ramón garcía martos. abogado

"Decidí ser abogado cuando no me dejaron entrar en una discoteca"

  • Es el primer letrado onubense de etnia gitana Aunque desde pequeño tenía claro que quería estudiar, un caso de discriminación le lanzó a Derecho

-¿Por qué decidió ser abogado? De hecho, es el primero en Huelva de etnia gitana

-Desde muy pronto, sabía que quería estudiar. Opté por Derecho a raíz de que no me permitieron el acceso a una discoteca y tenía claro que no iba a dejar pisotear mis derechos. Cuando iba a poner una reclamación contra la discoteca, me di cuenta de que me faltaban datos sobre qué leyes o normativas tenía que alegar. Es ahí cuando decidí ser abogado.

-Supongo que contó con el apoyo de su familia.

-Mi familia está muy orgullosa y contenta porque haya estudiado una carrera universitaria. Tengo que agradecer especialmente el hecho de que mi hermano, que es vigilante de seguridad, se sacrificara mucho por mí para que yo pudiera estudiar. Vengo de gente muy trabajadora que se dedica a la venta ambulante.

-¿Cuál ha sido su relación con El Torrejón?

-Estudié en el Colegio Onuba y luego pasé al Instituto La Marisma. He trabajado como monitor de seguimiento escolar con la Federación de Asociaciones Romaníes Andaluzas, en su programa contra el absentismo escolar. La tarea consistía en ver qué chavales faltaban y hablar con sus familias para concienciarlas sobre la necesidad de la asistencia continua al colegio. Además, he estado involucrado en la asociación de vecinos, en las escuelas de verano, etcétera.

-¿Está de acuerdo con la imagen que a veces se tiene del barrio?

-El barrio se indignó al ver el programa que dedicó a El Torrejón un canal de ámbito nacional. Este es un barrio como otro cualquiera, de gente trabajadora, en el que conviven payos y gitanos en perfecta armonía. Creo que es un buen ejemplo de valores y tolerancia, que está afectado, como otras zonas de Huelva, por un elevado índice de paro.

-¿Qué rama de la abogacía escogió?

-La de Responsabilidad Civil y Seguros, aunque trabajo en todas las áreas. Intento siempre compaginar mi trabajo con mi familia. Prefiero ganar menos y tener más calidad de vida. Tengo dos hijos y no quiero que, en el futuro, lleguen a la conclusión de que he sido un padre ausente.

-¿Tiene conocimiento de que haya otras personas de etnia gitana que dispongan en Huelva de estudios superiores?

-Sé de varios casos y, para quien piense aún de manera obsoleta, la formación no te quita tu gitaneidad. Incluso diría más: un gitano formado reafirma más su identidad. Si volviera a nacer, yo querría ser otra vez gitano. La formación es fundamental y tenemos que aprovechar los recursos que el sistema nos ofrece y salir adelante en un mundo más competitivo.

-¿Piensa que la situación de los gitanos en la sociedad española se está normalizando?

-Creo que sí, pero somos nosotros los que tenemos que avanzar ya que a nosotros nadie nos va a ayudar.

-Pero a veces se piensa que los gitanos tienen actitudes racistas y que, por ejemplo, no están de acuerdo con los matrimonios mixtos.

-Para empezar, yo estoy casado con una mujer no gitana. El que algunos digan que nos gusta sentirnos discriminados o que incluso podemos tener actitudes excluyentes, no tiene ningún sentido. Dígame qué grupo o colectivo hay al que le guste estar excluido o discriminado. Me gustaría recalcar que el colectivo gitano no deja de activarse. Ahora, por ejemplo, hay un gran movimiento asociativo entre las mujeres.

-Se están celebrando los 25 años de Instituto La Marisma. ¿Cuál fue su experiencia allí?

-Entré en La Marisma en 1992 cuando aún estaba el sistema de la Logse. Pienso que fue un acierto abrir ese instituto en El Torrejón pues era una zona que lo necesitaba. Si los chicos querían estudiar tenían que irse al Fuentepiña o al Alto Conquero. La Marisma tiene un nivel de formación como cualquier otro instituto de la ciudad y cuenta con unos profesores encantadores que siempre están intentando motivarte.

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