Huelva

El Monumento a Colón del IV Centenario

  • Es la cuarta versión del monolito que diseñó originariamente Ricardo Velázquez Bosco

"A poca distancia del monasterio de Santa María de la Rábida y en el centro de una gran plaza de noventa metros de radio, está el monumento conmemorativo a Colón construido para la celebración del cuarto centenario del descubrimiento del Nuevo Mundo". Esta es la descripción que hace Emilio José Rodríguez en su Geografía estadística de la provincia de Huelva, de 1895, reeditada por la Diputación de Huelva en 1997. Será Ricardo Velázquez Bosco, quien se encarga de la restauración de La Rábida con ocasión de la celebración del IV Centenario, motivo por el que se quiere rematar todo con un monumento a Cristóbal Colón, cuyo concurso gana el propio Velázquez Bosco, como asegura Alfonso Jiménez en la introducción al libro que el propio arquitecto dedicó al monasterio, reeditado por la Diputación en 1975.

Las postales de la época se encargaban de reafirmar que este era el Monumento a Colón. Hoy difícil sería vincular el monolito rabideño a un homenaje personal al almirante. El primero que lo reemplaza en protagonismo es el Monumento a Colón en la Punta del Sebo, más tarde subtitulado de la Fe Descubridora. También está el hecho de que la columna de La Rábida no tenga una representación de Colón, rematada por la corona de la monarquía española, el globo terráqueo y la cruz. Sobre todo lo que hace que se olviden de él es el mal estado en el que se encuentra en los años veinte, al no llegarse a concluir el proyecto de Ricardo Velázquez. Eso lleva a un grupo de viajeros americanos, que promueven la Columbus Memorial Fund, a erigir el Monumento a Colón en la Punta del Sebo, en 1929.

En el mismo mes en el que se inaugura el Colón de la Punta del Sebo, una real orden autoriza el gasto de 40.000 pesetas para que el conservador del monasterio de la Rábida, Antonio Gómez Millán, se encargue de las obras de terminación del monumento, tras el fallecimiento de su autor. Aquí se le llama ahora Monumento conmemorativo del descubrimiento de América, quizás ante la inauguración del de la Punta del Sebo se pretende distinguirlo así en un homenaje a los Descubridores. Así se le ha llamado a lo largo del tiempo, más cuando frente suya se dedica la avenida a los Descubridores. Ahora la placa descriptiva colocada tras la restauración monumento el pasado año e inaugurada su plaza el pasado mes de marzo, se le nombra como Columna Conmemorativa del IV Centenario del Descubrimiento de América. Lo que no es ni mucho menos cierto que el monolito conmemore aquella efemérides. Si no se le quiere llamar Monumento a Colón, más cuando desde 2006 se colocó a su vera una figura del almirante en otro monumento, llámese al menos Monumento a los Descubridores de América, sin olvidar cuál ha sido su trayectoria histórica. Lo cierto es que el pueblo es el que pone los nombre muy a pesar de artistas, arquitectos y políticos. Así, desde hace tiempo se le llama de los Descubridores.

El monumento es el que marca todo el entorno del monasterio de La Rábida, domina las orillas del Odiel y el Tinto.

Una columna toscana erigida sobre un pedestal situado en un montículo artificial, al que se accede por cuatro grandes escalinatas de traza rectilínea, que en planta forman una cruz griega, completando el círculo en el que se inscriben cuatro sectores ajardinados. La columna se remata con una sencilla cruz plana de hierro de brazos trapeciales.

Su origen se encuentra en la eclosión americanista en la provincia de Huelva con ocasión de los actos conmemorativos del IV Centenario del Descubrimiento de América. Ricardo Velázquez Bosco tuvo a pie de obra al arquitecto Hernández Rubio y la supervisión de la Diputación de Huelva, que se encargaba del mantenimiento del monasterio.

La inauguración del monumento, proyectado en 1891, tiene lugar el 12 de octubre del siguiente año, dentro de la programación del IV Centenario. Una obra que junto con las del monasterio de la Rábida se proyectan en escaso tiempo, lo que obliga a que en la inauguración el monumento no esté concluido.

El monumento original tenía planta octogonal sobre la que se elevaba una columna rematada por un capitel labrado por Mélida. De remate una gran bola de cinco metros de diámetro y coronada por una cruz. Como detalle singular, la zona intermedia ofrecía una balconada a modo de proas de carabelas, a las que podía acceder desde una puerta inferior.

La primera restauración del monumento la realiza Feduchi. Los saqueos de los años 1931 y 1936 produjeron intensos destrozos, por lo que hubo de ser restaurado en 1948. A partir de entonces el cambio sustancial tanto por los relieves como por el propio diseño de la columna, su capitel y su remate. El bajorrelieve esculpido en los anillos son obras de Manuel Echecoyán, que no pudo finalizar por falta de presupuesto.

Los destrozos causados por un rayo provoca una nueva restauración que da lugar a renovar el diseño del basamento, ahora cuadrado. Lo restaura el Instituto de la Cultura Hispánica, que lo concluye para el 12 de octubre de 1961.

A partir de 1991 hay un largo peregrinar para restaurar el monumento. Salta entonces la alarma por el desprendimiento de las placas que recubren el monumento. Una década después se procede a iniciar la restauración de acuerdo con el estudio realizado por el arquitecto Pedro Rodríguez, que más tarde aconsejará su desmonte y la creación de una nueva columna de hormigón que será recubierta por las placas de piedras que ya tenía el anterior, del que n se conservará el diseño de su basamento, sino que se orienta al primitivo. La inauguración tiene lugar en 2014 y se completa con la plaza en 2015.

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