TRÁFICO Cuatro jóvenes hospitalizados en Sevilla tras un accidente de tráfico

Sevilla

La Policía atribuye a un "fallo humano" la muerte en el ascensor del Valme

  • Los investigadores de Homicidios sospechan que el ascensorista pudo "manipular el freno de mano" sin adoptar las medidas de seguridad. La juez lo cita a declarar el 18 de enero en calidad de investigado.

Entrada principal del hospital de Valme.

Entrada principal del hospital de Valme. / Víctor Rodríguez

Un fallo humano como hipótesis más probable de la muerte de Rocío Cortés en un ascensor del Hospital de Valmen. La titular del juzgado de Instrucción número 1 de Sevilla ha citado a declarar al 18 de enero al ascensorista del hospital de Valme donde el pasado 20 de agosto falleció la joven Rocío Cortés, después de recibir el atestado de la Policía en el que se apunta al "fallo humano" como causa más probable del accidente.

La Policía sospecha que el ascensorista F. C. D. pudo "manipular" el freno de mano sin adoptar las medidas de seguridad pertinentes, que incluyen entre otras informar a los pasajeros y comprobar que todas las puertas están "cerradas". La investigación de la muerte la está llevando el Grupo de Homicidios de la Policía Nacional de Sevilla, cuyos agentes citaron a declarar como testigos a los responsables de la empresa encargada del mantenimiento de los ascensores en el hospital de Valme. Ahora, la instructora ha dado un paso más al citar a declarar al operario en calidad de investigado y también a dos peritos. El elevador fue fabricado hace cuarenta años por la firma Schindler, pero el mantenimiento lo llevaba desde hace cuatro la empresa Orona.

Conclusiones del informe Conclusiones del informe

Conclusiones del informe / Departamento de Infografía

La Policía recoge el informe técnico elaborado por la empresa Atisae, por encargo de la delegación de Industria, cuyos especialistas realizaron "numerosas pruebas tendentes a comprobar el correcto funcionamiento de los elementos mecánicos de accionamiento y suspensión del ascensor, de los circuitos eléctricos y contactos de la serie de seguridades, del cuadro de maniobra y control y de los datos de registro de averías y anomalías".

Los técnicos concluyen que para que el ascensor se desplazase hacia arriba a gran velocidad estando las puertas abiertas, "es imprescindible que el dispositivo de freno se abriera" y para ello plantearon tres hipótesis: fallos mecánicos debidos a la rotura de elementos que intervienen en la suspensión del ascensor; fallos eléctricos y de seguridades; y fallos electrónicos de la placa de control.

Tras el análisis de todos estos elementos se pudo comprobar, prosigue el informe, que no se había producido ningún fallo de los mencionados, al tiempo que se desconoce si por parte del ascensorista se siguieron "correctamente" las actuaciones para realizar el "rescate con seguridad, por lo que no pueden descartar un fallo humano en las maniobras de rescate". Los técnicos indican además que se "desconocen los motivos, ni cómo se produjo la apertura de la puerta trasera de la cabina del ascensor, según indicó el celador en su declaración, ya que esa puerta está anulada en la planta y sólo puede abrirse mediante manipulación en el cuadro de control".

El atestado policial incorpora asimismo el informe firmado por la directora gerente del hospital de Valme, Silvia Calzón, que concluye que desde que "desde que se da aviso al ascensorista de que el elevador se encuentra parado, hasta que se produce el accidente mortal, transcurren cerca de tres minutos, en los que no se tiene constancia de las actuaciones llevadas a cabo por el ascensorista".A la vista de estos informes, los investigadores de la Policía concluyen que, tras haberse descartado los fallos mecánicos, eléctricos y electrónicos del ascensor, "la única hipótesis factible de la causa del fatal accidente es un fallo humano producido por una manipulación incorrecta" del ascensorista de la empresa Orona.

Dice la Policía que el ascensorista ha declarado que sobre las 14:30 horas del 20 de agosto se hallaba en su oficina, en la sala de máquinas en la planta 11, y que tras recibir la llamada de la centralita del hospital indicando que un ascensor se encontraba bloqueado, se dirigió a la sala de máquinas -que está a 5,77 metros de la oficina- y cuando se encontraba frente a los cuadros de mando, "antes de que le diese tiempo a manipularlos, escuchó un fuerte ruido que le extrañó", por lo que bajó corriendo a ver lo que había ocurrido, encontrando a la víctima atrapada entre las puertas del ascensor.

En el registro de llamadas de la red corporativa del hospital se observa que hay un "intervalo de unos tres minutos, desde que el ascensorista recibió la alerta de la centralita hasta que se produjo el accidente, tiempo suficiente para producirse algún tipo de manipulación en el centro de control del ascensor", asevera el atestado policial, a lo que añade que no se ha podido explicar cómo se produjo el desbloqueo del freno del ascensor que provocó la subida del mismo a gran velocidad y con las puertas abiertas.

La única hipótesis que no se ha podido comprobar es la de que "se produjese apertura del freno de mano", una técnica que consiste en accionar manualmente la palanca del freno del ascensor para hacer que éste se eleve cuando se encuentra atrapado entre dos plantas. Se trata, prosigue la Policía, de una "técnica que se utiliza de manera habitual por los ascensoristas, si bien hay que cumplir una serie de medidas previas a su aplicación (desconectar el interruptor general comprobar en qué posición se encuentra la cabina e informar al pasajero, comprobar que las puertas están cerradas) para evitar que el ascensor suba de manera descontrolada, puesto que al aplicar esta técnica se desactivan todos los elementos de seguridad del mismo".

Por último, los agentes del Grupo de Homicidios señalan que si efectivamente se produjo la "manipulación del freno de mano", se puede establecer gracias a la declaración del celador -que acompañaba a la paciente Rocío Cortés- que "dichas medidas de seguridad no se efectuaron".

Rocío Cortés Núñez, de 25 años y vecina de la barriada nazarena de los Montecillos, murió pasadas las dos y media de la tarde del domingo 20 de agosto, horas después de que le hubieran practicado una cesárea, por la que dio a luz a su tercera hija. Rocío iba a ser trasladada de la segunda planta, donde está la llamada sala del despertar, a la tercera, donde estaría su habitación.

Según las primeras investigaciones, la secuencia de los hechos fue la siguiente: el celador introdujo la cama con la mujer en uno de los ascensores, pulsó el botón para subir a la tercera planta, pero el ascensor no reaccionó. Viendo que no funcionaba, el celador comenzó a sacar la camilla para buscar otro elevador en el que trasladar a la paciente. En mitad de la operación, cuando el celador se encontraba fuera del ascensor maniobrando la cama, el elevador comenzó a funcionar. La plataforma subió pese a que estaban las puertas abiertas. Esto hizo que la camilla subiera con ella y la cabeza de la mujer se golpeara contra la parte superior de la puerta, lo que provocó el aplastamiento de la cabeza. El celador no pudo hacer nada porque el ascensor no tiene ningún botón de parada y sólo dispone de uno para abrir y cerrar las puertas, por lo que no pudo evitar la tragedia a pesar de ser un trabajador muy experimentado.

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