Huelva

Soledad de la Concepción

  • Salida extraordinaria en su 75 aniversario desde la Concepción a las Hermanas de la Cruz · Una procesión con muchos matices especiales que envolvieron la sobriedad de este paso en la calle.

La tarde tenía ayer aire de hermosura y elegancia, de sobriedad y gozo. Nuestra Señora en su Soledad le regaló ayer a Huelva una jornada cofrade en la que todo el mundo pudo disfrutar con la Hermandad del Silencio de su 75 aniversario fundacional. Una procesión extraordinaria con la que recordar aquella del Viernes Santo de 1937. Ahora en acción de gracias en este otoño en el que se tiene un nuevo curso cofrade que no pudo tener mejor apertura que esta.  

Lejos de malos presagios, la tarde se vistió de sol y de cielo azul de Huelva, y en la parroquia de la Purísima Concepción, banderas celeste inmaculistas anunciaban un día de fiesta. En el interior del templo todo era de organización y de estampas únicas. Nuestra Señora de la Soledad, en el lugar que ocupa Nuestro Padre Jesús Nazareno; la estampa era única, fundidas las dos imágenes como aquel año de 1937, cuando la Soledad le acompañaba en su representación pictórica. Este era el momento que se recordaba y con él la vida transcurrida en estos 75 años.

Momento de agradecimiento por parte del hermano mayor de la Hermandad del Silencio, Francisco Buenafé Serrano, a todos los participantes, invitados y hermanos. Una procesión con la que se culminan los actos del 75 Aniversario tras el solemne pontifical presidio por el obispo de Huelva, José Vilaplana, en el día anterior.

El párroco de la Purísima Concepción y director espiritual de la cofradía, Diego Capado, invitó a todos al rezo de la Salve en acción de gracias por estos 75 años, que enmarcó en el Año de la Fe, "una fe vivida, celebrada y testimoniada en la presencia de Ella que es peregrina de la fe", como dijo recordando las palabras de Juan Pablo II, "para que nos permita peregrinar en una fe adulta y consciente". Con la invitación a marchar "en el nombre del Señor", se inició la procesión de ación de gracias hacia las Hermanas de la Cruz.

Llamó en el paso Moisés Vázquez y el tambor seco de la Asociación Musical Nuestra Señora del Águila de Alcalá de Guadaíra sonaba desde la capilla del Nazareno mientras el paso de Nuestra Señora en la Soledad se levantaba. Se escuchó la nueva marcha Soledad del Silencio, de Jesuli Perogil. Quedó el paso cuadrado delante de la capilla del Señor de Huelva. La comitiva salía a la calle, se encargaba de organizarla Francisco Masero García, diputado mayor de gobierno de la cofradía del Viernes Santo.

El capataz, Francisco Cumbrera, dio los golpes de rigor y el paso de nuevo caminando. Se escuchó la marcha Amargura, de tanta significación en esta advocación, por su vinculación con la Hermandad del Nazareno y su titular, por haber llevado como advocación la de Amargura en su Soledad. Un momento único, enmarcado en el mayor regusto cofrade. En estos detalles y otros más que se fueron desgranando por la tarde noche se vio cómo era una procesión preparada no sólo con esmero sino con gusto. Así llegó hasta el dintel de la calle y siguió avanzando cuando el sol que le llegaba desde La Placeta acariciaba el rostro de la Soledad de la Concepción. El paso quedó cuadrado en la calle Méndez Núñez enfilando hacia la plaza de las Monjas. ¡Qué alegría una salida desde de la Concepción sin los hierros de los palcos y la incomodidad de la estrechez que aquí se sufre en Semana Santa las hermandades de esta parroquia a la hora de sus salidas!

Siguió la marcha Amargura y el contraluz era hermoso, la nube de humo nada tenía que ver con aquella del 21 de julio de 1936, que provocó que al año siguiente la familia Domínguez Vázquez donara esta imagen para que abanderara el resurgir de una nueva Semana Santa.

La de ayer fue una estampa única, la Soledad en esta aureola del incienso que le envolvía. Un instante especial al que vendría luego otros. El paso caminó así hasta que en Méndez Núñez llegó a la altura del monumento a la Inmaculada Concepción donde de nuevo paró. Se levantó y continuó con Quinta Angustia. La tarde se envolvía en una música apropiada para la Soledad del Silencio. La plaza de las Monjas era una algarabía de gente, de niños, de familia, de Huelva en la calle. La primera parada en este recorrido extraordinario fue ante la iglesia de Santa María de Gracia, las Madres Agustinas estaban en el cancel de la puerta esperando a la Soledad de la Concepción.

El paso de la Virgen contaba en esta salida con matices hermosos a tener en cuenta. No llevaba monte, pero sí un elegantísimo exorno floral de Antonio Rivera compuesto de rosas rojas y malvas, con el toque justo de otras flores; con jarras a ambos lados. Junto a Ella los ángeles pasionistas del paso del Nazareno; dos de ellos con la leyenda Gratia Plena y, en la trasera, los otros dos con la leyenda Mater Dolorosa. La Virgen lucía como novedad saya burdeos bordada en oro de la Hermandad de la Vera Cruz de Moguer, con su clásico manto bordado por Esperanza Elena Caro, con vistas del siglo XVIII. Ella, con su corona dorada, delante de la cruz vacía envuelta por el sudario de Jesús, en su iconografía de la tarde del Viernes Santo. Llevaba broche con el anagrama del 75 aniversario, realizado y donado por el orfebre José María Carrasco. Sólo faltaba la luna llena y nada más que la noche le envolviera apareció sobre el manto negro que le da el luto en cada una de sus salidas en procesión.

Por la calle Padre Andivia llegó hasta la iglesia conventual de las Hermanas de la Cruz, punto emblemático de su recorrido de Semana Santa donde realiza la estación de penitencia. Luego la visita a la Esperanza, también habitual en las salidas de la Soledad del Silencio. La comitiva la presidía el hermano mayor de la Soledad, Francisco Buenafé; acompañado por el párroco de la Concepción, Diego Capado, el presidente del Consejo de Hermandades, Modesto Fernández Jurado; el hermano mayor del Nazareno,  José Luis Borrero. De fiscal de paso iba Francisco Hernández Calvo.

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