Huelva

Huelva tendrá una unidad de ictus para atender a 1.300 pacientes al año

  • El servicio se situará en el Juan Ramón Jiménez y tendrá guardias de 24 horas

Una enfermera adecúa una ambulancia con soporte vital básico.

Una enfermera adecúa una ambulancia con soporte vital básico. / alberto domínguez

El Hospital Juan Ramón Jiménez contará con una unidad de ictus cuyas obras comenzarán en breve y que cubrirá una gran carencia que presenta la provincia. La importancia de que Huelva tenga una unidad de estas características está justificada por el hecho de que los accidentes cerebrovasculares son la primera causa de muerte en mujeres y la segunda en los hombres. La unidad se ha diseñado con la previsión de atender a unos 1.300 pacientes cada año.

Aunque desde la dirección del centro sanitario se respondió escuetamente que "se está trabajando en la mejora de la línea de atención al ictus", lo cierto es que este periódico ha podido saber que las obras se están iniciando en una zona del hospital que estaba dedicada a Medicina Interna. Las instalaciones dispondrán de tres habitaciones con una cama cada una y guardias las 24 horas. De este modo, los pacientes de ictus no serán atendidos en la UCI como se realiza hasta el momento. Con su apertura, Huelva acogerá la sexta unidad de Andalucía.

Aún hoy, los pacientes de ictus son tratados preferentemente en el Hospital Infanta Elena. Con la creación del Complejo Hospitalario (CHUH) se decidió que ese centro asumiera también este tipo de atención. Con el proceso de desfusión, la unidad de ictus debe ser integrada por un hospital de primer nivel, que esa lo que aspira el Juan Ramón Jiménez, por lo que debe abandonar el Infanta que ha vuelto a ser comarcal.

La importancia de un tratamiento adecuado al ictus es algo indiscutible. Esta patología es la responsable de que haya cerca de 1.300 ingresos al año en Huelva, de los que 754 son hombres y 534 mujeres.

Actualmente, la atención al ictus en el Infanta no cuenta con un neurólogo las 24 horas al día sino que tiene horario de lunes a viernes. Aun así, se han llevado a cabo algunas fibrinólisis intravenosas y trombectomías en las primeras 4,5 horas tras sufrir el accidente cerebrovascular lo que elimina un buen número de posibilidades de que queden secuelas. Esa intervención ha hecho de este modo, que se haya quedado a la mitad la cifra de pacientes que tras un ictus sufren secuelas graves que les impiden llevar una vida normalizada.

Un informe de la Cámara de Cuentas alertaba, hace un par de años, en el que realizaba una fiscalización del Plan Andaluz de Atención al Ictus -que analizaba la respuesta del sistema de salud a este mal entre 2011 y 2014- denunciaba "la falta de desarrollo de una estructura en red (...) y un protocolo de derivaciones perjudica a los ciudadanos alejados de los grandes núcleos urbanos". El informe de la Cámara apostaba porque la comunidad autónoma tuviera un mínimo de 16 unidades.

Ante estas notables carencias, el SAS puso en marcha en verano de 2016 un protocolo denominado Código Ictus que pretendía cubrir esas limitaciones. Aunque en su momento se presentó este Código Ictus como un protocolo de actuación urgente para coordinar la asistencia a las personas que sufren un accidente cerebrovascular o ictus, con el fin de activar con la suficiente celeridad, el informe de la Cámara de Cuentas apuntó a que las unidades de Ictus son la manera más idónea de tratar esta patología. La Cámara subrayó que disponen de personal entrenado y coordinado por neurólogos que dirigen el equipo y "han demostrado que reducen los índices de mortalidad y reducen las complicaciones y la dependencia".

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