Huelva

"Los ojos de la mosca y los de Ingrid Bergman se forman igual" Morata: "Mi designación le quita carga política a Doñana"

Cuando una persona común cierra los ojos y ve ratones, moscas y gusanos se asusta y cree que padece delirium tremens. Pero cuando ese mismo ejercicio visual lo realiza un biólogo puede estar pensando, por ejemplo, en fabricar un ratón forzudo tipo Sppedy González o poner a un cerdo un alga marina en el hocico para que este órgano se convierta en fluorescente.

Las pupilas del biólogo Ginés Morata, Premio Príncipe de Asturias de Investigación 2007, rebosan curiosidad a raudales. Acaba de participar en la Semana de la Ciencia que organiza la Universidad de Huelva y desde este foro augura mejor vida a la especie humana gracias a la explosión vivida por la ingeniería genética.

Morata sorprende en sus diálogos al advertir que "el 60% de los genes involucrados en el desarrollo de enfermedades humanas como el cáncer o el alzheimer están presentes en la mosca". Pero también impacta en nuestro concepto de belleza con un descubrimiento increíble: "Los ojos de Ingrid Bergman se forman igual que los de la mosca común (drosophyla)". O lo que es lo mismo, la estrategia, el mecanismo de formación es idéntico y se puede interferir, por ejemplo, en su color, subraya el científico. Se imaginan lo que hubiese pasado en Casablanca si Humphrey Bogart lo descubre.

En esta entrevista desvela con humor trucos sencillos para vivir más. Son dos, básicamente: Comer menos y pasar frío. "Si ponemos una mosca a dieta, el porcentaje de mortalidad es bajo", asegura. Y añade: "El frío alarga la vida. Si vamos al Himalaya lo podemos comprobar". También invita a usar la técnica del baño en la piscina de la eterna juventud que ideó el pintor germano Lucas Cranach en su obra La victoria contra la muerte. Pero Ginés Morata se toma la vida muy en serio.

-La biología ha acaparado ya la portada de la prestigiosa revista Newsweek, eso tuvo un impacto mediático mundial. Es la bilogía la ciencia del siglo XXI.

-La biología ha explotado, por así decirlo, a finales del siglo XX y ha desarrollado una serie de tecnologías verdaderamente poderosas que se iniciaron cuando se descubrió la estructura del ADN. Todas estas tecnologías de manipulación del ADN ofrecen por primera vez la posibilidad de manipular genéticamente cualquier organismo, incluyendo la especie humana si eso fuera posible y conveniente que en absoluto digo que lo sea. Pero posibilita el conocimiento último de los fenómenos biológicos y esto afecta a la especie humana. Esta es el objetivo último de la biología, de ahí el interés de las nuevas tecnologías.

-Podemos comer sin temor los frutos de las plantas modificadas genéticamente que llegan al mercado.

-Me puede decir cuál es el problema que tiene. Siempre hay reacciones conservadoras ante este tipo de cosas y conste que no estoy en contra de que haya reservas porque conviene observar con detenimiento estos progresos para evitar efectos colaterales no deseados. Hasta ahora no tenemos dudas acerca de que este tipo de alimentos sea nocivo.

-¿Y animales trangénicos?

-Hay vacas transgénicas a las que se le ha introducido un gen que le confiere resistencia a la mastitis, una enfermedad grave. Creo que eso es bueno, ¿no? Esa vaca va a vivir más y no morirá de esa enfermedad. Como todo, la tecnología se puede utilizar para fines buenos y hay quien pueda imaginar objetivos perversos. Esto pasa siempre. La sociedad tiene que evitar la utilización perversa del conocimiento. Por ejemplo, la energía atómica sirve para obtener energía barata pero también para fabricar bombas nucleares. Se trata de utilizar la tecnología con fines positivos. O los ordenadores, son utilísimos, pero se pueden aplicar a la dirección de misiles teledirigidos con cargas nucleares que es un fin perverso pero la culpa no es de las máquinas sino de quienes las guían. Pues igual pasa con la tecnología biológica.

-Señor Morata, después de manipular plantas, animales mamíferos llega el turno de la especie humana. El reto ha planteado un crudo debate científico y un choque moral.

-Eso está aún muy lejano. Hay ciertas manipulaciones genéticas que serían aceptables. Por ejemplo: si un hijo suyo padece una enfermedad genética o un grave defecto. Usted estaría de acuerdo en que se le introdujera un gen terapéutico con el objetivo de curarle la enfermedad. Pues eso sería un niño transgénico y coincidimos en que sería bueno. O el caso de la terapia génica que ha dado resultados prometedores aunque todavía con ciertos problemas. La terapia génica así entendida sería aceptable pues va dirigida a curar enfermedades y paliar el sufrimiento del ser humano. Ahora si me propone hacer otro tipo de modificaciones para hacernos altos, rubios y más guaposý eso es otro asunto que no se debe hacer.

-Cuando era niño envidiaba a las salamandras. Después de perder un órgano lo regeneraban, por lo menos eso leí en el libro de Ciencia Naturales y debo confesarle que experimenté la sensación con el rabo de una pequeña salamanquesa. La encerré en una caja para ver si le crecía y hubo sorpresa.

-Creo que llegaremos a regenerar órganos amputados. Hay animales, como algún tipo de reptil, que regeneran sus miembros y ya sabemos a qué se debe y cuáles son los genes que están involucrados en ese trabajo, y se sabrá más muy pronto. Por lo tanto, cuando uno pierde un brazo se trataría de activar esos genes para que la persona lo recupere. Hoy esto es todavía una especulación pero de ningún modo infundada.

-Nos parecemos tanto a la mosca como parece.

-A todos los animales. Tenemos entre un 50% y un 99% de coincidencias. Con la mosca esta identidad genética ronda el 60%. Su diseño genético es tremendamente parecido al nuestro a pesar de las diferencias existentes.

-De los 50 millones de especies que dan vueltas por el mundo, hay alguna más inteligente que el ser humano.

-No. Haré una matización: Que algunos seres humanos.

El biólogo andaluz Ginés Morata fue nombrado hace un año presidente del Consejo de Participación de Doñana, un órgano que sustituye al politizado Patronato del Parque Nacional y que le otorga poder natural sobre más de cien mil hectáreas. De joven estudió en la Reserva de la Biosfera y preparó un trabajo sobre uno de sus moradores: el alcotán. Así que sabe lo que se trae entre manos.

-Qué tiene Doñana que no tengan otros Parques.

-Es la reserva más importante de Europa. Posee un gran patrimonio faunístico, cultural y natural que hay que conservar a toda costa.

-Está la Reserva de la Biosfera tan mal como la pintan.

-Creo que no. Si la comparamos con otra etapa, cuando era joven y venía por aquí es tremendamente diferente. Antes era una pequeña reserva natural de 8.000 hectáreas y ahora todo el espacio llega a las cien mil. Existe un sistema de guarderías y una labor investigadora encomiable, gran concienciación social y sus habitantes lo ven como un valor por lo que les interesa conservarlo y mantenerlo lo mejor posible. Además, la marca Doñana vende, supone incluso un valor económico y los alcaldes de la zona lo saben muy bien.

-Qué se puede hacer en Doñana que no se haya hecho ya.

-Las personas que han pasado por aquí y trabajan ahora hacen un trabajo extraordinario, no creo que haya una diferencia muy grande con la etapa que yo abro. Mi cargo es más de asesoría que ejecutivo. Hay un director conservador que lleva el día a día y es muy competente.

-Sin embargo, después del vicepresidente del Gobierno Alfonso Guerra, la ministra Isabel Tocino y Jaume Matas es el primer científico que llega al cargo.

-Claro... Mi elección se hace precisamente para quitarle carga política a un cargo que debe ser eminentemente técnico. Conservar Doñana es un objetivo, independientemente de quién esté en el Gobierno. Y en el pasado tengo entendido que primaba el concepto político. Ahora, al ser un cargo científico se facilitan las interrelaciones.

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