Huelva

Recetas mágicas en tiempos de cólera

ESTO es sólo marketing", resume un veterano diputado. Suscribo la sentencia y la aplico retroactivamente a la prehistoria política. César, los Reyes Católicos o Napoleón entendían un rato del tema. Cierto que han cambiado algunas cosas. Uno observa a Zapatero en el plató futurista del Palacio de Congresos de Madrid y piensa inevitablemente en los comentaristas de la Eurocopa. Los susurros y confidencias han existido siempre. Las fuentes son las fuentes, claro, aunque a menudo el mensaje que transmitan sea exactamente el mismo. Así contribuyen a la destrucción del espíritu de la exclusiva, tan venido a menos, tan amodorrado.

No importa. Nos queda la exégesis, disciplina mucho más flexible y creativa que permite al lector sortear la insufrible actualidad política con la esperanza del estilo frente al teletipo. El PSOE sabía que su congreso no apasionaría ni a los adeptos más entregados. Para sortear el trance de 72 horas sin chicha, ha decidido acordarse del rival justo cuando el rival se empeña en olvidarse del PSOE. Así es la vida.

Rajoy apareció una y otra vez en las sucesivas intervenciones de Blanco, Chaves y Zapatero. Unas veces se le mencionaba, otras se le intuía. La semilla del mal. El enemigo requetebatido que se resiste a morir aun a costa de transformar sus valores, tan sagrados, tan innegociables. En el fondo, lo que Zapatero y sus subalternos plantean es su déficit de decencia. Rajoy medido con sus propios patrones clásicos. No está mal pensado. En el PSOE, además, funciona bastante bien la división del trabajo. Blanco abre la función con ironía y humor, mezcla pasajes tenebrosos con otros ciertamente satíricos, combina pegada y condescendencia. Chaves toma el testigo con mirada torva y lenguaje castigador, ceño fruncido, boca arrugada. El efecto se pierde en parte por su torpeza para hilvanar párrafos, pero nos quedamos con la intención. Los caramelos los reparte el rey mago, que no tiene barba ni corona pero sí ojos azules y sonrisa franca. Zapatero, como Marlon Brando, se reserva el mejor papel y lo interpreta con ganas. No ha perdido la fe en el arte que practica.

Todo es maravilloso. Puede serlo más. Mucho más. No hay límites. Llora Italia, tiemblan Francia y Alemania. Ésa es la síntesis del mantra zapateril. Ojo con llevarle la contraria. Se corre el riesgo de parecer agorero, o patriota de hojalata, o -incluso peor- miembro del PP. La impresión tras la jornada inaugural es que tanto triunfalismo está pensado para otro contexto. Un contexto que la realidad desgraciadamente niega. Al español tal vez le guste que le vendan como blanco lo que en verdad es negro (o al menos gris), hipótesis demasiado atrevida que el socialismo oficial asume alegremente.

El truco de atribuir las maldades al otro está bien para un rato. Quedan no obstante dos días de deliberaciones y pomposos anuncios donde el PSOE tendrá la oportunidad de concretar su receta mágica contra los tiempos del cólera.

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