con el pregonero, Fernando Araujo, y la presidencia con el obispo de Huelva, José Vilaplana Blasco; el vicario de hermandades, Diego Capado Quintana; el capellán de la Esperanza, Manuel Cepeda; el presidente del Consejo, Modesto Fernández Jurad,; y el hermano mayor, José Ortega Madrigal. Todos esperaron al Cristo de la Expiración en el interior de la capilla con las hermanas de la Cruz donde se rezó la deciomotercera estación. De nuevo, a su templo, allí le esperaba la Esperanza y el Señor fue alzado casi a su misma cara para mejor verlo; de ahí a ser depositado en el suelo.

Se cerraba así el Vía Crucis con la lectura de la última estación, aplicándolo por el año de los sacerdotes. El obispo tuvo unas sencillas palabras para invitar a seguir la cruz de Cristo.

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