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Mujeres en guerra

Jean-Paul Salomé, director al que recordamos por la entretenida La máscara del faraón (2000) y la definitivamente fallida, Arsène Lupin (2004), nueva versión del clásico ladrón de guante blanco, que se decía. Con esta inmersión en el ámbito del espionaje que ahora contemplamos, nos devuelve a uno de esos géneros siempre recurrentes y sobre todo prácticamente reducidos a alimentar el ámbito del entretenimiento en las salas cinematográficas. En el fondo se trata de esa especialidad de evasión que se cultiva cuando no hay de por medio más altos objetivos o propósitos más comprometidos.

Así las cosas la acción de Espías en la sombra nos sitúa en mayo del año 1944, cuando un comando integrado por cinco mujeres arriba en paracaídas en la Francia ocupada por las fuerzas alemanas.

Es una arriesgada misión que supone en cierto modo una estrategia de distracción y a la vez de protección de la magna operación de desembarco del día D en las playas de Normandía.

Una de las componentes del comando es viuda de un miembro de la resistencia y lidera el operativo que tratará de rescatar a un prisionero inglés que se encuentra en un hospital en poder del ejército del III Reich.

El conoce una buena parte de las claves del inminente desembarco en territorio europeo. Combinación de acción, drama y romance.

El film se sitúa a medio camino entre el cine de espionaje y el género bélico, en ambos casos opositando a la calidad que se pretende en el ejercicio de ambas especialidades.

Pero se queda en un buen intento que no logra sus mejores fines. Sabido es que toda película que aborda temas relacionados con la Segunda Guerra Mundial, sobre todo si se relaciona con los enfrentamientos entre las fuerzas nazis y la resistencia en los países ocupados, es siempre bien recibida por el público.

El asunto presenta tantos y tantos episodios heroicos y anécdotas entre bélicas y estratégicas, que éste es uno de tantos y por sus circunstancias, se puede destacar la particular participación de cinco mujeres en los hechos. Ello le proporciona una singularidad muy llamativa.

Quizás Jean-Paul Salomé, que juega con un acontecimiento más o menos real, no ha sabido superar lo que en el fondo es un ejercicio cinematográfico bastante irregular, merced a un guión ostensiblemente desordenado que, a todas luces, hace difícil una perfecta coordinación del relato y de su exposición narrativa.

El resultado nos brinda unas secuencias indecisas en su puesta en escena, resueltas de forma muy confusa y ciertamente incoherente. Incluso en la participación de ciertos personajes hay aspectos inexplicables y forzados.

En este desacierto general y la falta de aprovechamiento del argumento están también las actuaciones interpretativas, en las que la mayor contribución femenina, tampoco mejora el conjunto. En todo caso podríamos decir que sólo salva el interés de la película un cierto entretenimiento y las características de la historia, un tanto insólita en el género. Para pasar el rato si no exige demasiado.

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