Pasarela

Vistosidad y colorido en la despedida

  • Simof 2010 dice adiós a su edición número dieciséis volviendo a superar las expectativas y dejando la crisis aparcada a un lado.

Si el jueves fue el día de Pilar Vera, el viernes de Aurora Gaviño y Cristo Báñez y, el sábado, de Juana Martín, está claro que, el domingo, fue la jornada triunfal para Cañavate que, con 'Dulce y salao' -obra dedicada al diseñador, Justo Salao-, volvió a demostrar por qué es uno de los nombres con más proyección de la actualidad. Apoyándose en una sencilla puesta en escena, el gaditano hizo que los volantes de sus trajes, perfumados para la ocasión, fueran regalando fragancias a su paso y enamoraran al público gracias a un concepto basado en los años 60. Ahí, cortos en blanco primero, seguidos de verdes aguas y corales, rojo, fucsias y negros largos confeccionados en gasas, lisas y con lunares, popelín de satén, y sedas se fusionaron a la perfección con un look Audrey Hepburn, basado en recogidos y sin flores en el pelo, y una música resultado de la combinación de la voz de la mítica actriz, Madonna y Paco de Lucía. Un milagro imposible, pero cierto.

Posteriormente, también en la mañana, 'Sevillanía' confirmó dos de las tendencias de la temporada: mangas largas y grandes escotes en el que, por su parte, resultó un emocionante recordatorio a Juana Reina dentro del décimo aniversario de su fallecimiento. De seguido, Creaciones Maricruz, en colaboración con Peris Complementos, desplegó la paleta cromática hacia los verdes agua, los corales, la gama de los grises y el frambuesa sin olvidar los dorados y plata que tanto resaltan la figura femenina sobre la pasarela. Claro que, en lo que a destacar se refiere, pocas firmas resultan comparables a Rosalía Zahíno, almeriense responsable de 'La mar de coraje' la cual, siguiendo la línea de los anteriores, también quiso recordar, en su caso, a alguien tan carismática como la duquesa de Alba. Para ella se rescataron estampas festivas que giraron en torno a palabras de honor en conjuntos muy elaborados que se coronaban de grandes peinas y monteras para la que se perfiló como una propuesta, en general, muy taurina, divertida y bastante teatral.

A continuación, Carmen Latorre se acercó al 'Duende flamenco' gracias a 42 trajes que, bajo la inspiración de la década de los 70, presentaron amplios volantes que, como grandes olas sobre el cuerpo de las modelos, casi envolvían sus cuerpos. Motivos floreados en mangas y escote, a imitación de los elegantes mantones de Manila, daban un punto de originalidad que se extendió hacia unos volantes de doble capa y, ya en el cierre, a dos artísticas batas de cola, en llamativas sedas azules y grises, que dejaron un buen sabor de boca a una audiencia que, con cariñosos aplausos, celebró el buen hacer de esta profesional. En cuanto a Sonibel, su punto de croché teñido a mano -en la gama de celestes y marrones-, se convirtió en el hilo conductor de 'Soñando a Coria', ideal para ese colectivo de chicas jóvenes que no quieren perder la inocencia en el vestir flamenco. Así, tanto sus dos piezas como sus enterizos tobilleros agradaron en el tramo final de un salón que se despidió 'Cerca del arcoiris', con Carmen Vega, vecina de Ayamonte que defendió el volumen con poco peso, las chaquetas y corpiños, los flecos en los escotes y, por encima de lo demás, un repaso a todos los colores que, tras mucho llover, aparecen, a veces, en el cielo. Rojo, naranja, amarillo, verde, celeste, azul añil, malva y hasta el negro -suma de los demás- constituyeron el reclamo de optimismo que, ni en las peores adversidades, debe perderse. Igual que en la famosa copla de Marifé de Triana, pareció resonar ese canto unánime contracualquier dificultad de... ¿Quién dijo pena?

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